10.12.06

pensamiento y poesía china en la trastienda de los análisis vol 3


foto de Hiroshi Hamaya Nigata, Japon 1956
En el volumen 3 de En la Trastienda de los análisis” del interesantísimo autor y psicoanalista Sergio Rodríguez, hay un capítulo dedicado a la conferencia de Hitoshi Oshima en 1990.
En esta conferencia el profesor Oshima se dispone a definir uno de los aspectos que desde su parecer especifican el pensamiento japonés (“pensamiento mítico” según Oshima) en oposición al pensamiento chino y coreano (que habrían desarrollado un pensamiento histórico y conceptualizado) mucho más cercano a la cultura y filosofía occidental. Para justificar tal teoría se basa en la escritura y concretamente en la poesía, presentando un poema quechua, un poema japonés, y un poema chino, todos traducidos al castellano. Nos habla de los haikus y nos muestra cómo en los dos primeros textos el poeta se expresa a través de signos codificados que determinan su significado dentro de un contexto determinado. Los signos o ideogramas no evocan conceptos sino imágenes cuyo significado varía según con qué otro signo esté combinado. Esto hace que el texto exprese múltiples mensajes a la vez.
Por el contrario, apunta que en el poema chino se perciben una serie de oposiciones irreconciliables. “El lenguaje del poema chino es conceptual, implicando la contradicción, la oposición y la ruptura”- dice
No disponemos del poema original chino, pero para cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la lengua china sabe que todo lo que Oshima esgrime como específico de la poesía japonesa, proviene y constituye la esencia de la escritura y poesía china, anterior y originaria de la japonesa. Los haikus no son sino la versión japonesa de los jueju chinos, y los ideogramas kanji utilizados por los japoneses provienen en su integridad de los caracteres chinos. Esta peculiaridad de dejar el discurso abierto, de la multiplicidad y simultaneidad de sentidos es fundamentalmente china. Es dentro del mismo ideograma o carácter chino que conviven imágenes diversas, y en la utilización más banal de la lengua el ser parlante se enfrenta con esta peculiaridad. Cuando los chinos hablan ven caracteres que remiten a objetos reales, y dentro de ellos signos que el tiempo ha llenado de significados. Existen en lengua castellana traductores y estudiosos de la poesía china, que a través de su riguroso y apasionante trabajo, dan clara prueba de ello con interminables ejemplos, desde la traductora Anne-Hélène Suarez (con la reciente publicación en Pre-Textos de sus traducciones poéticas) a los trabajos más analíticos de Alicia Relinque. Asimismo remito al interesado, al trabajo de Juan Carlos Indart, Psicoanálisis y Cortesía, que me llegó de forma incompleta, y desconozco si está publicado.

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