24.10.09

de la disensión

Gandem monks by Tlchim

No tuve tiempo de poner en orden mis notas sobre el encuentro entre R. Bernat e Iván Ruiz en el Lliure, ya que al día siguiente empezaba el taller de Trayectos y Afectos con 20 adolescentes chinos, que aún no tengo claro cómo resolver. Es un grupo demasiado grande, con importantes diferencias de edad, de nivel de idioma, y tampoco estaba nada claro el enfoque que podía darle a ese espacio; el colegio esperaba que les ofreciéramos un refuerzo escolar, la asociación que me ha llamado deseaba que fuera un apoyo a sus problemas sociales y afectivos, y por mi lado yo esperaba poner en práctica y añadir a eso una parte de escucha más psicoanalítica para la que llevo años formándome, invirtiendo y sacrificando sueldo, tiempo y libertad.
La necesidad de pasar de prisa a otras cosas, de dedicar tanto tiempo a un trabajo pecuniario que apenas resuelve mis necesidades más básicas, no deja que acabe de cerrarse nada… Parece entonces que las cosas no avanzan, y sin embargo….
Bernat planteó durante el encuentro muchas preguntas, algunas de ellas esenciales que quedaron sin contestar. Quizá encontremos una manera de continuar ese diálogo con él, dentro de otra modalidad o formato más pequeño. El otro día empezó ofreciéndonos un recorrido histórico muy bonito y cuidado sobre la figura del espectador. Me gustó especialmente cuando explicó el gran cambio que tuvo lugar en el s XIX para conseguir que el público se mantuviese quieto y se olvidara de su cuerpo. Fue entonces cuando se apagaron las luces de platea, y aparecieron toda una serie de instrumentos y aparatos muy relacionados con el uso de la luz, a fin de que apareciese un único punto donde centrar la atención y el espectador dejara de interactuar con los otros espectadores y consigo mismo, como ocurría antes. El objetivo de la sala a oscuras, y de ciertos elementos estructuradores del espacio público como la vitrina, el museo, la pantalla de cine más tarde, era el de imponer una disciplina necesaria para el acto de mirar, escuchar o presenciar. Pero como dijo Bernat el espectador ahora es superdisciplinado, no sólo porque se haya olvidado de su cuerpo, -me gusta cuando habla de la sujeción de los cuerpos en la sala de espectáculos o incluso exposición- sino también en su atención, en su limitado modo de respuesta, en su personificación de la llamada audiencia, (sino, ¿cómo explicarnos que la gente se trague tanta basura en tv, etc?) También habló de una hipertrofia de la figura del espectador, y de esa obsesión del creador y productor por tener público, por gustarle, por contar y alardear de audiencias. El artista y el psicoanalista, dijo, tienen un objetivo muy parecido, que no es transmitir ningún mensaje ni saber, sino poner al espectador frente a sí mismo.
Iván Ruiz nos recordó que el deseo, no obstante, era indisciplinado, aunque yo estuve de acuerdo con una observación de un analista, Juan Bauzá, preguntándose si, como analistas, nosotros no idealizamos demasiado el deseo, como algo esencial, y nos olvidamos de la dimensión más ética (que por suerte dejó bastante clara Lacan) de saber qué hacemos con el otro. También me gustó mucho lo que dijo I.Ruiz de que Freud nos enseñó que en el acto de mirar el sujeto se encuentra implicado de una forma rotunda, y cómo Lacan lo lleva al extremo cuando dice sentirse concernido (observado a su vez) por el objeto que mira.
Yo tuve muy presente a Slavoj Zizek. En su Pervert’s Guide to de Cinema, lo dice muy claramente. Lo “perverso” del cine (y del arte, digo yo) no es que nos diga lo que tenemos que desear, sino cómo hemos de desear. Y su idea que tan brillantemente recogió Roger, a partir de la escena de Gene Hackmann en el lavabo de un hotel en The Conversation de F.F. Coppola: cuando uno acude a un espectáculo, lo que espera no es precisamente que todo aquello que durante el día ha intentado olvidar y reprimir, tirando de la cadena del water para que desaparezca, vuelva a aparecer frente a sus ojos?
En esa manera de sentirse implicado, desde dentro y desde fuera al mismo tiempo, esté gran parte del quid del análisis. Me entraron ganas de leer a Walter Benjamin y a Paul Virilio, otros dos grandes disidentes. Me acordé de una frase de Bonhoeffer que leí en uno de sus ensayos, La inmediatez es una impostura. Pero todo esto y el intercambio extraño con los adolescentes chino me ha hecho pensar en la disensión que implica el amor, pero eso será para otro día…

10.10.09

qué pasa cuando no pasa nada?


Tea party, originally uploaded by tetsumaru.


Sin apenas tiempo para viajar ni física ni mentalmente estos días, me he dejado llevar por las imágenes de Hiraki Sawa, que descubrí en el blog de Hobby Horse, con su vídeo Gowing places sitting down. Dicen que en su universo los objetos inanimados parecen querer cobrar vida, y su apartamento se transforma en un peculiar paisaje atravesado por aviones y otros objetos migradores. Viajo sin salir de casa, yo también.

"Una vez, Fa Yen viajaba con dos compañeros en busca de la verdad, cuando sucedió que casualmente se resguardaron de la lluvia en un eremitorio perteneciente al gran maestro Ti Tsang Kuei Chen, si bien ellos no sabían quien era. Bajo un cielo lloviznoso, los tres jóvenes discutían entusiasmados, con cierta presunción y satisfechos de sí mismos, los problemas planteados por el famoso dicho del monje Chao: “El cielo y la tierra son de la misma y única raíz que mi propio yo, y todas las cosas son una conmigo” mientras Ti Tsang les escuchaba en silencio. Entonces de pronto preguntó: “¿Las montañas, los ríos, la tierra son una y la misma cosa que el sí mismo, o son diferentes?” “ Una y la misma cosa”, replicó Fa Yen. Acto seguido el anciano maestro, sin mediar palabra, levantó los dedos, les miró fijamente y se retiró a su habitación.
En cuanto dejó de llover, los tres jóvenes se dispusieron a marcharse cuando, repentinamente, el maestro Ti Tsang, señalando una piedra que estaba en el patio, dijo a Fa Yen: “Entiendo que tú sostienes la doctrina de que todo el mundo es una sola mente. Así ¿esta piedra está dentro o fuera de la mente? “ Sin duda está en la mente” respondió Fa Yen. Entonces, Ti Tsan declaró, “¡Qué fatigosa carga llevas en tu mente!¿A qué suerte de concatenación de causas se debe que tengas que transportar de aquí para allá en tu mente una piedra tan pesada?”
Fa Yen no supo qué decir y decidió quedarse allí para someterse a la vía espiritual de Ti Tsang."

Este extracto pertenece a un libro que acaba de publicar Trotta, de Toshihiko Izutsu, Hacia una filosofía del budismo zen, y que tiene muy buena pinta. Aquí en España se publican muchos libros sobre el Zen pero normalmente con una clara orientación esotérica poco interesante y banalizadora, con traducciones espantosas y versiones edulcoradas y simplificadas. Hay que celebrar pues esta edición mucho más interesante, consistente y rigurosa.

El libro retoma muchas de las referencias del maestro Lin Ji (o Lin Tsi), Rinzai en japonés, como ese "hombre verdadero sin ningún rango" que tan bien define el lugar del analista. También desarrolla generosamente otro concepto, bastante importante en la elaboración de noción de sujeto en psicoanálisis, y que a mí me ha interesado especialmente en el enfoque de la locura, que es la indistinción entre interior y exterior. "El problema del interior y del exterior es un psuedo-problema proque al plantearlo establecemos a la fuerza, por así decir, dos sectores independientes, los colocamos uno frente a otro y discutimos la relación entre ambos, mientra en realidad no se debe establecer semejante indistinción. Es un pseudo-problema porque está planteado donde no existe ningún problema y porque es discutido como si fuera real."

El otro día me acordé de todo esto viendo la estupenda película de Jaime Chavarri sobre la familia Panero, El Desencanto. Hay un momento en que Leopoldo, el más brillante y más loco, dice que su estancia en la cárcel fue en la que se sintió mejor, debido al hecho de que lo privado y lo público se encontraban indisociados.

El último capítulo del libro de Izutsu lo dedica a la eliminación del color en la pintura en oriente. Creo que aparece una idea sugerente, muy parecida a aquella cita tan bonita de Ortega y Gasset sobre la proeza de la traducción al transmitir a otra lengua lo que una lengua acalla, y es que "la verdadera y profunda belleza del blanco y negro se revela únicamente a los ojos capaces de apreciar el esplendor de los colores suntuosos e intensos con todas sus delicadas tonalidades y gradaciones".

Last call para nuestro encuentro del martes!

última hora: odio el fútbol y no suelo poder aguantar un telediario entero por la vergüenza que siento ante el trabajo de la mayoría (no todos) de periodistas de la televisión ejpañola. Me quedo, sin duda, con el desfile de Hu Jintao durante la celebración del día nacional, saludando a los camaradas.