27.5.07

el paisaje y el otro

Pieza de Lucy Orta, Refuge Wear, Studio Orta
Ayer por la tarde acudí al col legi de metges de Barcelona a escuchar la intervención de Bel en unas jornadas psicoanalíticas sobre la degradación amorosa, aportando ella su punto de vista desde lo literario. Como le dije al salir, sus palabras me parecieron de lo más sugerente para la escucha psicoanalítica y es que según lo veo, lo que hace que el psicoanálisis se salve y se aleje para siempre de la casposa e impotente psicología es el hecho de que una vez establecidos los modelos, patterns, estructuras y fórmulas topológicas que están ahí para organizar con cierto rigor el trabajo del analista, lo que de verdad cuenta es cómo cada sujeto construye y luego reconstruye, escribe y reinventa su propia historia a través de su subjetividad y en relación a los demás. El psicoanálisis ofrece por lo tanto un espacio donde toda esa invención, paralela a la literaria, pueda desplegarse. Y lo interesante o dinámico, creo, es que en ambos casos no se trata de la construcción narcisista de uno consigo mismo, sino de uno en su relación con el mundo, con el otro. Esta semana me acordaba mucho del trabajo de Lucy Orta, su Refuge Wear y sus prendas y performance Nexus, que aunque ya tienen unos años, sigo soñando encontrar un día en las calles de Barcelona. Lucy viene del mundo de la moda y empezó esta serie creando prendas que se transformaban en tiendas de campaña, escafandras urbanas y kits de supervivencia para hacer frente a las situaciones de precariedad, movilidad y nuevos espacio vitales de nuestras sociedades. El trabajo de Lucy reflexiona alrededor de conceptos como la propiedad, la arquitectura urbana, catástrofes sociales, problemas como el de la vivienda, o desempleo, éxodos y migraciones, pero también y sobre todo sobre la relación del propio cuerpo con el otro, con el espacio urbano y el lazo social. Y de una ecología que como decía Paul Virilio, no es sólo física, sino mental. Paul Virilio se interesó mucho por el trabajo de Lucy y escribió un precioso ensayo sobre tu obra, pero es en un librito breve fruto de una entrevista, El cibermundo o la política de lo peor, donde reivindica con más libertad, esa necesidad de recuperar al otro, recuperar la lengua, volver a lo real del cuerpo a través del espacio urbano, del paisaje, de la arquitectura. Dejar de fantasear en lo imaginario sobre el más allá, la ciencia atómica y genética y las estrellas, la ilusión de un saber ilimitado, para volver a los límites del cuerpo y de la comunicación, los límites del otro y en el otro. Virilio avisa ya en los 90, no hay ganancia sin pérdida, el accidente es para él un milagro al revés, un milagro laico, un revelador, de que cada tecnología lleva consigo su negatividad, su aspecto de regresión (como muestran las piezas de Lucy). “Inventar un barco es inventar el naufragio, el avión el accidente aéreo. El desarrollo de la tecnología sólo puede hacerse a través del análisis del accidente.” Como en la vida. Me gusta aún más su idea de que la arquitectura es la primera medida del mundo, de que las casas no deberían servir para alojar o proteger al hombre de la intemperie, para eso, dice, la caverna ya estaba bien. Habitamos en espacios con proporciones que dan un sentido a nuestra escala, y determinan nuestra relación con el mundo, y por lo tanto con el otro. Por eso su política del paisaje. Hace diez años que escribía que los conflictos en los suburbios surgían debido a esa falta de paisaje. “Existe todo el confort que se puede desear, pero no se da ese estado del ánima, sino el carácter infernal de un lugar abandonado por todos.” El otro no puede desaparecer, porque cuando lo borramos de nuestro horizonte también nosotros desaparecemos. Y para que se produzca el encuentro con el otro ha de haber un espacio que lo propicie, un paisaje que permita ocupar nuestro lugar.

20.5.07

sin título

performance This person is for sale, de Zhu Fadong, 2000
Esta semana encontré en la biblioteca de casaasia, la traducción y edición de Alicia Relinque de un pequeño tratado o poética china del sigloVI sobre la literatura. Su autor es Liu Xie y su título, El Corazón de la literatura y el cincelado de dragones. La introducción de Alicia es brillante, esclarecedora sobre conceptos estéticos que desconocía, muchos de ellos de origen filosófico, y sobretodo tiene la virtud de poner al lector en un contexto adecuado para poder luego adentrarse tranquilamente en el discurso y en el mundo de subtilidades, imágenes y metáforas de un autor tan alejado en tiempo y espacio para nosotros. Me ha encantado un comentario acerca del estatuto de esta obra, que no llegó a marcar nunca el estudio de la teoría literaria posterior de forma explícita, por el hecho de que su autor no fue más que un teórico, y el que careciera de composiciones exclusivamente literarias era suficiente para descalificarlo como experto estudioso. “Quizá porque su propio idioma es enormemente práctico”… la obra está llena de conceptos que luego serán utilizados en épocas posteriores, y otras disciplinas como la pintura. Como el Fenggu (el viento y hueso, refiriéndose al binomio contenido-forma) el fu (despliegue, para hablar de la prosa poética), o el sorprendente tong, de tradición, que originariamente significaba agujero, agujero que permitiría la comunicación. También me ha sorprendido la alusión a que antes de que existieran los caracteres, se establecían contratos con cuerdas anudadas!! Y es muy bonita la explicación que da Alicia en su introducción de las implicaciones que tiene el carácter wen, que es utilizado hoy para referirse a lengua y literatura, pero que abarca además muchos otros significados, que como posos o estratos, perduran desde tiempos remotos en ese carácter de uso rutinario: intersección de trazos, imagen de un cruce, imagen de rayas o manchas sobre el cuerpo de los animales, aves de plumas manchadas, como el faisán, las vetas de las piedras, y venas de la madera. Adorno, tejido de colores combinados, signo exterior, que referido al cielo hace alusión a los planetas y estrellas, referido al hombre recuerda las máscaras del hombre primitivo… y claro, esta relación tan china de la lengua con lo metafísico, hace que pueda saltar a mis lecturas lacanianas como si nada… hoy he encontrado una preciosa reflexión muy china, hacia el final del seminario 1. Lacan se pregunta qué es la ignorancia y nos dice que (como el ying y el yang) se constituye únicamente en la perspectiva de la existencia de una verdad. “Si el sujeto no comienza a interrogarse acerca de lo que es y de lo que no es, entonces no hay razón alguna para que haya algo verdadero y algo falso, y ni siquiera para que, más allá, haya realidad y apariencia” Y he pensado que era un reflexión muy adecuada para estos tiempos en los que la gente evita hacerse muchas preguntas, y por eso sus verdades resultan tan decepcionantes y vacías. El otro día asistía a una de esas típicas discusiones acerca de si el psicoanálisis podía o debía considerarse una ciencia, en cómo Freud intentó durante años poder acercarse a ella y como Lacan se alejó voluntariamente de este camino. Mientras que para la ciencia el sujeto es mantenido en el plano de la conciencia, de lo objetivable (la pastillita que cura toda tristeza) para Lacan y para Freud la posición subjetiva no pudo ser descartada en ningún caso: el sujeto de Lacan es aquel que es capaz de mentir, es decir, que “es distinto de lo que dice” . Freud nos descubrió en el inconsciente un sujeto engañador, al lado del cual, no cabe otro camino que el de seguir haciéndose preguntas

15.5.07

jueju flamenco libre nocturno


Roof in Beijing Hutong, originally uploaded by Snow Kisses Sky.

En respuesta a B. en su primavera de pitiminí

El libro de Lu Xun, Mala Hierba, empieza con una frase que me encanta: “Al otro lado del muro de mi jardín hay dos árboles. Uno es un azufaifo. El otro también lo es.
El cielo nocturno sobre ellos es extraño y lejano. Nunca había visto un cielo tan extraño y tal lejano. Parece que esté a punto de abandonar el mundo de los hombres, que de repente la gente alzará la mirada, y él ya no estará”


porque el muro ese chino que rodea todo jardín y toda edificación, dejando entrever por encima de sus tejas, las copas de los árboles y los tejados de las casas por las noches, me recuerda a una españa que no viví pero que siempre imaginé y soñé, y que pude recuperar un poco cuando regresando a mi casa en la plaza Sant Felip Neri, bordeaba el muro del claustro de la catedral de Barcelona. El azufaifo (Zizyphus Jujuba), Ginjoler en catalán, originario de China, llegó probablemente a Andalucía a través de la cultura árabe. Pekín está lleno de ellos, es muy común en los patios de los hutones, las casas tradicionales. Cuenta la leyenda que fue un emperador el que los hizo plantar en toda la ciudad para hacer frente a épocas de grandes hambrunas, debido a sus ricos dátiles, que se recogen en otoño. En España habían muchos en Granada, mi otra ciudad soñada. En Barcelona, en la calle de Bel hay uno, en el patio de un colegio, y sus dátiles caen y ocupan toda la acera, una vez pisados por los niños y madres que nada sospechan de tanto exotismo.
Hoy pensaba de nuevo en el flamenco y en esos textos del cante que para mi son como los juejus chinos, (los jueju son poemas de cuatro versos, que florecieron en la época Tang, y dieron paso en Japón a los famosos haikus), mientras escuchaba viejas grabaciones de camarón y las deliciosas y minimalistas sevillanas de Rocío Jurado (mucho mejor, por supuesto escuchadas)

Tiene una cinturita que ole, ole, qué te parece
Qué te parece, tiene una cinturita, ole con ole y ole,
Tiene una cinturita, que ole, ole qué te parece
Qué te parece
Al clavel la maceta, ole con ole, y ole,
Al clavel la maceta que ole, ole cuando se mece..
Quién fuera viento, para estarse meciendo, olé
Para estarse meciendo, ole, ole, y ole,
En cada momento

Mi novio es cartujano, mi alma pintó de loza,
Pintó de loza, que pinta palanganas, mi alma color de rosa,
Y así lo quiero, que pinte palanganas,
Que pinte palanganas, mi alma color del cielo

Rosa de pitiminí, cuatro o cinco en un ramito,
Cuatro o cinco en un ramito, se las tengo que poner, ole, ole, ole,
Rosa de pitiminí cuatro o cinco en un ramito
Se las tengo que poner, ole, ole, ole, ole,
Se las tengo que poner, a San Antonio bendito

Lo tiré al pozo, mi alma, lo tiré al pozo,
Lo tiré al pozo, el clavel que me diste, ole mi alma, y ole,
El clavel que me diste, Lo tiré al pozo,
Lo tiré al pozo,
Yo no quiero claveles, yo no quiero claveles, y ole,
De ningún mozo…
Ay que me pesa, el rato que lo tuve, ole, ay que me pesa,
El rato que lo tuve, ay, en la cabeza


Y me acordé de este Wang Wei tan flamenco,

He pasado por mil portaladas y puertas,
He cruzado por doquier pueblos yk aldeas.
¡Tantas veces tintinearon los jaeces al trote!
¿Quién se suelta ahora el pelo en la montaña?


Los jaeces, según la traductora A.H Suarez, eran de ágata, y su tintineo indicaba la elevada posición social del jinete. El pelo suelto, en esos tiempos en que los hombres llevaban el pelo largo siempre recogido y cubierto, implicaba abandono de la vida mundana y las convenciones sociales.

Y para cerrar el paréntesis nocturno, de nuevo Lu Xun en el prólogo a su Mala Hierba.

Cuando guardo silencio me siento pleno, pero tan pronto como abro la boca para hablar siento el vacío. La vida pasada está muerta. Esta muerte me llena de alegría porque demuestra que la vida pasada existía. La vida muerta se pudre. La putrefacción me llena de alegría porque demuestra que la vida no estaba vacía. (…) La mala hierba no tiene raíces profundas, ni flores bonitas, pero es capaz de recoger el rocío y la lluvia, y de absorber la carne y la sangre de los muertos, desafiando todos los esfuerzos por exterminarla.”

Y olé…

11.5.07

semana frenética

photo by mboogiedown

para una free-lance

10.5.07

memoria gruyère dao silencioso

kyoto by myboogiedown
En la busqueda de identidad y de verdad sobre uno mismo, suele ser bastante útil el mecanismo de afirmación de lo que uno no es, uno no quiere... lo he utilizado a menudo en mi vida: no soy esto, ni eso, ni aquello, ni esto tampoco... y aunque parezca futil uno puede llegar así a ir dejando en el centro un espacio, donde uno sí es, un lugar donde sí existe, y que ha ido eligiendo. Pero aunque esto ayude, no es suficiente, y la revelación de esa verdad sobre uno mismo requiere de algo más. En el análisis, como saben, se vale el sujeto de la memoria y la reconstrucción histórica, pero ésa no es una memoria cualquiera. El recuerdo ha de ser revivido, dice Lacan, con ayuda de los vacíos. No podemos confiar íntegramente en la memoria, y por eso las investigaciones de Freud se centraron en todo aquello que la psicología desestimaba: los sueños, lapsus, resistencias, defensas, fallos y sinsentidos. No se hacen listas de comportamientos, o de síntomas, ni se apilan interpretaciones y definiciones, todo eso no sirve de nada. Se estableció, además, que cuando uno habla, lo hace generalmente dirigiéndose a alguien que no está ahí, a un tercero, y que a través de sus identificaciones imaginarias y mentales, uno ocupa lugares invisibles pero estructurales, en sus relaciones con los otros, con ese Otro tercero y con la realidad El análisis sirve para reconocer cuáles son esos lugares, quién es ese tercero al que seguimos dirigiéndonos todo el rato sin saberlo, y en última instancia otorgarnos la posibilidad de re-organizarlo de nuevo. Como de lo que ahí se da cuenta es de aquello que, como el dao, no se puede acabar de nombrar nunca, (el inconsciente, las fantasías y el fantasma, la falta en ser) de un sentido que no puede ser fijado y que en el momento en que se lo identifica, se desplaza y se transforma de nuevo en otro objeto, petit a, de todo lo que podemos dar nosotros cuenta es de los contornos que bordean y sostienen en pie el espacio agujereado, que con sus agujeros y sus vacíos, no obstante, nos permite navegar, atravesar, seguir moviéndonos, y por lo tanto existiendo, creando y viviendo. Por eso, la búsqueda de esa identidad (identificaciones para Lacan) y de verdad a la que me refiero nada tiene que ver con lo que a uno le dicen que es, ni siquiera con lo que uno dice que es, no tiene que ver con las constelaciones familiares, los horóscopos, las tallas ni destinos familiares o genéticos. Uno es lo que puede, lo que le queda, lo que le dejan, lo que consigue, lo que se atreve a ser.

4.5.07

revelaciones

Unveiling by mboogiedown
En una extraña pero importante carta a su amigo Fliess, la famosa carta 52, Sigmund Freud habla sobre su concepción del aparato psíquico a partir de la formación de estratos de material que se crearía en forma de transcripciones. Para él la memoria no se podría identificar como una historia lineal y única sino como varias versiones o historias, transcritas en varias clases de signos. Las sucesivas transcripciones representarían nuestro devenir psíquico en diferentes épocas de la vida. Entre las percepciones y la conciencia, existirían dos otros registros o transcripciones inaccesibles a la conciencia: el signo perceptivo, primera escritura de las percepciones, y el inconsciente, segunda escritura, vinculada ya a un cierto orden y asociaciones; la conciencia sería la tercera escritura o trascripción, ligada ya a imágenes verbales. En este texto, oscuro y complicado para mi, Freud dice cosas como que la conciencia y la memoria se excluyen, o que los desórdenes psíquicos son atribuibles a una falta de traducción entre alguna de las transcripciones sucesivas de las distintas épocas de la vida, por pura represión. Yo he de reconocer que en esta lectura solitaria no m’en surto , y me consuelo con la esperanza de que alguno de esos analistas brillantes e inspiradores como Mercè Altimir, me ayuden a entenderla mejor y traducirla algún día. Pero estos días de viaje fílmico del Baff, me han hecho pensar en esas capas de residuos, de signos escritos que corresponden a diferentes tiempos cronológicos, referidos y vividos a través de esas películas asiáticas y de mi vida en asia, y de una especie de revelación tranquila que se desprende de todas esas historias contadas, de esas traducciones inacabadas Y pensaba en cómo Mercè explica el conocimiento en Lacan (uno de los mejores lectores de Freud, si més no): para acceder al inconsciente no se trata de perforar, agujerear y descender a sus profundidades, sino que éste se encuentra en la articulación, en la relación de unos signos con otros, y de lo que se trataría es de dejarlos hablar, de permitir, como hacían los primeros escritores con los signos primitivos trazados en los caparazones de las tortugas, que se revele la escritura grabada con fuego. Hay en el pensamiento chino, como en el psicoanálisis, esa importancia de la revelación de la escritura interna: la de las vetas internas del jade –como en el carácter 理li-, la de las pierres des rêve para el pintor que desea aprender a pintar paisajes, las propias leyes de la tinta china sobre el papel de arroz, el aliento en el gesto del calígrafo, la nervadura del universo, cuyo micro mapa está en el propio cuerpo. El trabajo de un análisis no estaría del lado del arqueólogo que desentierra los secretos sepultados dolorosamente, como muchos piensan al referirse a Freud, sino de la revelación de la escritura interna y del trabajo posterior de reescritura y traducción, que apunta a una cierta noción de in-finito, de algo que nunca se acaba de escribir. En el cine como en los sueños ese trabajo parece más evidente, la sensación de estar viendo siempre la misma película, aunque ésta siempre sea diferente. Este año gracias a la sección retrospectiva del Baff con magníficas películas chinas de los años ochenta he descubierto todo un cine que ya nadie hace y a través del cual se revelan elementos esenciales de esa manera de narrar, de entender y de escribir