28.12.08

stop!

photo by phototwp

una imagen cuando me faltan las palabras que sólo parecen repetirse

26.12.08

con tiempo


patterns, originally uploaded by phitar.

El tiempo ni anda ni corre. Nos espera sentados.
Este aforismo pertenece al libro que he terminado de saborear estos días, El Secreto del Cristal, Aforismos y Desafueros de Gonzalo Suarez, editado y preparado por el librero de la calle berlinés, Salvador Foraster, y Anne-Hélène Suarez (que ya conocerán los lectores porque siempre cito como traductora de referencia de poetas chinos, y gran inspiración en este largo camino de la sinología). Aprovecho estos días para hacer una pausa, una parada, y sentarme yo misma frente al tiempo, mirándolo a la cara, y viéndome en su reflejo. El humor de Gonzalo Suarez, su fugacidad poética e inteligente a sorbitos me ha ayudado en este ejercicio de desnudamiento. -Cordura viene de cuerda, y cuerda de atadura-. Salvador titula su epílogo con una frase de W. Benjamin, Relampagueo en un instante de peligro. Hay algo de peligro en el espacio en blanco que envuelve al aforismo, en el silencio alrededor de él, en el exceso de tiempo y de lugar.
Me permite seguir pensando en el desierto de hace unos días, que se había quedado en mí, habitándome de otra manera. Al mismo tiempo y gracias a Iluminaciones leo fragmentos de los Diarios Indios de Chantal Maillard. El desierto no tiene sombras, por lo cual no puede medirse el tiempo ni la distancia de las estrellas a no ser que el propio cuerpo haga oficio de gnomon. Uno es su propio tiempo. Alrededor, el tiempo no existe. A veces uno sin saberlo se encuentra en el desierto, otras veces es el desierto mismo. Hace que uno de mis preferidos sea su diario de Jaisalmer, ciudad india del Radjastán, en el desierto del Thar. Es difícil llegar a uno mismo. Si ser es salir a la luz, Maillard quiere hablarnos aquí del abismo, del desnacer, del regreso a la oscuridad. Invertir el impulso de existencia, cerrar los ojos del cuerpo, desatender las múltiples llamadas que enamoran. En el otro lado está la luz, y la voluntad. La voluntad es la que nombra, nombrar es arder en el deseo infinito de ser propiamente. Pero la compasión aún me impide la objetividad. La transparencia del cristal no admite que se conviva en el padecer ajeno. Por esa compasión tan importante en oriente, despojada de la caridad y la condescendencia, ella dice en una entrevista que no concibe una filosofía que hable continuamente en tercera persona. Me ha hecho pensar en Bel y en su literaruta en primera persona. El pensamiento debe recuperar a la persona concreta. Mi amigo Philippe , autor de la imagen de este post, ha estado unas semanas en India, me escribió una carta de las de antes diciéndome que me encontraba por todas partes, Il y a de toi partout ici. Plus encore qu’en Chine. La douceur? La couleur? En su flickr hay unas fotos maravillosas. Philippe recorre el mundo fotografiándolo casi todo, interrogándolo a través de su mirada, encontrándose en los reflejos que le devuelve la lente. Me he acordado de algo que la psicoanalista Françoise Davoine pone en boca de Wittgenstein en su libro La locura Wittgenstein: A veces no hay lenguaje para decirse algo a sí mismo, y sólo se encuentran las palabras a través de algún otro, por la vía de una respuesta. Pueder ser incluso que algún otro sueñe su miedo en lugar suyo…

21.12.08

(des)occidentada

photo by Hatoya
Así como quien no quiere la cosa, he estado unos días en Dubai. Es una ciudad artificial, donde a excepción de un par de barrios de callejuelas sin demasiado interés ni historia, no se camina por la calle sino que se recorre en coche, lo que para mi es un horror. Quien piense que Pekín es una ciudad atravesada por autopistas se equivoca. Que vaya a Dubai. Trabajé, recorrí hoteles y centros comerciales y aluciné bastante. Encontré, sin embargo, varias cosas que me gustaron. Una de ellas sigue siendo la llamada al rezo, también presente en el resto de países árabes. Siempre me parece que esa voz, que es un canto, viene de otro lugar, con otra consistencia más poética e interior. Como ocurre en las películas o en los musicales cuando los pensamientos más íntimos de los personajes se hacen audibles, las voces que ellos escuchan pero los otros no, desde otra dimensión en la que el tiempo objetivo se detiene. Como si esas rupturas temporales pudieran hacer más vivible el resto del día. También me gustó el rastro,- únicamente visible aún por lo real de la geografía y algún detalle folklórico-, de esos pueblos del desierto, beduinos y nómadas, anteriores al descubrimiento del oro negro. Pescadores, recolectores de perlas, comerciantes y artesanos, criadores de halcones y músicos. Civilizaciones creadas con la conciencia de que cualquier cosa que construyeran podía quedar enterrada bajo la arena y desaparecer con el paso de los años. No es de extrañar entonces la espiritualidad latente, ¿qué otra cosa puede hacer uno cuando sólo cuenta consigo mismo, sino mirar al cielo estrellado que cubre mar y desierto? La otra cosa que me gustó fue la cortesía, que además de oriental, tal y como comprobé también sabe ser árabe, como la hospitalidad. Curiosamente me había llevado en la maleta algunos textos lakhaniano-japoneses, recogidos en aquel número del Campo Freudiano Lacan y la Cosa Japonesa que me pasó Mercè. Discusiones y ponencias que hacían referencia a dos textos de Lacan principalmente: Aviso al lector japonés, y el artículo Lituratierra. Ahí encuentro mucho de lo que me interesa: ese tipo de lengua sostiene un tipo de lazo social, en el sentido lacaniano de discurso, más refinado. Mientras todo el formalismo japonés (lenguajero y social) es leído desde aquí como algo engañoso y artificioso del que tendemos a desconfiar, Lacan nos recuerda en cambio que es esta ficción la que mejor sustenta la verdad: el que no todo se pueda decir siempre, el que muchas cosas sólo puedan decirse a medias, el que siempre aflore la pregunta de si ese gesto es sincero o una mentira, si la palabra que yo pronuncio puede dar cuenta de la representación que yo me hago en la realidad, todo ello es constitutivo de la más natural de las interlocuciones. La cortesía permite además que el sujeto se identifique con unas reglas escritas, unas formas establecidas, y no con unos rasgos específicos de su consistencia e identidad. Que pueda descansar un poco de tanto sí-mismo. El sujeto japonés, que para decir yo dispone numerosas formas y términos, dependiendo de a quién se dirija (el yo gramatical no es una entidad única, sino que depende del otro o tú al que se dirige) permanece más libre de ataduras, sin tener que estar dando cuenta constantemente de su supuesta robusta e indestructible consistencia existencial. Lacan habla de la variabilidad esencial de la verdad en la cortesía, que en vez de remitir a un único trazo unario (un trazo de personalidad, por ejemplo) que la defina, remite a un cielo constelado. Como en esos pueblos del desierto...
Y para aquellos que alegan que tanta formalidad (en la cortesía por ejemplo) impide la emergencia de la subjetividad, que no le permite a uno ser o saber quién es, un analista japonés explica que ellos entienden el formalismo ante todo como una manera de adaptación al mundo exterior en cualquiera de sus formas, comprender y formalizar las cosas extranjeras, en esto consiste el espíritu tradicional formalista de su cultura.
Esa referencia a las cosas extranjeras, me hizo pensar en algo que escuché el otro día: la verdad es extranjera para el ser humano, inmerso como se encuentra en el mundo del lenguaje, las identificaciones y los semblantes. En el análisis ocurre algo paralelo. Al analista no le interesan demasiado los contenidos y significados profundos de todo lo que decimos. Al menos su escucha flotante no es eso a lo que apunta, sino a leer algo de esa forma, a la que en psicoanálisis llamamos letra, que se deja leer sin por ello tener que estar reivindicando todo el tiempo, la consistencia de nuestro ser.
Hoy estuve algo densa, lo siento, fue parte de ese des(a)occidente inesperado

9.12.08

wabisabi state of mind


bonsai, originally uploaded by geis.t.

Cuando anochece en los valles el viajero busca cobijo donde pasar la noche. Ve altos juncos que crecen por todos los lados. Los reúne con una brazada, erguidos tal y como se mantienen en el campo y los ata por la parte de arriba: al momento ya dispone de una choza donde descansar. A la mañana siguiente, antes de emprender el camino, desata los juncos, la choza desaparece, y vuelve a convertirse en un campo indiferenciado de hierbas. El paisaje natural parece recuperar su forma pero quedan huellas minúsculas del refugio. Algún junco doblado o aplastado, otro anudado aquí y allá. Queda también la memoria de la choza en la mente del viajero, y en la mente del lector que lee la descripción*. El wabi-sabi, la noción japonesa para la belleza de las cosas imperfectas, mudables e incompletas, se refiere precisamente a esas trazas delicadas , evanescentes, que rodean el vacío. La estética japonesa del wabi-sabi, asociada en sus orígenes a la ceremonia del té, está inspirada en el budismo chan chino y en la atmósfera y expresión de la poesía y pintura monocromática de la dinastía Tang, cuyos poetas hemos citado a menudo aquí. Y eso he rencontrado estos días hojeando otra obra china mucho más antigua, esa nueva versión en español del Yi Jing. Por primera vez el texto se me revela más allá de su función oracular como un texto filosófico chino, desprovisto de todas esas connotaciones esotéricas orientalistas con las que lo suelen asociar. La traducción, rigurosa, evita complacernos con el gusto de lo exótico indescifrable y, al contrario, nos invita a través de una elección más literaria y filosófica, incluso racional, a otro tipo de lectura, si duda más china. Me pareció muy significativa la traducción del título del último hexagrama, el número 64, Wei Ji , con el que se cierra este enigmático libro. La traducción de R. Wilhem, que hasta ahora servía de referencia para el lector español como la más seria y literal, lo traduce como Antes de la Consumación; la traducción de Jordi Vilà y Albert Galvany, en cambio, utiliza las palabras Consecución incompleta. Mientras en la primera parece poderse anticipar una promesa de consumación, de completud o incluso conclusión, la segunda parece querer evitar voluntariamente ese espejismo, reenviándonos de nuevo a un cambio, a una nueva oscilanción, a lo eternamente incompleto...

1.12.08

(mis) rarezas

polaroid by IrenaS
En estos tiempos de loterías e incertidumbre pensaba en mi suerte. La semana pasada en un seminario clínico sobre psicosis, el psiquiatra/analista responsable del curso, citaba a otro colega para dar cuenta del nivel de compromiso con el que algunos profesionales trabajan en ese campo de la salud mental: el analista, después de una primera visita con un sujeto psicótico tiene dos opciones, o bajar a la calle y comprar un libro que probablemente nunca leerá, o bajar a la calle y comprar un disco que probablemente nunca escuchará. Que nadie se lo tome al pie de la letra, el analista no quería decir, literalmente, que uno no lea libros ni escuche música, sino que cuando se tiene ese tipo de encuentro, hay algo que cambia para siempre y no le permite ser el de antes, que eso tiene unos efectos. Y seguramente, si baje a la calle- añadía- sea para recordarse a sí mismo que sigue vivo. ¿Qué quieren que les diga? Yo me siento afortunada de poder aprender al lado de gente que se atreve a decir algo así frente a un auditorio de desconocidos.
Seguí pensando en eso de querer recordarse a sí mismo que uno sigue vivo. Creo que a veces también me asalta el mismo deseo, querer recordarlo. Más tarde lo relacioné con esas almas pesimistas que en momentos como los actuales tienden a dejarse arrastrar por las noticias más funestas, relativas a los temas más variados (economía, ecología, trabajo, educación…) para verlo todo negro, lo de dentro y lo de fuera. Alguien cercano se preguntaba por los amigos de su alrededor que utilizan las peores noticias de los diarios y la actualidad como claves para descifrar su propio mundo, como si las desdichas más lejanas pudieran dar cuenta de lo más íntimo. Yo pensaba que si uno los escucha y los escucha de verdad no es descabellado pensar que quizá ellos también deseen recordárselo, y repitiendo una y otra vez el gesto de su miedo, no busquen otra cosa que el valor necesario para sentirse vivos. En el análisis con niños, por ejemplo, observamos constantemente como ambas pulsiones, la de vida y la de muerte, no son sino las distintas caras de un mismo impulso, o una misma búsqueda, de una misma superficie vital que transitamos como aquella hormiga despistada sobre la banda de Moebius.
Estos días leía la traducción española de Albert Galvany del comentario del Yi Jing de Wang Bi. Wang Bi nació unos años después de la caída de la dinastía Han y su corta vida transcurrió en los inicios del tumultuoso periodo de los Tres Reinos. Aunque debido a una enfermedad murió a los 23 años, su genio precoz y su talento le permitieron ser el autor de comentarios, considerados canónicos, de obras como el Lao Zi, el Yi Jing o los Diálogos de Confucio. En sus comentarios Wang Bi se opone a una lectura cosmológica y adivinatoria del Yi Jing, para presentarlo, al contrario, como un texto capaz de dar cuenta de la realidad del universo en su totalidad, dentro de la cual acontece lo humano, casi como coyuntura temporal. Rechaza la idea de una multiplicidad irreductible que excluya cualquier principio que relacione los seres y las cosas, y frente a cualquier cosmovisión basada en el caos y lo irracional, él antepone un principio originario, que curiosamente se expresa con la palabra del no-ser, la ausencia, el wu 無 (no porque remita a la nada, a la negación del ser, sino que es más bien un no tener, una falta de determinación, lo indiferenciado, traduce Anne Cheng) y unas leyes internas (¿recuerdan aquellas vetas interiores del jade?), el li 理, aquello gracias a lo cual cada ser es lo que es. Quién sabe si Wang Bi se engañaba en exceso y como a mi, le perdía un optimismo, necesario por otro lado, para sobrellevar los retos de su tiempo. Pero sus intuiciones le permitieron llegar bien lejos con el pensamiento y las palabras. Y la traducción de algunas de ellas, de A.G, me parecen conciliar algo de ese analista del principio: La multitud no puede gobernar a la multitud; aquello que gobierna la multitud es lo más solitario. Lo activo no es capaz de controlar lo activo, aquello que controla la actividad de todo lo que está bajo el cielo por medio de rectitud es la unidad constante. (…) No existe anda aberrante, pues necesariamente todas las cosas obedecen a su razón interna”

23.11.08

de la posibilidad de la mirada sin relato

photo by dutuotime
A principios de esta semana violentos enfrentamientos han tenido lugar entre un grupo de manifestantes de una pequeña localidad de la provincia de Gansu y la policía. Los ciudadanos furiosos protestaban frente a la sede del PCC debido al anuncio de la construcción de una nueva sede gubernamental, destruida durante los seísmos del pasado mayo, cuando ellos, expulsados de sus casas en 2006, esperan desde entonces a ser recolocados por las autoridades. Parece ser que el control y la censura del partido sobre la prensa ha dado un giro en estos últimos meses y, conscientes de las dificultades de bloquear imágenes y noticias, que acaban circulando por Internet de cualquier modo, las autoridades han decidido aflojar su control . Ha sido el caso estas semanas de las noticias sobre crisis financiera, o una importante huelga de taxistas! por ejemplo. Los problemas sociales en China son diversos y enormes, dadas sus dimensiones. Los casos de expropiaciones, de expedientes de regulación, explotación de trabajadores inmigrantes y ausencia de servicios sociales básicos como son la salud o la educación, se ven agravados por el deporte nacional de la corrupción. Aún así, como pueblo disponen de un sentido de la solidaridad y el trabajo, de la supervivencia frente a situaciones adversas y capacidad de reconstrucción muy superiores a la nuestra. Algo de esto parece querer desprenderse de la exposición El la ciudad china, miradas sobre la transformación de un imperio, del cccb, que quiere evitar tópicos e intenta ofrecer una mirada más transversal sobre lo arquitectónico, social e histórico. Me gustaba la idea de confrontar construcción y destrucción, reconstrucción y deconstrucción, como una especie de mantra en la realidad china, en la realidad de cada uno de nosotros, en el fondo. Me resultó, sin embargo, un chasco. Estuve en la conferencia de presentación de uno de sus principales responsables y comisarios, donde se dijeron algunas cosas interesantes, otras no tanto. La exposición dispone de material visual excelente, algunos cortometrajes, entre ellos uno firmado por el propio Jia Zhangke, fotografías e imágenes de archivo antiguas de ciudades como Pekín, Shanghai, Chonqing o Guangdong, algunos trabajos de artistas. Pero en conjunto resulta algo vacía y aburrida, sin apenas relato, sin historia, diría yo. He tenido que ir dos veces, la primera me quedé sin saber.... Me quejé a Albértigo diciéndole que quizá hoy en día resultara demasiado difícil hacer exposiciones, y que el formato de exposición interdisciplilnar estuviera ya obsoleto, -“Todas me parecen iguales” El me contestó que quizá fuera porque por aquí los que las montan, siempre son los mismos (!!) Este jueves al menos iré a escuchar a Manel Ollé, en una mesa rendonda que seguro es interesante.

16.11.08

del apresuramiento

photo by Photo-hog

(perdonen, pero hoy sigo con lo que el Dr. Frikosal designa con la etiqueta de "Mis luchas")
La estupidez está (para mi) en esa gente que cree sistemáticamente que su tiempo es más valioso que el de los demás, y todo en su vida lo sitúan bajo ese signo de urgencia imaginaria, obsesiva y paranoide. Esa gente, estúpida, suele ser además maleducada y poco considerada con los otros (claro, no tienen tiempo). Perdieron la paciencia y con ella parte de sentido de realidad y restos de la cortesía que alguna vez le inculcaron, y que ahora consideran un lujo. La cortesía, insisto desde aquí, no es un lujo, sino más bien un derecho que valdría la pena preservar.
Dicho esto paso a hablar de otra urgencia, más china, psicoanalítica e interesante: “toda creación aparece en la urgencia, y toda urgencia tiene lugar en el desbordamiento de la palabra” (de Función y Campo de la Palabra) La Khan sitúa la emergencia del inconsciente en ese apresuramiento, que precipita por último la verdad de todo sujeto. Lo interesante además es que, como nos explicaba Mercè, la de Lacan no es una verdad que emerja de uno solo, sino de la relación del uno con los otros. De ahí la noción de campo inter-subjetivo. También en el seminario sobre los 4 discursos tuve otra pequeña revelación precipitada, esta semana: el saber, que en un principio se sitúa como meta en el inicio de un análisis (uno busca un saber sobre sí mismo y su sufrimiento, sobre lo que le pasa), cambia a lo largo de éste, no sólo de lugar (ya no estará en el lugar de la producción, o de agente) sino también de estatuto: en la fórmula del discurso del analista el saber ya no es algo que debamos producir, ni un objeto de consumo, o de intercambio, sino una verdad que se dice o se sabe a medias, velada para el sujeto, y que se le escapa continuamente. El saber debe producir cambios y tener efectos en la vida de uno, pero no se trata de acumularlo ni utilizarlo para despejar todo enigma de nuestro día a día.
A raíz de mi post anterior me enteré, en el reverso, de la posible traducción de Billeter al castellano, y escribiendo ahora sobre este saber-otro me he acordado de esos títulos maravillosos de los libros de Li Zhi que contaba Billeter, de los que ya hablé aquí: Libro para quemar y Libro para esconder, que me parecen evocar este lugar deslizante y efímero, activador en cualquier caso, y tan poco definitivo del saber. La revolución, como la procesión, también puede ir por dentro.

8.11.08

para qué escuchar a china?

under the rain by shivalemur
Tengo una íntima amiga que trabaja desde hace más de 10 años como experta en temas de legislación medioambiental en pesca internacional. Además de eso, es una de las expertas mundiales sobre el krill de la Antártida, Hace poco, de paso por Barcelona, me habló de la dificultad de entendimiento con gobiernos como el japonés, y me confesó que creía que parte de los presupuestos y energías dirigidos a la sostenibilidad deberían invertirse en la resolución de esa incomunicación. ¿Cómo, siendo Japón un pueblo tan sensible a la naturaleza y exquisito en sus tradiciones y en otras cuestiones colectivas, puede producirse tal desencuentro a la hora de las negociaciones sobre leyes internacionales que incumben al planeta entero? Para ella no había duda de que el desconocimiento cultural de los agentes negociadores era una de las causas principales del punto muerto en que se encuentran estos asuntos aún hoy en día.
Como sabrán no soy ninguna defensora de los discursos culturales, al contrario, me fastidian bastante y no suelo desperdiciar ocasión para criticarlos. Alguna que otra vez he citado lo que dice J. F Billeter al respecto en esa especie de biblias que son sus ensayos para mí: Los discursos culturalistas les sirven (a los gobernantes del mundo) porque, creando división, se ofrecen inagotables medios de manipulación. El discurso culturalista tiene otros efectos perversos: simplifica lo que es complejo o lo ha sido. Detiene lo que estaba en movimiento, especialmente cuando define una “cultura” para hacerla comparable u opuesta a otra. Es por lo general apologístico y carece de crítica. Reivindicando la unidad de la cultura de la que habla, no es capaz de observar las contradicciones, ni las discontinuidades; no concibe las rupturas pasadas, ni por lo tanto las que pueden producirse. Al tiempo que cultiva la nostalgia de antaño, nos encierra en un puñado de en sueños fragmentados.
Sigo pensando que el entendimiento de China puede sernos más útil de lo que pensamos, y no sólo por lo que este país supone en la economía mundial de este momento histórico. En este sentido el lector hispanohablante lo tiene crudo. Al tiempo que se multiplican por librerías del mundo las obras de François Jullien, se extiende un supuesto discurso filosófico sobre china creado por él, aplicado a no sé cuántas esferas de la vida cotidiana, al que se van apuntando desde diversos sus ámbitos, y con la misma falta de rigor unos y otros. Ya lo decía Amelie Nothomb en su Sabotaje Amoroso, China tiene el sorprendente poder de convertir en pretenciosos a todos aquellos que han estado allí, incluso a todo aquellos que hablan de ella. La pretensión induce a escribir, De ahí la ingente cantidad de libros sobre China.
Por supuesto, entre tanto ser humano impelido a escribir sobre ella, muchos son los que no sólo nos inspiran, sino que nos enseñan y nos permiten avanzar y se han hecho necesarios (de mi máximo agrado y de por aquí, ya lo saben Manel Ollé, Alicia Relinque, Anne Hélène Suarez, o Pedro Ceinos, Rafael Poch desde Pekin).
A lo que iba, en estos momentos existe en el panorama internacional una interesante y fructífera discusión entre François Jullien y el sinólogo suizo que yo siempre cito J.François Billeter, que el lector hispanohablante se está perdiendo. Billeter escribió hace un par de años un libro del que hablo a menudo, dando lugar, más allá de lo anecdótico del título, a una discusión que apuntaba al análisis histórico, el pensamiento, lo político y la revisión y lectura de autores tanto antiguos como contemporáneos. Los libros de Billeter (con una excepción), las entrevistas o artículos al respecto siguen sin ser publicados en castellano (uno de ellos se titula precisamente China tres veces muda.) A mi me parece que el poco interés de los editores en nuestra lengua es sintomático de la indiferencia y la superficialidad con la que se tratan temas que nos atañen y que nos ayudan a comprender mejor el mundo en que vivimos.
Esta semana me enteraba que el corresponsal de la vanguardia, mi (muy) admirado Rafael Poch ha dejado Pekín y ha sido enviado a Berlín. La verdad, la noticia me ha entristecido. Esta semana iré a ver la exposición sobre la ciudad china de la que ya hablé y que ya ha llegado al cccb de París, también espero ir a escuchar a Begoña Ruiz de Infante en el encuentro organizado alrededor de La mujer china: cultura y bagaje; y en casaasia parece hay una exposición de la pareja Rong Rong- Inri.

5.11.08

happy-obama for us all * * * !


dragon in flight, originally uploaded by phitar.

1.11.08

trazar una forma

shodo by Catching flies
Trazar una forma supone desde el pensamiento freudiano una proeza para el ser humano. Todo grafismo evoca en nosotros la pérdida primera de la representación del cuerpo, que perdemos en el momento de la represión (esto no es mío, sino de Gerard Pommier, vaquero ilustre del psicoanálisis). Escribir, dibujar, especialmente en chino y a través de su caligrafía supone, según Lanselle, renovar infatigablemente la dramaturgia inconsciente de esta tachadura y su puesta en presencia de nuevo. En China y en Japón existe un goce de la escritura, como experiencia de lo real y más allá de cualquier simbólico, desconocido para nosotros, -algo de esa puesta en presencia, en escena, en juego o en cuerpo.
Esta semana empezamos el espacio de El color del Viento con Mercè, en el que me leyó un capítulo de la biografía de Lacan de E. Roudinesco, donde la autora alude a un goce diferente que éste pudo vislumbrar entre el vacío mediador chino y la cosa japonesa, y que pudo identificar como propio. Mercè es rápida, generosa, brillante, y yo he dejado de sentirme tan sola en esta búsqueda algo ciega. Luego tuve un sueño. Desde hace muchos años, mis sueños además de transmitir material inconsciente, suelen comentar con ironía mis preocupaciones o deseos, burlándose de mi. O al menos yo me he acostumbrado a leerlos así. El miércoles, y no exenta de cierta burla hacia mis obsesiones chino-lakhaniano, me encontré con el propio Jacques Lacan mientras dormía. Yo le preguntaba entonces por ese goce japonés que él había descubierto, relacionado con el trazo, la letra y el saber y sobre el que escribió y habló en 1971. Él no me contestaba, por supuesto, pero yo me había autorizado para hacerlo y su lugar en el sueño era parecido al mío ahora, marginal y algo excéntrico y seguramente eso también me alivió.

* el goce es un concepto psicoanalítico que apunta al más allá del principio de placer descubierto por Freud, la pulsión de muerte. Lacan utiliza el término goce para dar cuenta de las relaciones del sujeto con la satisfacción. Esas modalidades de goce particulares a cada uno son las que quedan desveladas en un análisis y sobre las que se trabaja con el fin de que el sujeto pueda desprenderse de las que lo torturan y le impiden hacer algo con su deseo.

26.10.08

la dificultad de habitar un cuerpo

fotografía del terremoto de Sichuan del International Herald Tribune, Bo Bor/Reuters
Este otoño Alain Platel, uno de mis coreógrafos preferidos estrena un nuevo espectáculo, Pitié, a partir de la Pasión según San mateo de J.S. Bach. En el texto que sirve de presentación dice que la palabra compasión, intoxicada con demasiados matices, se acaba asociando generalmente con cierta idea de condescendencia. Sin embargo, cuando la vida y la muerte se nos vuelven insoportables, anhelamos el cobijo de los otros, que nos compadezcan. A Alain Platel la crítica le reprocha una mirada complaciente sobre la locura, y que sus espectáculos no parezcan poder dar cuenta de otra cosa que el universo de los locos. Sin embargo el otro día escuché una cosa preciosa de la realizadora Sophie Fiennes respecto del trabajo de Platel: lo que éste trata no es tanto la locura como la dificultad que radica en ser un ser humano, así como de la dificultad de la experiencia de habitar un cuerpo.
En seguida me acordé de Platel este viernes en la espléndida conferencia organizada por el Espai Freud de Miguel Morey sobre Foucault, cuyo pensamiento me ha resultado a menudo igual de liberador. "Cuando tratamos con seres humanos, la abstracción no es sólo un error intelectual". Foucault, igual que Platel, se vio profundamente marcado por su trabajo en instituciones psiquiátricas. Para ambos el hombre como abstracción intelectual renacentista o cientifista está obsoleto, o mejor dicho muerto. El hombre que les interesa es el que abandonando cualquier pretensión epistemológica y ontológica se pregunta directamente, y esto ¿cómo funciona? ¿Y ahora qué hago. Esa, ya lo hemos dicho varias veces, es la pregunta más china, y la que nos permite reconstruirnos por encima de cualquier quiebra. Morey también insistió, citando a Foucault: no hay razones para obedecer, somos más libres de lo que solemos creer. Libres para pensar de otra manera al menos, pensaba yo. Pero es que pensar es siempre pensar de otra manera.
Esta semana dos amigos me enviaron un artículo aparecido en el International Herald Tribune que hablaba del interés cada día más grande en China por las psicoterapia y el psicoanálisis occidental. Ese camino podrá ayudarles sin duda a la mejora de libertades que se reclama desde dentro y fuera de la sociedad. Yo siempre he pensado que la dificultad que poseen para pensar la realidad en términos absolutos les facilitaría todo este proceso. Porque, de nuevo Morey, citando a Foucault, la verdad también es un constructo histórico.

19.10.08

echo de menos

Nan Luo Gu Xiang hutong by Toothwalker
Pekín, y su caos tranquilo, y los paseos larguísimos, y a Pedro, y las cenas picantes con tofu y verduras con encuentros improvisados y cerveza china, el pan árabe, el té, las bicis, el acento de la lengua. Simultaneo las mil lecturas psicoanalíticas con una versión bilingüe de las mejores citas de Mao Tse Dong; apenas me veo obligada a mirar la versión francesa, ya que el lenguaje es directo y simple, muy claro. También me traje de París un número de la revista trimestral Diogène dedicada a la filosofía política en China, muy popular e importante entre pensadores e intelectuales de la República Popular. Nuestro supuesto mundo sigue siendo un no-mundo, escribe Zhao Tingyang, profesor de filosofía de la Universidad Normal de Pekin, nuestro problema fundamental hoy no es el de los estados en quiebra, sino el mundo en quiebra, todo lo que hay bajo el cielo, el tian xia...

16.10.08

letter on the blind for those who see*

foto del vídeo de Tellez by libbyrosof
es el título (* carta sobre los ciegos para los que ven) de una obra del artista venezolano residente en NY Javier Tellez, un vídeo de 35 min que pude ver en París hace unos días durante la Nuit Blanche que organiza la ciudad cada otoño. Además del título me gustó la imagen, bellísima en blanco y negro sobre una pantalla enorme en el interior de la iglesia Saint Eustache, apenas iluminado. En la pieza vemos como seis ciudadanos ciegos del Bronx se acercan a un elefante colocado en medio de una cancha de basket vacía y van describiendo lo que sienten y descubren a través del tacto. Tellez reflexiona en sus obras alrededor de la noción de marginalidad, cuestionando formas de estigmatización, concretamente aquello que separa normalidad y patología. Yo no pude evitar recordar lo que decía Lacan acerca de que sólo necesitaba nombrar un elefante para que éste ocupara la sala, haciendo referencia al poder de la palabra. Leo estos días el nuevísimo libro de Robert Lévy acerca de lo infantil en el psicoanálisis, donde también evoca ese momento mágico de simbolización en el niño, en el que descubre que el lenguaje le permite la representación mental de los objetos ausentes, liberándolo de alguna manera de la tiranía de los sentidos, y del objeto o los objetos (la mamá, el amor…) que desaparece y se pierde, aunque sólo sea temporalmente. El uso del lenguaje se convierte para el niño en una de las principales herramientas que utilizará para hacer frente a esas angustias que lo asaltan en los primeros años de vida. Me gusta mucho una cosa que dice sobre los analistas de niños: al analista de niños no le tienen por qué gustar los niños para entenderlos; en todo caso lo que le atrae es el sujeto del inconsciente y su especificidad infantil, al que acoge con su escucha. El deseo del analista es una función y no un deseo particular dirigido al niño. Y en el caso del sujeto infantil más precisamente, esta función sólo puede entenderse por algo que Lévy llama “estar ahí sin razón para estar”, ya que cualquier razón del analista los situaría inevitablemente en una relación pedagógica, o incluso terapéutica, pero en ningún analítica. Para Lévy, y hay mucho de eso en mi propia visión del asunto, lo que permite y garantiza las condiciones necesarias para el análisis (juegos de asociaciones verbales, crear un espacio para la letra y la lógica del significante) es ante todo que el analista pueda hacer función como lugar de deseo vacío para este niño, que ya a su vez se encuentra tan acechado por los deseos de padres, educadores e instituciones alrededor de su persona. El analista del niño no es el que desea su bien, (para eso ya están los otros), puesto que su ética es otra, la del “bien decir” en todo caso. Por eso, y en este punto vuelvo a estar muy de acuerdo con Lévy, el trabajo analítico infantil nos acerca, contrariamente a lo que se podría pensar, a esas angustias primeras relacionadas con la pérdida, la castración, incluso la muerte.
Del lado chino leía estos días sobre un pensador de la época de los Reinos Combatientes, discípulo de Mencio, que no dudó en contradecirlo cuando lo creyó necesario. Xunzi no creía en el destino celeste del hombre, ni en el pensamiento cosmológico de la época articulado a través de resonancias. Él intentaba disociar cielo y tierra, separando el cielo del hombre. Éste no tiene por qué descubrir el universo tal y como es en un esfuerzo de conocimiento puro, luego vago i inútil, sino que deber ser capaz de ordenarlo (Li )un poco como ese trabajo del niño en compañía del analista. Esas primeras corrientes racionalistas inmersas en guerras y cambios de poder, se preocuparon especialmente en el poder ordenador de las palabras y el lenguaje.

10.10.08

me fui

foto by petite-a, mercado iglesia Saint Eustache

unos días a París,
pero ya estoy volviendo....

28.9.08

el ínfimo indicio

getta photo by Daveweekenses68
En el pensamiento tradicional chino el tiempo no se concibe en un curso regular homogéneo sino, como me pasa a mi menudo, como un proceso constituido de momentos más o menos favorables. El hombre sabio ha de estar disponible para responder a estos cambios y saber identificar el momento de la oportunidad, 时 shi, para las acciones o movimientos propicios. Lo que pone en movimiento las cosas, sin embargo, no es algo tan fácil de identificar, sino lo que en chino antiguo, ya en la fraseología adivinatoria del Yi Jing, se llamaba el “ínfimo indicio” o 几 ji. El instante entre el potencial y el acto real, lo ínfimo es el imperceptible comienzo del movimiento. En la medicina china constituye una noción sumamente eficaz, llámese lo ínfimo (几ji), lo ténue (微wei), lo quintaesencial (精jing) o el germen (端duan). Como escribe Anne Cheng, todo el arte del médico consiste en interpretar y reconocer los signos más sutiles cuando la enfermedad aún no se ha declarado. La visión del mundo que se desprende de una obra tan revisitada por los pensadores como es el libro de las Mutaciones, es aquélla en la que todo está relacionado, sin rupturas, en que nada es absoluto, independiente, como en nuestro mundo globalizado de hoy. Aquí lo invisible, lejos de tener una existencia distinta, se encuentra presente en lo visible en forma de signos. El ínfimo indicio, por tenue que sea, muestra el vaivén cíclico entre lo manifiesto y lo latente, un poco como hace el analista al analizar los sueños, o las formaciones del inconsciente.
Esa es mi receta otoñal, aprovechar lo propicio e intentar leer los signos….

Les dejo con un poema de Lu You, traducción al castellano a partir de la versión de Moudarren

En el pequeño jardín la hierba, como si de bruma se tratara, cubre la casa
Bajo la sombra de las moreras el camino serpentea
Reclinado leo poemas de Tao Yuan Ming

Y aunque no haya terminado el libro
aprovecho de la lluvia fina
para ir a labrar las calabazas

24.9.08

lo pequeño y lo revolucionario

foto by Kuu nel
En estas semanas de catástrofes y crisis financieras me pareció especialmente bonito encontrarme con esta frase de la psicoanalista Françoise Dolto: “desearía decirles algo a los políticos, es entre los 0 y los 6 años cuando más valdría que se ocupasen de los ciudadanos” El descubrimiento de F. Dolto fue sin duda para mi una revelación, y una de las razones por las que me acabé acercando al psicoanálisis. Al cabo de unos años pude ver un magnífico documental sobre su trabajo, editado por Gallimard. Dolto, analista especializada en la infancia, aseguraba que un niño siempre podrá asumir algo si se le dice la verdad, es en cambio, lo no dicho, lo no elaborado lo que puede dañarlo de verdad. Ella descubrió una nueva manera de hablar, entender y comunicar con los niños, revolucionó nuestra comprensión y comunicación con la infancia. Esta semana pasada me enteré de que a unos cuantos kilómetros de Barcelona existe desde hace años un espacio, l'Espai de Mar, inspirado en aquellas Maisons Vertes, que la Dolto junto con otros psicoanalistas crearon al final de los 70 en Francia y con las que yo soñaba hace años. Estas casas abiertas son espacios o dispositivos de acogida para padres y niños de 0 a 4 años y entre sus principales objetivos está la socialización y preparación para la separación del ámbito familiar antes de la entrada a la escuela, así como la prevención o identificación precoz de las dificultades en la primera infancia. El funcionamiento es muy sencillo y posee muy pocas reglas: el adulto ha de estar siempre con el niño, y se mantiene un cierto anonimato, al entrar sólo se requiere que se escriba el nombre del niño, su edad y quién lo acompaña en una pizarra; eso es importante, puesto que al acceder ahí sin historia previa, la palabra puede ir surgiendo tranquilamente. Analistas y especialistas en educación infantil están ahí a modo de acompañantes, respondiendo a las cuestiones. Se trata de un espacio público diferente del pedagógico que, como dicen sus creadores, cubre algo tan importante como atender y escuchar las dificultades que necesariamente surgen en el difícil proceso de crecimiento, y por tanto de separación entre madre e hijo.
Otro descubrimiento llegó estos días con una sesión de Feldenkrais a la que asistí algo desesperada por una antigua lesión en las vértebras que había reaparecido y me tenía inmovilizada desde hace días. Desconozco todo del funcionamiento de esta técnica, y no intentaré esclarecerlo en un primer momento, pero me maravilló la sutileza de las instrucciones que muy suavemente las manos del practicante van enviando al cuerpo del que recibe la sesión. De nuevo ahí encontré una resonancia con lo que me interesa últimamente: no hay nadie que te diga –en este caso le diga al cuerpo- has de ser así, has de hacer eso, has de estirarte de este modo, fortalecer aquí o relajar acá; las pequeñas, leves e inteligente manipulaciones van dirigidas al sistema nervioso, y a una cierta sensación de bienestar que el cuerpo es perfectamente capaz de detectar, no hace falta trabajar sobre una postura, una imagen, una idea, longitud o medida de lo que es la salud. Como en el análisis se trata de que todo ese imaginario se desinfle, pierda su interés, y de que los cambios ocurran en ese otro terreno que conocemos o controlamos siempre a medias…Sin tener una idea de qué es lo que sucedió, puesto que los movimientos y contacto parecen de lo más banales y pequeños, el dolor se desvaneció y mi cuerpo recuperó una sensación de ligereza increíble.

21.9.08

más allá


altar en japón, photo by Perkunas
Más allá del principio de realidad, más allá del principio de placer están esas decisiones que tomamos cada día. La vida nos la complicamos bastante, espero que estén de acuerdo, nosotros mismos. En eso pensaba estos días escuchando las confidencias de algunos amigos. Precisamente ayer, hojeando la versión española del libro de distintos testimonios acerca del encuentro con el psicoanálisis, La Regla del Juego, encontré estas iluminadas palabras de la analista Rose-Paule Vinciguerra:

El psicoanálisis constituye una subversión radical, no del saber, sino del lugar que se le da al saber. (…) Postula que ese saber difícil de adquirir es sin embargo simple. En el centro de las repeticiones, en medio de las enrancias, de las tormentos, de los errores y de los fracasos, hay en lo más íntimo del sujeto y sin que lo sepa, una decisión, no obstante totalmente articulada, de goce.

Nosotros lo llamamos goce, Freud lo denominó pulsión de muerte, para el neurótico de a pie se trata de eso que nos hace sufrir y que no deja de repetirse. También me gustó leer algo que dice el escritor Suso del Toro, que confía en el poder terapéutico de la palabra como en la ayuda de la química.

Pero sólo la búsqueda de sentido a través de la palabra nos hace dueños de nuestra propia vida, agentes de nuestra propia curación. La química muchas veces necesaria y a veces imprescindible nos somete, nos destruye en parte, mientras que la palabra nos permite reconstituirnos. El psicoanálisis parte de la dignidad de la persona, cree en la integridad del individuo y en su capacidad para afrontar el vivir. El psicoanálisis se basa en la esperanza, apuesta por la persona. Precisamente en una civilización que nos objetaliza, que nos escinde, que nos fragmenta, la creencia de que existe un deseo que nos sostiene, que puede orientarnos para encontrar lo más singular de nosotros mismos, hace al psicoanálisis digno de todo el respeto y nos invita a apostar por él.

Pero muy cierto que resulte todo esto, no me extrañaría de que de aquí a un tiempo, cuando alguien diga que va a ver a un psicoanalista, lo confundan con quien va a consultar a un tarotista, a seguir un tratamiento de flores de Bach, hacer un taller de constelaciones familiares o apertura de chakras, donde siempre hay un otro que tiene respuesta a lo que nos pasa. Vivo rodeada de gente que acudiría a quien fuese, a donde fuese antes que ir a preguntarse a sí mismo Perdónenme el pesimismo de estos días, raro en mí. Confucio decía, Con quien no sabe preguntarse “¿cómo actuar, cómo hacer?” yo sinceramente no sé cómo actuar...

14.9.08

quien responde

de la serie The Visitors de Charlotte Cory
Hay quienes hacen cosas, producen, hablan y actúan, muchas veces incluso trabajan, exclusivamente para que los de alrededor les concedan un lugar, una mesa, un sitio donde aposentarse y poder ser. Otros en cambio hacen cosas, producen, hablan, actúan, y quienes son muy afortunados consiguen incluso trabajar profesionalmente, por una razón que desconocen a medias pero que les consume, les apremia, no pueden sino hacer eso, por poco conveniente o práctico que les resulte a veces. El lugar que ocupan es otro, yo digo que es marginal, y por eso su visión de la realidad es distinta, la miran desde un margen, en órbita, desde dentro y desde fuera. Ahí están los inmortales exiliados, los poetas chinos, por ejemplo. La marginalidad no significa estar sin blanca o falta de reconocimiento o éxito; muchos de ellos viven o vivieron en la cresta de la ola y siguen siendo marginales.
Lacan, que era uno de ellos, reprochaba a su auditorio del año 56 que creyese tanto en la gramática. Su paso por la escuela se resume aproximadamente en haberles hecho creer en la gramática, dice, y usa la lengua china para mostrar un uso más laxo y real de los significantes y la gramática. Se refiere a lenguas en las que una palabra no es casi nada en abstracto, y cuyo sentido y función son en cambio definidas por su lugar, por la puntuación utilizada, y sobre todo por su encuentro con otras palabras. En ese momento está intentando demostrar que al hablarle a otro, y decirle tú… ese no tiene un sentido, consistencia o peso unívoco. Y que si pudiéramos escribir de modo fonético nos percataríamos de las diferencias de tonalidad y acento de cada . Dependiendo de la plenitud que le demos al tú… nuestro yo recibirá una u otra cosa. Ese “tú eres eso”, cuando lo recibo, me hace en la palabra otro que lo que soy (Lacan en el seminario 3)
Para tener una relación auténtica con el otro, para que el otro sea reconocido como tal ha de haber primero una identificación con el otro como semejante, una cierta relación especular. Sin embargo, y para no quedarnos en ese estadio de confusión ha de haber un lugar Otro, un yo tercero (que no es el yo-yo, ni el yo-en-ti) en el que precisamente reside lo que no conozco de mi mismo. Así, cuando tú te me pones delante, yo no sé del todo quién soy, ni quién eres, ni siquiera a dónde me llevará todo esto, pero la situación me permite ser y seguirte (en francés Lacan juega con je suis, tu es celui que je suis, eres el que yo/el que sigo).
Pero volviendo a mi idea de marginalidad, no sé por qué la relacionaba con los planetas. Tal vez por eso que dice el doctor Frikosal sobre el significado original de la palabra planeta, o por esa manera iluminada y creativa que tiene él de mirar el mundo y las cosas. Lacan habla también del movimiento de los planetas frente a la quietud de las estrellas, cuando introduce en su seminario 2 al gran Otro. Los planetas no hablan, dice, primero porque no tienen nada que decir, segundo porque no tienen tiempo, tercero porque se los ha hecho callar. Fue Newton con su teoría del campo unificado y la ley de gravitación la que les cerró el pico. Con esa nueva explicación, la realidad temporal y espacial quedó reducida a un lenguaje bien hecho, a una sintaxis. Creo que perciben aquí la oposición existente entre palabra y lenguaje (Lacan dixit)
Lo que tiene el tú, en cambio, es que responde, tiene boca. Permanentemente tendemos a razonar sobre los hombres como si se tratara de lunas, calculando sus masas, su gravitación. No es ésta una ilusión exclusiva de los eruditos: es especialmente tentadora para los políticos.
En su Mirall Negre, Manel Ollé colgó este verano un precioso texto poético en el que se describe la imagen de un hombre mirando las nubes en cuatro momentos de tu vida. Al final, ése sujeto que es ahora ya no mira las nubes sino que al mirarlas lo que hace es releer como los otros tres que fue las miraban. No ha habido únicamente tiempo, el viento los ha trabajado, “pots reconèixer-te en la contorsió flexible de l’olivera”
Es cierto, no hay sólo tiempo y espacio, nos trabaja el viento, el roce con las cosas y con los otros que, como nosotros, pueden siempre responder.

8.9.08

recojo crisantemos

Kyotosunlight, photo by Yuutamichael

Recojo crisantemos en el cerco del este,
Con el corazón libre, miro la montaña del sur,
Entre las brumas del crepúsculo, la montaña aparece magnífica
Las aves regresan juntas en bandadas
Reside en todo esto una significación profunda
Pero al querer expresarlo me doy cuenta de que he olvidado las palabras

de Tao Yuan Ming, traducción algo libre

Este poema pertenece a otra de esas antologías de Moudararren que picoteo estos días, como respiro, mientras termino el seminario 3 que me ha ocupado este último mes. Se trata aún de un Lacan temprano pero la conexión china aparece un par de veces. Incluye una pequeña conferencia que le encargaron a Lakhan con motivo del centenario del nacimiento de Freud. Es bastante bonita y concisa. Después de sus habituales rodeos enumera ciertas claves del descubrimiento freudiano, aunque su discurso se encuentra muy condicionada por sus propios descubrimientos en esa época. La originalidad de Freud, dice, la sal de la práctica analítica es el recurso a la letra. Yo no lo sé explicar bien, pero la letra es aquello que habla independientemente, sin que intervenga, el significado. Lacan utiliza el cuento de Poe, La carta robada, para ilustrarlo. En francés, además, carta y letra se escriben igual. El cuento trata de una carta que ha desaparecido de los aposentos de la reina. Sin que su contenido sea nunca revelado, regula y afecta el comportamiento de todos los personajes, el inspector de policía, el detective enviado en misión, el ministro de quien se sospecha, a la reina y el rey… afectando a sus relaciones y presidiendo sus intereses y movimientos.
Lo que decimos al hablar muchas veces, lo que se inscribe, nuestros significantes son el instrumento con el que se expresa un significado desaparecido, que ha sido borrado. Por eso la importancia del automatismo de repetición freudiano: se trata de la insistencia de una palabra que habla como esa carta, y no es tanto su contenido como lo que su irrupción revela

31.8.08

del (no) concluir

una flor en la playa en Formentera, foto mía
Este verano cambié de analista. Antes de tomar la decisión lo comenté con un par de amigos que me dijeron, deberás ir encontrando el modo de concluir. No sabía bien a qué se referían pero con el tiempo lo hice. La palabra concluir me resultaba todavía más enigmática. Cuando la decisión del cambio se hizo posible en mi cabeza, había algo que ya hacía tiempo había concluido, y en cuanto al resto no había nada que concluir, puesto que mi análisis continuaba, incluso se veía relanzado, en ciertos aspectos, mediante las preguntas o cuestiones que el cambio suscitaba y me obligaba a plantear e ir desplegando ante mí. Para el psicoanálisis la idea que tenemos de nosotros mismos, el yo, surge del encuentro con el otro. Se trata de una especie de imagen o relación especular que establecemos con nuestro semejante. El yo se constituye en torno a un centro que es el otro: la mirada, el deseo, incluso el objeto de deseo del otro serán determinantes para que yo establezca mi imagen, mi deseo, y mis relaciones con el objeto de mi deseo. El yo es ese amo que el sujeto encuentra en el otro, dice Lacan. Fuera de esta relación del yo con el otro, que para Lacan se encuentra presa de las trampas de lo imaginario y la certeza del delirio, añado yo, está la del sujeto que más allá de las imágenes, pregunta a un Otro que ya no es proyección, reflejo o ilusión virtual, sino un lugar en el que ir construyendo sentidos. Ese lugar suele ser desconocido, por eso decimos que lo interrogamos. En el análisis el analista evita quedar preso en la relación especular con el analizante, todo se organiza para que no hablemos con otro, sino que poco a poco nos dirijamos al Otro. Al cuestionar al Otro recibimos nuestro propio mensaje, nuestras respuestas. Con el tiempo nos damos cuenta de que no hay nadie más ahí respondiendo o construyendo respuestas ad hoc, así que las preguntas, a menos que nos las respondamos nosotros, pueden quedan sin contestar. El sujeto que se dirige al Otro es un sujeto que duda pero que sabe que cuando lo necesite podrá arreglárselas para encontrar alguna respuesta más o menos satisfactoria, más o menos temporal. Quien carece de dudas, sin necesidad de que se trate de una psicosis, está, para mí, más del lado de la locura. Quien por otro lado viva abrumado por ellas, aunque sea inconscientemente, y no logre responder a una buena parte de éstas desde ese lugar suyo que es el Otro ( el lugar de su deseo desconocido) y utilice a los amos que encontramos en los otros para hacerlo, también lo está. Tanto el que carece de dudas, como el que utiliza a los otros para no tener que responder él, tienen algo en común: hablan como si todo se pudiera decir en cualquier momento, como si todo se pudiera contestar, como si obturándolo todo con sentido pudieran acabar con las preguntas y los intervalos.
Una buena parte de lo que me alivia de China es precisamente eso: que no todo se puede decir en todo momento, aunque rebose verdad, aunque rebose certeza, uno dice lo que necesita decir por alguna razón y en un momento preciso, si no lo necesita decir, no lo dice y el siempre no existe. Sabe que su palabra no restituye ningún equilibrio cósmico, que lo atañe sólo a él, restituye en todo caso algo suyo. Entiendo que esta actitud no sea muy popular en nuestra cultura, y que yo me las arregle tan mal a veces para encontrar mi lugar aquí. Para Freud, según Lacan, la aprehensión de la realidad por parte del sujeto empieza cuando es capaz de decir esto no es mi sueño, o mi alucinación, o mi representación, es un objeto. En este sentido, aunque no sea así como la define el discurso analítico, la palabra también podría considerarse un objeto. Lo digo en ese sentido de extrañeza que puede causarnos, lo que nos distancia de ella. Hoy mientras pensaba en todo esto me acordaba de Bangkok y des sus ajetreadas calles... todo esto leyendo el título del penúltimo post de Bel, asociación libre, que diría Cacho de Pan.

27.8.08

el camino del hombre libre


well beaten path in by ippei+janine
Mientras nos tostábamos plácidamente al sol en un embarcadero turquesa ibicenco, Bel nos leía en voz alta algunos fragmentos de la estupenda entrevista aparecida en el dominical de el País a George Steiner. Decía cosas preciosas sobre las lenguas, y sus reflexiones giraban alrededor de asuntos diversos, llenas de humor, optimismo, curiosidad. Además aparecían un par de imágenes de su luminosa casa en Cambridge, llena de libros, con un pequeño jardín. Me gustó cómo comparaba la traducción simultánea con el orgasmo, haciendo referencia a la no-coincidencia o desfase temporal, entre sexos y significados. Yo pensaba en lo que dice Lacan:en el ser hablante no existe cópula ni relación sexual satisfactoria, en el sentido de coincidente, y ese mismo desfase aparece al traducir no únicamente de una lengua a otra, sino también cuando intentamos traducir con palabras nuestro pensamiento. A mí me gusta sostenerme y habitar varias lenguas, viajar de una a otra, sin lograr controlarlo todo de modo completo, sabiendo que entre yo y los otros existen esos pequeños abismos. Citó a Heidegger para hablar de la importancia de que sigan habiendo preguntas y no sólo respuestas. También me pareció ingenioso y oportuno cuando al ser preguntado sobre el tema vasco, respondió preguntándose a su vez si la dificultad para aceptar la realidad exterior de ese pueblo puede tener algo que ver con la singularidad y la rareza de su lengua. Llevándolo al tema chino, estoy totalmente de acuerdo con la tesis de J.F.Billeter cuando intenta desarmar la idea o mito del mundo chino como reverso del nuestro, encarnación de la alteridad por antonomasia, situado a nuestras antípodas. Billeter sostiene que tales discursos forman parte de un fenómeno ideológico: el verdadero secreto de tal construcción, política ante todo, radica en la instrumentalización de la lengua y la cultura por parte del poder durante las primeras dinastías del imperio chino, hasta hacer que éstas se confundieran y sirvieran de base del nuevo orden dinástico. Con el fin de hacer olvidar la violencia y la arbitrariedad con las que éste había surgido, éste debía parecer conforme al orden natural de las cosas, y uno de los elementos fundamentales que hicieron que esto fuera posible fue la escritura y el uso que se hizo de ella. Efectivamente una de las características de la escritura ideográfica es que, en un origen, los signos daban cuenta de las cosas del mundo, o al menos producían esa ilusión. China no necesitó desarrollar un sistema o aparato religioso demasiado complejo, puesto que la escritura suplía una parte importante de esa función: los ideogramas no traducían la palabra del ser humano, sino que hacía visibles las variaciones invisibles del mundo (como dice Lanselle) la vía del cielo. La escritura, siendo un conjunto de signos que representan las cosas sin mediación de la voz o de la letra, se encuentra entonces impregnada de un poder explicativo de los enigmas del universo: primero fue utilizada para fines adivinatorios, y de ahí pasó a ser un instrumento oficial, administrativo, ritual, analítico, incluso literario, pero durante siglos, desligado de la palabra. Los intelectuales chinos, como esos poetas de los que hablo a veces, no eran escritores que trabajaban plácidamente en la paz de su despacho, caligrafiando y bebiendo té. Su discurso tenía que evadir la censura, llevárselas con el amo y los inconvenientes de la vida funcionarial, las cosas rara vez podían decirse directamente. No es extraño que fuese Billeter el autor de un libro publicado a finales de los setenta y que me encantaría encontrar, sobre la vida de un escritor y pensador del siglo XVI, Li Zhi, el cual obsesionado con esa idea de libertad, rompió de manera radical con el mundo oficial y confucionista de los mandarines para poder escribir y decir lo que pensaba. Un vez pudo retirarse de sus cargos públicos a sus 54 años, en vez de regresar a su pueblo natal, optó por la vida errante, no dudando en entrar a formar parte de un monasterio budista, no por vocación espiritual, sino para que lo dejaran en paz. Los títulos de dos de sus libros, Libro para quemar, y Libro para esconder, donde se expresa libremente, y que fueron prohibidos durante un tiempo, resultan bastante ilustrativos. Billeter incluye en aquel libro contra F. Jullien, en un capítulo, algún fragmento del Relato emotivo sobre mi Vida, en el que el propio Li Zhi narra la siguiente anécdota: al llegar a una nueva prefectura, evita a toda costa presentarse ante la autoridad local, pero acaba recibiendo de éste una invitación, a la que se ve obligado a responder. Al final de la nota que le escribe en contestación no sabe cómo firmar. Escribir “vuestro colega” le parece pretencioso, pero “vuestro súbdito” implica demasiada sumisión, así que resuelve firmar con un “el extranjero que se ha parado en este lugar”. Cree encontrar con esta fórmula un equilibrio adecuado entre lo que se puede y no decir, que salvaguarde su tan preciada libertad.

18.8.08

a punto de partir

Sur le quai de Yokohama, Japon Illustré de Félicien Challaye, Paris 1915
Además de los poemas me gusta leer las biografías de esos poetas antiguos. Como sabrán, en la sociedad tradicional china los escritores o intelectuales, los letrados, solían prepararse para los exámenes imperiales y acceder a cargos públicos como funcionarios de la corte. A menudo eran enviados a diferentes regiones y ocupaban puestos diversos, principalmente civiles, pero también militares. Algunos de ellos provenían de familias humildes de funcionarios de provincias como Bai Juyi, otros crecieron en el campo o la montaña, como Meng Haoran, pero la mayoría pertenecían a familias acomodadas, Li Bai por ejemplo provenía de una familia de comerciantes, Wang Wei de nobles terratenientes. En otros casos se trata de familias de literatos de cierta fama, como Su Dongpo, Wang Bo, la poetisa Li Qingzhao o Lu You. Debido a los cambios repentinos de poder, las guerras, invasiones de nuevas familias dinásticas, rebeliones o meras intrigas políticas, se veían forzados a huir continuamente, o bien exiliados, expulsados, o enviados a vivir en las zonas fronterizas, lejos de la capital, incluso siendo vigilados. Algunos ocuparon durante largas épocas cargos importantes ejerciendo de gobernadores de distritos y alcaldes de ciudades importantes. Poseían preocupaciones políticas y sociales. Como consejeros del emperador no dudaron en recomendar la baja de impuestos en zonas afectadas por la sequía o la pobreza, emprender, como hizo de Su Dongpo, numerosas obras hidráulicas y mejoras urbanas o enfrentarse a los nobles en pro de los más desfavorecidos. A la mayoría su franqueza les costó su carrera, otros renunciaron a sus cargos y se marcharon a vivir al campo. Du Fu, por ejemplo, pasó la mayor parte de su vida en la miseria, un hijo suyo murió de hambre, y él murió de enfermedad en un barco, intentando regresar a su tierra natal. Wang Bo pereció ahogado en un barco a los 26 años cuando se dirigía a visitar a su padre exiliado. Meng Haoran fracasó los exámenes y regresó a las montañas a vivir como un ermitaño y escribir, aunque fue amigo de Wang Wei, Li Bai o Wang Chanling. Su Donpo se vio forzado a exiliarse a la isla de Hainan y ahí descubrió los placeres y la sencillez de la vida del sur.  Muchos de estos poetas, de jóvenes, antes de asumir sus cargos emprendieron viajes por tierras meridionales o pasaron temporadas en templos estudiando con maestros los textos taoístas y budistas. Tao Yuanming se dio el apodo de Caballero de los cinco Sauces, Bai Juyi se hacía llamar Ermitaño de la montaña perfumada o el Caballero Ebrio. El nombre de Su Dongpo, como ya hemos comentado varias veces, quiere decir cuesta del este y hace alusión a un pequeño terreno cultivable que se le ofreció en uno de sus destierros obligados. Para referirse a Li Bai se suele utilizar la expresión Inmortal desterrado, de él se decía que “tenía aires de inmortal y aspecto de taoísta, y era alguien con quien se podía compartir el viaje extático por los ocho confines (esto aparece en el magnífico prólogo de Anne Hélène Suarez en su libro A punto de partir). También he leído que él se hacía llamar Ermitaño de los lotos verdes. Ahora no recuerdo si Wang Wei, el poeta de la montaña vacía, estudioso del budismo chan  tenía algún sobrenombre. Fue sin embargo Bai Juyi el que dijo “me hice monje budista en casa”. Sobre la trágica pero interesante biografía de Li Qingzhao ya habíamos hablado aquí. Los temas preferidos de sus poemas son variados: exaltación de la naturaleza y la vida retirada, aspiración a la libertad y la felicidad, desprecio por los poderosos y mandarines corruptos, la amistad, rencuentro con amigos, y sus despedidas, bebida, amor, nostalgias de la tierra natal, la vida en zonas fronterizas, los viajes y destierros, las calamidades causadas por la guerra. Li Bai no quiso pasar los exámenes imperiales por lo que carecía de titulación; él aspiraba a encontrar contactos y mecenas que lo acercaran al emperador. Después de viajes y un largo periodo en la corte fue encarcelado y enviado al exilio a la provincia de Guizhou. No se dio ninguna prisa en llegar, tardó dos años en hacer ese viaje, ya que paraba en casa de conocidos, aceptando invitaciones, festejando y despidiéndose con banquetes de los amigos, escribiendo acerca de su desencanto, brindando con vino. Antes de llegar a su destino le llegó el indulto y emprendió con alegría el viaje de regreso.
Bueno, ahora soy yo la que me despido por unos días, no sé si me dará tiempo de pasar por vuestras casas antes de partir… hasta pronto!