19.4.10

de la falsa demanda y el silencio del Otro





Shitao (1642-1707) from the book Returning Home

Seguí pensando en la contemplación del paisaje que permanece silencioso, en el que uno encuentra entonces algo de sí mismo, y aunque en ese reconocimiento se produzca una especie de diálogo, el diálogo es mudo. También seguí pensando en ello fascinada por el trabajo de Andy Goldsworthy (¿conocen el documental sobre su trabajo con la naturaleza y el tiempo, la pérdida y también la mirada Rivers and Tides? Yo sólo conozco extractos… Las rocas, las nubes, los ríos y montes no hablan, tampoco las estrellas.
Pienso entonces en la angustia que produce el silencio del otro: una determinada falta de respuesta . En que si se hace insoportable en ocasiones es porque desvela algo de la falta propia, y mucho peor que eso, la falta en el Otro. Aquel que debía ser garante de tantas cosas, está igual de agujereado que yo. Lacan nos recuerda en su seminario que la esfinge de Edipo era una figura de pesadilla al tiempo que una figura cuestionadora, y que en esa pregunta suya encontramos la forma más primordial de la dimensión de la demanda. Recuerden, la demanda se opone a la necesidad, y siempre es en el fondo demanda de amor y de reconocimiento, (de un cierto vacío o imposibilidad) y no de cosas u objetos concretos que al ser entregados a modo de respuesta puedan taponar y obturar nuestro deseo.
Todas las trampas en que ha caído la dialéctica analítica se deben al hecho de que se ha desconocido la profunda parte de falsedad que hay en la demanda del neurótico. La existencia de la angustia está ligada a la circunstancia de que toda demanda siempre tiene algo de engañoso con relación a lo que preserva el lugar del deseo”
Es por eso que uno no deja de desplegar una larga serie de demandas al analista, al amigo que escucha, a la pareja, y al mundo entero… y en el fondo está mintiendo. Puesto que siempre es otra cosa, y otra…Y entonces lo que apremia es que aprenda a reconocerlo. Sin este aprendizaje un análisis siempre quedará inconcluso, y un analista no será tal.
Y en el mundo de los saberes, los intercambios y los datos, el reconocimiento de ese vacío intercambiado es más que subversivo. Ha de mantenerse secreto y en el marco de una cierta intimidad. El espíritu del pintor chino sigue enseñándome sobre todo esto. Me trajeron de NY un librito espléndido de Shitao, Returning Home, TaoChi's Album of landscapes and flowers, en el que aparecen –como en la imagen- unas pinturas y poemas caligrafiados que las acompañan A través de su búsqueda, avanzo en la mía.

"Media vida viajando por el norte y el sur, el polvo del viajero me ha envejecido.
Habiendo renunciado al mundo, aún me quedan amigos en este mundo.
He vagado durante demasiado tiempo como para poder sentir auto-compasión

Entre los monjes, rara vez encuentro a nadie con mi manera de pensar. "


Le escribía en una caligrafía a un amigo en Pekín en 1961.
Y en otro poema sobre su vida errática,

"Viajamos por rutas que se tendían en la distancia hacia la tierra de los inmortales.
Nuestros pies pisaron las nubes de los picos hasta que las nubes desaparecieron

Nuestra barca navegó sobre los tempestuosos dragones que logramos someter

Cuando los cinco colores del océano recibieron finalmente nuestras risas

Frente a la montaña, incesablemente cambiante, finalmente nos detuvimos.
"

En el arte de la pintura, de la caligrafía y la representación, la imagen muestra y disimula al mismo tiempo. Apunta a una presencia, pero disimula una ausencia (la cosa que representamos porque ya no está) La materia desaparece y aparece un trazo, la huella de una demanda-pregunta dirigida al mundo. La pintura viene a no colmar la pregunta con su respuesta silenciosa. Nunca vemos las cosas como son, sino que vemos las etiquetas que les ponemos a las cosas- escribía H. Bergson en Rire. Por fin conseguí ver aquel encuentro entre R. Enthoven y Klaus Speidel. Y estas son las notas que tomé.
La imagen ocupa un lugar intermedio entre lo que eso es y lo que queremos ver. Y en esa "mentira" se esconde nuestra media verdad.

10.4.10

cuando la letra insiste


Dancer, originally uploaded by manganite

il faut la suivre....


4.4.10

el silencio de Buda

by masaaki miyara

Según la tradición, las nieblas y brumas de los paisajes chinos son diferentes en cada estación. En primavera son difusas, ligeras y atrayentes, en verano ricas y densas, con un color azul verdoso que parece inundarlo todo, en otoño son fragmentadas y finas, poseen un brillo límpido y muestran reflejos rojizos, en invierno son oscuras y solitarias, tristes e indolentes, como si durmieran. El pintor conoce todo esto. Sus paisajes parecen surgir de un espacio ilimitado representado por la seda desnuda. Los antiguos no realizaban sus pinturas como puro registro de las cosas. Partían de las formas pero buscaban ante todo despertar algo en la mente. La pintura debía permanecer incompleta en sus formas puesto que era en la mente en la que se completaba la representación. También la elección de los objetos tenía un sentido ajeno al de la belleza: montañas, ríos, pinos, flores, bambú, peces, berenjenas o inmortales en sus travesías, daban cuenta de aspectos vitales que interesaban al pintor o transmitían algo importante o anhelado por ellos. Hay quienes pintaron toda su vida siempre los mismos motivos en una búsqueda interminable en su propio ser. Como Wen Tong, a quien su querido amigo Su Dongpo consideraba el gran maestro del bambú en todas sus versiones. “Puedo vivir sin carne, pero no sin bambú”, decía. Y de él proviene también el dicho “tener la imagen del bambú en la cabeza 胸有成 竹, para decir que alguien ha pensado mucho en una cosa, la ha hecho suya. En sus últimos años dejó de pintar “ Antes estudiaba el Dao pero no lo encontraba. No estaba en paz, no lo lograba. Así que no hacía más que pintar bambúes expresando a través de ellos mi búsqueda. Estaba como enfermo. Ahora la enfermedad se ha curado, por eso no pinto nada más.” Aunque Su Dongpo, que tanto lo admiraba, no lo acabara de creer.
El otro día, después de admirar unas pinturas de paisajes del pintor holandés Jan Both en el Prado, y en mi intento de seguir avanzando en ese camino del zen (psicoanalítico) pensaba en que quizá el silencio de esos paisajes sea una de las características esenciales de la fascinación que despiertan. Haciendo que uno se enfrente a algo con lo que se identifica, pero que permanece en silencio. El paisaje, por mucho que nosotros lo llenemos de palabras, permanece mudo.
Como el silencio de Buda. Una nueva sesión con Mercè Altimir me permitió pensar en la importancia de cierta falta de respuesta. Para Lacan ese silencio da cuenta de algo de lo real (no simbolizable, de lo inconsciente). Lo real, decía Lacan, es también un síntoma. Y la letra (la caligrafía, por ejemplo) no está ahí tanto para que se la interprete como para que se la siga. El psicoanálisis, al contrario de otras terapias que hacen hablar a prácticamente todo lo que nos pasa, también en el cuerpo, como si todo estuviera lleno de mensajes, sean religiosos o genéticos, es capaz de detenerse antes y dejar ese espacio de silencio. La angustia es lo que señala que no hay manera de pasar por el sujeto del deseo sin pasar por la experiencia del cuerpo, y en esa experiencia hay algo que siempre permanece en silencio.
En el libro de Osvald Sirén sobre textos chinos acerca de la pintura encuentro esta cita de Zhuangzi, “Si los que realmente conocen (la esencia del Dao) no hablan de ella, y los que sí hablan no saben, de dónde podrá el mundo sacar su conocimiento?"