24.9.09

Contes de l'incroyable amour

Hokkaido sea by Tetsumaru.

Me he recluído unos días para terminar algo pendiente, además de que continúo sin disponer de ordenador propio, porque el mío sigue en reparación. Les sigo leyendo intermitentemente, y sigo el viaje de Tetsumaru en su flickr. Me gusta la soledad de sus imágenes, tal vez porque explican algo de la mía.

El título del post pertenece al que es uno de mis discos favoritos, ever, Conte de l'incroyable amour, de Anouar Brahmen, brillante músico tunecino, intérprete él mismo del laúd (o oûd, como lo llaman ellos.) Siempre quise tocar el oûd... Lo he recuperado del fondo de una caja, lo cierto es que en esa época en que mi pareja era cellista escuchaba mucha música árabe, mucha cuerda también clásica, y por las mañanas me ponía un cassette con el ruido de las olas del mar.

Siguiendo los pasos de Davoine, e inspirada por Iluminaciones, con quien re-aprendo a mirar releí de una tirada el Teatro y su doble de Artaud. Efectivamente no es difícil encontrar las analogías con el trabajo de escritura y de transferencia que debe aparecer en el análisis. El doble que representa su teatro no es el doble de la realidad cotidiana y directa que conocemos sino de otra realidad peligrosa e inefable, imposible, que también experimentamos. El material que concierne al análisis no es toda esa habladuría banal que suele llenar una buena parte de las sesiones, y que ha de acabar agotándose, sino aquello imposible de decirse, de ser inscrito y que hay que acabar diciendo o inscribiendo, a través de ese espacio excepcional e íntimo de la transferencia. Me encanta una frase de un personaje de Davoine, un análisis no lleva más de dos semanas, pero hacen falta más de dos años para llegar a esas dos semanas. En el teatro al que apela Artaud, loco y visionario, como en la escena que buscamos los analizantes, hay una especie de sol extraño, una luz de intensidad anormal, donde parece que lo difícil y aun lo imposible se transforman de pronto en nuestro elemento normal.
Pensaba en una cita de un escritor y filólogo árabe que cita Freud en dos ocasiones,

"Lo que no puede tomarse volando
hay que alcanzarlo cojeando
…..
La Escritura dice: cojear no es pecado."
(Abu Hariri)

Tengo esa impresión de avanzar muy coja, casi arrastrándome, no conseguir levantar el vuelo. Está claro que nunca seré “uno de los nuestros”, y desde mis márgenes, las cosas del mundo parecen inalcanzables.

Señores, preparo una actividad para el próximo día 13 de octubre en el Teatre Lliure de Barcelona, se titula El desig en l'espectador (el deseo en el espectador), es el encuentro entre uno de los creadores escénicos más interesantes de este país, Roger Bernat, y un brillante y joven psicoanalista, al que tengo muchas ganas de escuchar, que además de ser un excelente clínico y estar especializado en temas que me interesan mucho, es compositor y músico, Iván Ruiz. El tema no es la escena ni en el creador sino la experiencia del espectador, sobre la que Roger lleva investigando un tiempo.¿Qué es lo que espera el espectador, qué es lo que le ocurre, qué es lo que sostiene su deseo, qué es lo que entra en juego cuando nos sentamos cómodamente en nuestra butaca, ante una pantalla, un escenario, o incluso cuando vamos a ver una exposición? Lacan, en su inspirada relectura freudiana desplegó una intelegente aunque extraña reflexión acerca de la mirada, a la que consideraba como objeto pulsional y de deseo, sin duda muy influenciado por su lectura de Merleau-Ponty. A partir de una experiencia personal de su juventud, en la que él se siente observado por un objeto al que está mirando, hace que la pregunta se dirija de nuevo hacia la experiencia del sujeto. El corto que escribí con imágenes robadas a Albértigo reflexionaba sobre eso. También Slavoj Zizek aporta algunas consideraciones interesantes. ¿vieron ustedes algunas escenas de su Pervert's Guide to Cinema?
No se trata de un simple encuento o mesa redonda, sino que la sesión está planteada como práctica de creación, o sesión de trabajo, en la que se hará una puesta en común, un diálogo en el que se incluirá al propio espectador, sin que sea uno de esas performances participativas que tanta pereza dan.
Les invito desde ahora a asistir. Entrada libre, y empieza a las 20h.
Volveré a hacer difusión, puesto que me preocupa la asistencia, y considero que la actividad se la merece.
Les dejo con el maestro Brahem, no se lo pierdan...



y también ésta, más mínimal

12.9.09

De lo que no tenemos

bus stop in Soya, by Tetsumaru

Algo de esas preguntas y vuestras respuestas sobre el ser quedaron flotando como polvo de arroz por mi casa. Como buena china que soy la pregunta sobre el qué no era tan importante como la pregunta sobre el cómo, o incluso el dónde. Me preguntaba concretamente estos días sobre el valor necesario para ser, para hacer, para intentar lo que somos. ¿De dónde lo sacamos, si en el fondo no lo tenemos, ese valor? ¿De qué está hecho y de dónde sale?
Después de años de creer equivocadamente que Descartes era un obsesivo de la razón, como serían hoy esos pesados cognitivos, y siguiendo los consejos de Davione, me deshice de prejuicios y estuve leyendo algo de su Discurso del Método. Descubrí a un señor bastante apasionante. Él mismo explica cómo después de acabar sus estudios se dedicó a viajar y a buscar por él mismo sus certezas: “Pero tan pronto terminé el curso de los estudios, al cabo de los cuales se acostumbra a entrar en la categoría de los doctos, cambié por completo de opinión. Me embargaban, en efecto, tantas dudas y errores que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el reconocer más y más mi ignorancia.” A veces no se consideró parte de los doctos, e incluso se abstuvo de publicar o de exponer ciertas cuestiones, sabiendo que su lugar era otro: “Mucho me gustaría proseguir y exponer aquí toda la cadena de las restantes verdades que deduje de estas primeras. Mas como sería necesario para ello hablar de muchas cosas que están en cuestión entre los doctos con los que no deseo indisponerme, creo que será mejor que me abstenga…” O también, con qué júbilo vivió su trabajo como si fueran revelaciones místicas: “No sé si debo hablaros de las primeras meditaciones que hice, pues son tan metafísicas y fuera de lo común que acaso no sean del gustote todo el mundo”. Es cierto, y creo que así lo explicaba Lacan, que Descartes resolvió y evitó enfrentarse a cuestiones más complejas y esenciales sobre la subjetividad con la baza divina, Dios. Pero tuvo el valor para cerrar su discurso admitiendo: “Y en efecto quiero que se sepa que lo poco que hasta aquí he aprendido no es casi nada en comparación con lo que ignoro y no desespero de poder aprender
Volviendo a ese valor del que carecemos, y sin embargo hacemos gala, ese valor que no poseemos muchas veces y que sin embargo usamos, y viéndome desprovista de la baza de ningún dios perfecto cartesiano, me acordé de las deidades japonesas que se encuentran por todos lados, y a los que no sólo se tiene en cuenta en construcción o rito, los Kami, sino a los que también se invoca para que nos den ese valor, nos protejan o nos guíen.

Buscando en el oráculo, descubrí que el kanji de su escritura es el mismo que espíritu en chino, shen, que combinado con el de esencia, jing, forman la palabra que designa el psicoanálisis 精神分析 (literalmente análisis de la esencia del espíritu, frente a la psicología, que en chino se escribe simplemente como 心理razón del corazón, o la mente, que viene a ser lo mismo en el imaginario colectivo)

Me pareció un acierto que en chino la psicología se sitúe dentro de ese corazón o mente, como la enervadura de un lugar de nuestro yo y nuestro cuerpo, mientras que ese otro saber sobre nosotros que nos aporta el análisis, quede des-localizado y pueda tener que ver más bien con ese espacio entre las personas, entre los saberes, y lo des-conocido.

Esta semana me enteré en el magnífico programa de filo de Raphael Enthoven en la radio de la publicación del libro de un joven filósofo, Cyril Deloro, cuyas investigaciones tienen lugar, en parte, en la intimidad de su consulta, intercambiando conversaciones filosóficas con pacientes psicóticos, "el otro no es un campo completo, sino una función".

Igual que Lacan me ha permitido hacer una lectura de lo oriental desprovista de lo exótico, la locura me está permitiendo acceder a lo filosófico, que nunca me apasionó, de manera vital. Y desconozco de dónde saqué el impulso para emprender tan extraño camino.


4.9.09

sólo la verdad es sexy

photo by masaaki miyara

Me acordé de esta frase atrevida, título de un disco del talentoso saxofonista afincado en Barcelona, Gorka Benítez, después de ver la película de I. Coixet sobre Tokyo. No vayan a verla. Y si ya lo han hecho o si por accidente se encuentran viéndola en el cine, aprovechen el tiempo puesto que es una buena lección de dramaturgia: ahí está casi todo lo que un guionista o dramaturgo debe evitar a todo riesgo. Todo es falso, innecesario y predecible. Los personajes no existen ni por sí solos ni en relación a los otros, y prácticamente nada de lo escrito merece la pena ser dicho, muy especialmente lo que se escucha en voz en off. Descubrirán lo que no puede ser obviado (en este caso la verdad, -con sus razones o sinrazones- de los personajes) y lo que sí debe ser evitado (intentar ser sexy, moderno y profundo copiando fórmulas y anuncios publicitarios, aunque sean los propios).
Esta mañana escuchaba en franceculture a un psiquiatra hablando de la relación entre memoria y salud mental. Basándose en la base más fisiológica de algunos procesos mnésicos decía que la psicoterapia era en el fondo una forma de aprendizaje o desaprendizaje. Me quedé pensando en esa idea de ir desaprendiendo (que no quiere decir olvidando) algunas de las ideas que nos obsesionan y gobiernan del pasado para captar algo de la verdad de nuestro presente y poder devenir más libremente.
La verdad, que no consiste ni sabe de fórmulas, tampoco es una cuestión de sinceridad, hay quienes a base de intentar serlo constantemente no hacen más que escabullirse. Y en cambio, con un buen par de mentiras, o a través de algunas fantasías, uno consigue ser más elocuente sobre lo que en realidad acontece.
Hoy he encontrado una frase de Wittgenstein que me ha gustado por su humildad tan china y me ha recordado a todo esto : ¿Qué es lo que se denomina observar? Más o menos: cuando se coloca en una situación favorable para obtener ciertas impresiones –con la intención , por ejemplo, de describir aquello que le enseñan. (de Lo Interno y lo Externo)