25.6.09

la paz de callarse

Miajima monk by jollywoodchopper

"El psicoanálisis tiene en común con el budismo el hecho de que no estamos en el psicoanálisis para hablar, sabemos por experiencia que cada uno de nosotros habla para al final encontrar la paz de callarse. Si hay que hacer esfuerzos para hablar es para, al final, podernos ubicar en un punto en el cual lo que hay no son palabras sino una respuesta, que para los neuróticos es la respuesta del goce. Y en ese lugar está, Lacan lo subraya, la paz, la justificación de este tormento que es hablar"

Esta tarde me he encontrado con este fragmento de texto de Eric Laurent por casualidad, pero lo cierto es que explica perfectamente lo que ocupa mi cabeza desde hace semanas. Aunque el trabajo del análisis se inicie a partir de una clara consigna de asociación de palabras, ideas, e interpretaciones y durante años uno no tenga otra tarea que la de decir lo primero que se le ocurra, y a partir de ahí ir elaborando, interpretando, y significando, poco a poco uno se da cuenta de que el objetivo no es el sentido de lo que decimos, sino lo que se produce al hacerlo y que el valor de todo lo que ocurre se encuentra más bien en la falta de sentido, en los cortes en el discurso, en un vaciamiento de lo textual que da paso a un tipo especial de acto, que ése sí, es más bien oriental. El acto que nos interesa nada tiene que ver con la actuación o aplicación de una consigna, como piensan los cognitivos, con tener que hacer algo porque signifique otra cosa. Al revés, el acto surge del agotamiento del decir y del sentido, de otro tipo de saber sobre uno mismo que ya no pasa por la palabra, sino quizá por el cuerpo.

En los Entretiens de Lin Tsi de Démieville:
El maestro sube a la sala y dice:”Entre un hombre que durante periodos cósmicos emprende la ruta sin dejar su casa, y otro que deja su casa sin estar nunca en ruta, ¿cuál de ellos es digno de recibir las ofrendas de los hombres y los dioses?"

El mal analista, el mal maestro, el que se equivoca al escuchar como suele hacer el psicólogo, es aquél que cree que lo importa es el sentido de lo que se dice, y no lo que provoca, lo que recorta, lo que esconde o vacía un decir cualquiera.

Lacan se inspiró sin duda de ciertos aspectos esenciales del zen en nuestra práctica. Mercè me comentaba este lunes que seguramente a través de la obra de Heidegger, que mantuvo una estrecha relación con filósofos japoneses de la escuela de Kyoto. También, como ya he dicho aquí más veces, en su concepción del la letra como litoral, como carta robada, como litter, deshecho, basura, ese texto vaciado y desgastado, que está del lado de lo Real, y lo indecible.

21.6.09

estuve de exámenes

summer taste, photo by masaaki miyara

estuve de exámenes

"El maestro sube al estrado y dice: sobre la masa de carne roja que sois hay un hombre verdadero sin situación, que sale y entra incesantemente por las puertas de vuestro rostro.- Y dirigiéndose a los monjes- Escuchemos un poco a los que todavía no han participado. Entonces un monje se adelantó y preguntó como era un hombre si situación. – Dímelo tú mismo, Dilo!. El monje dudó. – El hombre verdadero si situación es como el palo que se utiliza para limpiarse el culo.

"Otro día un monje pregunta, Maestro, ¿cuál es la tercera fórmula del budismo?, el maestro responde, “Observad las marionetas que se manipulan sobre el escenario. En todo momento, para hacerlo, hay un hombre en su interior”

"Otro día un monje vuelve a preguntar cuál es la gran idea del budismo. El monje levanta de nuevo su espantamoscas. El monje emite un grito, khât!, el maestro grita a su vez khât!. El monje duda. Entonces el maestro lo golpea. "

(traducción algo libre de fragmentos de los Entretiens de Lin-Tsi, traducidos del chino por Paul Démieville, Paris Fayard 1972.

Créanme si les digo que gracias a mis lecturas freudiano-lakhanianas he conseguido avanzar algo en el camino del Chan o Zen en japonés, y viceversa. El sinólogo Paul Démieville decía que la concepción de mente como absoluto era una aportación del budismo enunciada por la doctrina del “nada más que pensamiento” introducida en China (desde la India) a principios de la dinastía Tang, y desarrollada luego por las distintas escuelas. Para el Chan el absoluto es universal y vacío y sólo puede aprehenderse en el destello de una intuición, para la que la mente y el espíritu han de ser ejercitados. Eso permite recuperar la idea tradiconal china del flujo natural y espontáneo, y enunciar más tarde aquello del no-pensamiento, 无念 wu nian, y la no-acción, 无为 wu wei. Cuando Lacan quiere distinguir la esencia del inconsciente freudiano del resto de teorías psícológicas surgidas a principios del siglo XX es muy específico al respecto: nada tiene que ver con la ambigüedad en la conducta, con un saber futuro que aún no se conoce, algo que se debe desenterrar, una especie de secreto… sino con algo de la naturaleza de un corte, de una laguna o lapsus, algo de una ruptura que se inscribe en una cierta falta. El inconsciente es algo que siempre se escapa, fugaz e inasible, y cuyo único punto nodal es el deseo, su medio la palabra, el acto fallido, el sueño…No hay verdad sino lo que esconde el deseo en su falta… El objetivo de la escuela de Linji (Lin-Tsi en trasncripción antigua, y Rinzai en Japón) es también el de liberar la mente de sus estructuras mentales y la tentación de acudir a muletillas o puntos de apoyo ya conocidos, para poder obtener la iluminación total e instantánea. Aunque la aridez de su método es peculiar: golpes, bastonazos, invectivas y sinsentidos, preguntas irresolubles, anti-discursos, los famosos kôan, para provocar algo del transitorio satori. Yo que me he sentido muy golpeada últimamente, no he podido evitar regresar a estas lecturas para poder avanzar algo en mi propio análisis, en mi humilde comprensión del mundo. Especialmente zen me parece la indistinción entre exterior e interior en la que insiste el psicoanálisis: el inconsciente es aquello interior al sujeto que se realiza únicamente en su exterior, es decir en el lugar del Otro.
Me da la sensación que a partir de una cierta edad, el tipo de respuestas que uno busca no pueden eludir el paso por el otro, por la propia experiencia y el cuerpo y algo de esa falta en ser y sentido. Y quedarse con el otro tipo de respuestas no funciona más que de coartada para no pasar por ello.

9.6.09

ai weiwei en tiananmen

foto de la acción de Ai Weiwi publicaca por Danwei.org

El artista chino Ai Weiwei ha publicado un pequeño texto en su blog y realizado una acción individual en Tiananmen, para mostrar como en China siempre se ha podido hacer algo con la censura, y decir lo que debía ser dicho, pareciendo no decir nada, fingiendo estar diciendo o haciendo otra cosa... llevándoselas con el amo, que diría Lakhan.

la noticia está en la página en francés Rue 89, para los que no leéis cómodamente en inglés o francés os traduzco el texto que aparece en ella, que Ai Weiwei publicó en su blog:

"Olvidemos el 4 de junio, olvidemos ese día ordinario. La vida nos enseña, bajo el totalitarismo, que cada día es el mismo. No hay "otro día", "ayer" o "mañana". No necesitamos verdad parcial, ni justicia parcial, no necesitamos honestidad parcial.

Sin libertad de palabra, de expresión, sin libertad de información, sin elecciones libres no somos un pueblo, no necesitamos recordar. Sin la posibilidad de recordar, hemos escogido olvidar.

Olvidemos cada caso de persecución, cada caso de humillación, cada masacre y cada tentativa de esconderla, cada mentira, cada muerte. Olvidar cada momento de sufrimiento, y olvidar cada momento de olvido. Y así esos "hombres de honor" podrán parecernos ridículos.

Olvidemos los soldados que dispararon sobre civiles, los estudiantes cuyos cuerpos fueron aplastados por las ruedas de los tanques, el silbido de las balas, la sangre sobre las grandes avenidas y los callejones, una ciudad y una plaza sin lágrimas. Olvidar las mentiras interminables, los dirigentes que esperan que todo el mundo olvide, olvidar su cobardía, su carácter maléfico e inepto. Debemos olvidar porque deben ser olvidados. No podremos existir hasta que no hayan sido olvidados. Para existir, debemos olvidar."

6.6.09

sin compostura


photo by masaaki miyara
Ayer no conseguí llegar a la conferencia que daba Colette Soler en la escuela de los Foros Lacanianos, en Accep. En cambio hoy sí acudí a la última sesión del seminario de este año, dedicado a los discursos, donde también participaba ella. Parece ser que ayer C.Soler planteó una cuestión que se encuentra cercana al centro de mis preocupaciones (la escritura y la letra, la cura en la psicosis, el legado chino…) y que denominó con el nombre de Inconsciente Real, en contraposición con el inconsciente simbólico (el que hace síntoma, cadena significante, asociación libre, sueño, discurso) y que se relaciona (el real)con el final de análisis. En cuanto mis últimos compromisos del curso me lo permitan, debo armar un pequeño texto resumen con las notas de lo trabajado este año con Mercè Altimir en las sesiones de El color del Viento, y éstas apuntan en direcciones paralelas.
Hoy se planteaba el análisis que hizo Lacan sobre el discurso capitalista, como regulador de una estructura social. Ante la pregunta inevitable de cuál podría ser la salida a este modo de organización económica globalizada capitalista, aparecía –casi a modo de koan o respuesta zen- la de un cambio en el deseo: es decir, la de la generalización de un deseo-otro, que viniera a objetar el deseo predominante de hoy (consumo, producción y grandes éxitos) y que nos permitiera salir del callejón sin salida en el que nos encontramos.
Me gustó que C.S. hiciera mención a esa figura tan china a la que hace referencia Lacan siempre, la del Santo (que no coincide con la del religioso occidental, sino más bien con la de Gracián o Mencio) cuyo deseo es peculiar, no canónico y lo distingue del rebaño.
Me alivió también que señalara una realidad de la clínica de ahora, la de mi generación, y un cambio importante respecto al pasado. Antes los sujetos acudían al analista en busca de un saber que los liberase. Ahora en cambio, los desposeídos habitantes de un mundo arrasado por la destrucción y la precariedad, acudimos con la pregunta y el deseo de poder construir algo, una profesión, una familia, un proyecto vital que se desintegra en nuestras manos nada más alcanzamos a tocarlo.

Aunque no soy en absoluto fan de las ediciones de poesía china de Hiperión (¡qué desafortunadas!) ni de su selección del famoso 寒山 , este poema me ha parecido tan adecuado para estos días, que no he podido resistir el traerlo:

Si los que saben me vuelven la espalda,
y yo vuelvo la espalda a los que ignoran,
a quienes no son sabios ni ignorantes
decido no escuchar más desde ahora.

De noche canto al brillo de la luna,
bailo entre nubes cuando el alba raya...
¿o debo mantener la compostura,
con esta pelambrera enmarañada"

de Han Shan, El Maestro del Monte Frío, traducción de Lola Diez Pastor.

Por supuesto no hablo de no escuchar a los demás, sabios e ignorantes en un mismo saco, sino tal vez sólo escuchar aquello que dicen, sabiendo que siempre llega filtrado por una palabra letra, que nunca consigue transmitir el exacto sentido de lo que desea. Sólo escuchar como quien lee poesía. Ante ese fracaso originario, dice María Zambrano (y nunca podré agradecerle lo suficientemente a Bel que me la redescubriese) la poesía no toma conscientemente posición alguna, no se hace problema, sino que se abraza al fracaso, se hunde en él sin pretender resolverlo. No le intereresa actuar, porque su actuar es su (bien) decir… puro Lakhan chino

2.6.09

de lo auténtico

Anne Teresa de Keersmaeker, en su solo Once



Los dioses decidieron darme un respiro y este sábado me condujeron a la sala grande del teatre lliure donde Anne Therese Keersmaeker presentaba un solo, Once, inspirado en canciones de protesta de Joan Baez. Salí de ahí transfigurada y agradecida, aunque me temo que muchos modernos quedaron decepcionados y perplejos ante la elección textual y musical. El espectáculo estaba impecablemente construido, y resultó exquisito. Ella sola, en un escenario desnudo, con dos o tres objetos, y al fondo una lona negra sobre la que se proyectaban las letras de las canciones, que la veterana coreógrafa sabía hacer jouer, en su sentido más amplio, intercalándolas con silencios, con su propia voz y la experiencia del cuerpo. Es curioso que la magia, que no suele ser inmediata ni gratuita, empezara a instalarse para algunos de nosotros, precisamente, a partir de un par de cambios de luces. En vez de hacerse, como es habitual en la danza, de forma imperceptible y sincronizada con los cambios escénicos, música o dramaturgia, ocurrieron deliberadamente fuera de tiempo, devolviéndonos, como en metáfora, una mirada. De repente, como explica Lacan, “aquello que es luz me mira, y gracias a esa luz en el fondo de mi ojo, algo se dibuja”, entro entonces a formar parte del cuadro…. Lacan descubre en la mirada eso que él llama "el privilegio del sujeto", una relación reflexiva en la que, en el momento en que yo percibo me siento observado, y mis representaciones me pertenecen. Entre el ojo y la mirada se abre un abismo: mientras el ojo pertenece a lo biológico y lo objetivo, la mirada se convierte en puro objeto causa y satisfacción parcial de mi deseo, en puro objeto-a.
Ayer, en cambio, fue el documental de Wang Bing 王兵, He Fengming, en el cccb. En prácticamente un único plano de tres horas escuchamos el relato autobiográfico de una anciana, testimonio de los estragos de la Revolución Cultural. El realizador planta su cámara en el salón de su casa y como mucho llega a acercar el mismo plano en cinco o seis ocasiones. Wang Bing renuncia a hacer algo más de su mirada y su ejercicio de contención o de renuncia deviene inquietante, pero potente. La anciana es la que nos mira y sostiene con su deseo el nuestro propio. El arte de escuchar equivale casi al del bien decir, cita Lacan al principio de una clase. Busco entonces en lo chino, Un término antiguo, 诚 cheng, que utiliza Mencio para hablar de lo auténtico. Está compuesto por el radical de palabra 言 y por elemento 成 cheng, que significa realizar, llevar a cabo. La autenticidad no consiste sólo en realizarse uno mismo, en usar las palabras correctas, sino que por ella se realicen las cosas, en conseguir una actuación coherente. Realizarse uno mismo es humanidad, permitir que se realicen las cosas es sabiduría, Mencio dixit.