24.4.09

cuando el tiempo se detiene

rainy day by mboogidown
Me ha sorprendido una furia indomable, im-posible de domar precisamente, creo, porque era atrasada, porque pertenecía a otro tiempo, o porque tal vez no era toda-mía, pensaba, pertenecía aún a otros…. Esta vez la dejé venir, sin cerrarle ninguna puerta, y sentándome sobre de ella, pensé en el zen y el butoh, donde el sensei suele plantear preguntas: ¿dónde estabas antes de nacer, ¿dónde estamos cuando el tiempo se detiene? Me pregunto sobre el “fuera del tiempo”, me imagino yo sin mi furia, ahí sentada, sobre un olvido, y hasta me sorprende que no me resulte difícil hacerlo. En otras culturas es más corriente que se desdibujen los límites del yo, experimentando algo de un encuentro con el otro, en el que se transfieren experiencias de manera natural. Parece ser que en su origen la palabra griega therapôn hacía referencia a ese tipo de relación dentro de los relatos homéricos, Davoine habla de los soldados, compañeros de batalla entre los que se teje una complicidad indestructible, de doble ritual, hombre ceremonial según Wittgenstein, donde uno se hace cargo del otro aún cuando uno de ellos ya no está y se siguen encontrando en sueños. Como en aquel poema de Du Fu a Li Bai, siempre exiliado, en que Du Fu se pregunta por su paradero y dice habérsele aparecido en sueños.
No dejen de leer el precioso post de Frikosal en el que el sueño de un bicho, Bombylius, se confunde con el suyo propio, en una relación con esos seres enigmáticos de la naturaleza que el propio doctor reconoce como terapéutica.
Davoine para avanzar en sus investigaciones sobre el tipo de relación transferencial que le interesa, y que yo sólo he encontrado debidamente salvaguardada en el psicoanálisis, evoca al maestro zen que utiliza el kôan paradójico y absurdo para devolver a su interlocutor su propio saber, sus propias palabras, y el teatro nô como paradigma de la comunicación con esas otras dimensiones fuera del tiempo, hechas de pedazos de lo Real. En escena aparece un peregrino, que de camino hacia algún sitio se topa con un personaje modesto que se encuentra trabajando ahí, tipo un jardinero o un sirviente. Le pregunta por el sitio donde se encuentran. No es un lugar cualquiera, sino un sitio marcado por un acontecimiento pasado: una batalla, una catástrofe, una victoria o un naufragio, cuya memoria custodia el jardinero. Cansado del viaje, se echa a dormir un rato y en sueños le aparece un personaje de otro tiempo. Sus rostro está cubierto por una bella máscara de madera, su cuerpo envuelto en un suntuoso kimonos antiguos, ha venido para explicar la epopeya de su familia y el desastre sucedido, cruzándose de ese modo ambas temporalidades. Davoine compara al analista con el peregrino que presta su inconsciente para que sirva de puente entre los dos mundos, el del analizante dentro de la temporalidad compartida, y el de más allá, fuera de todo tiempo, que no deja de acecharle.

13.4.09

de la renuncia y la inutilidad de los príncipes


Quizá una de las cosas que la gente olvida con más facilidad del psicoanálisis, siendo sin embargo esencial, es la renuncia por parte del analista a ocupar el lugar de poder que su saber le otorga sobre el material previamente desplegado por el analizante. Y aunque de saber vaya la cosa, a eso se le añade el deseo. El deseo de analista hace referencia precisamente a una renuncia necesaria, para que el trabajo se haga verdaderamente bajo transferencia y no bajo sugestión, como suele ocurrir en el resto de terapias. El trabajo de Lacan sobre los 4 discursos surge de un intento de sistematización del paso del discurso del amo a otras modalidades que le permiten acabar por definir el del analista. Como decía Wittgenstein sobre la filosofía, “todo lo que la filosofía puede hacer es destruir ídolos, Y eso significa no crear ninguno nuevo” Acaba de salir publicado en español por una interesantísima editorial independiente y combativa de la Rioja, Pepitas de Calabaza, este bonito libro (de la imagen) que recoge polémicas de dos excéntricos chinos del siglo III en torno a la inutilidad de los príncipes amos y los efectos nocivos de la sociedad para la salud!! Seleccionadas y presentadas por Jean Levi, han sido traducidas del chino antiguo y cuidadosamente anotadas por Albert Galvany. He disfrutado mucho leyendo a sorbitos estos días las exposiciones y refutaciones en torno a la vida de los príncipes y letrados, como máximos impostores, acerca de las ideas de los sabios taoistas entorno a la higiene vital, la alimentación y la vida espontánea, y cómo unos y otros citaban los clásicos y los episódicos históricos para defender sus puntos de vista. Como señala Levi en la introducción, la forma de debate en la antigua china resultaba especialmente rica en enseñanzas y promovía la exposición filosófica, para estos éstos se trata de afirmar la posibilidad de una sociedad en la que el poder carezca de poder, también a través de una clase de renuncia y desobediencia. "Al igual que las bandadas de pájaros que pugnan por la subsistencia y se precipitan sobre los cereales y gramíneas diseminados en los jardines y en los estanques públicos, se ven ahora hordas de letrados que, ansiando una posición desahogada encubren sus intenciones para acomodarlas a los usos vigentes. Sostienen en sus manos tablillas de bambú y pinceles con los que esperan obtener una vida de holganza y reposo; volcados en acumular estudios y en dilucidar los textos ortodoxos, confían en eludir así los rigores de labranza del campo. Al hallarse en apuros deciden dedicarse al estudio para, gracias a ello, conquistar un renombre". A mí siempre me gustó aquel trozo del Dao De Jing que retoman a menudo en la discusión los dos sabios irreverentes y que en la obra de Lao Zi, con traducción de Anne Hélène, dice así: cuando el gran curso es abandonado/ aparecen humanidad y justicia/ cuando surgen la inteligencia y el saber/ aparece el gran artificio/ cuando los seis parentescos no son armoniosos/ aparecen piedad filial y amor paternal/ cuando los señoríos se sumen en el desorden/ aparecen los vasallos leales.
Al mismo tiempo en medio de mis investigaciones davoinianas encontraba una cita preciosa de La Boétie, en su Discours de la servitude volontaire, en la que interrogándose por el poder del amo tirano dice algo así “no es más que un hombre, el más cobarde de la nación, es aquél al que si no le dais nada, si no lo obedecéis ni lo combatís, permanece desnudo y derrotado, y deja de ser algo. ¿De dónde saca pues su poder? Del cuerpo del pueblo que se ha convertido el cuerpo mismo del tirano. El que manda sobre vosotros no tiene más que dos ojos, dos manos, un cuerpo. ¿De dónde ha sacado tantos ojos para espiaros, sino de los que vosotros le dais (…). ¿Cómo iba a atreverse a atacaros si vosotros no estuvierais de acuerdo?"
Precisamente esta semana pasada leía un artículo maravilloso de un analista brillante acerca de algunas de estas cuestiones de renuncia a la servitud del amo y el goce, en los que analiza con lucidez los síntomas de la contemporaneidad, sin acudir a banales lugares comunes del discurso terapeútico y dilucidando algunos puntos clave de nuestro lazo social… pero eso será para una próxima vez.

5.4.09

primavera

shadows at the yard, photo by beggs

El mundo es aquello que vemos y sin embargo uno debe aprender a mirarlo* (* Merleau-Ponty)

Llámenme rarita pero una de las cosas que más me gustan de asia, ademá del arte de apilar, es el arte-de-la-maceta, que junto con los patios es una de mis especialidades favoritas de los barrios de hutones en Pekín. Hace unos días descubrí una chica en Tokyo, cuyo nombre en flickr es Tsuyatsuya, con mi misma obsesión.
Dentro de unas semanas empieza el siempre anhelado Baff, y ya es hora de ir preparando cuerpo y espíritu...

repito un poema de Su Dongpo que, no obstante, pertenece al verano, encontrándose de visita en un monasterio taoista

Ciruelas púrpura y calabazas amarillas perfuman el camino del pueblo
mi gorra de paño negro y mi vestido taoísta de cáñamo blanco están frescos

la puerta del templo acaba de cerrarse, la sombra de los pinos ha girado

apoyado sobre mi almohada, el viento en la ventana, me adormezco en ensoñaciones...