27.8.07

la pulsión de saber

photo by jenifernyc1
A veces sueño con ser una persona de acción. Estos últimos días concretamente con Jason Bourne. Después de disfrutar de la tercera entrega en gran pantalla, su Ultimátum, me quedé hasta altas horas de la madrugada en casa embebida con su Supremacy e Identity , cuyas imágenes y secuencias me acecharon después durante días. No es sólo que esté excelentemente rodada, o montada, es la fuerza arrolladora de la búsqueda de su protagonista que resonaba en mí como un eco en stereo. Tampoco es la primera vez que me quedo hechizada por una historia cuyos personajes principales se encuentran poseídos por el deseo imperioso de saber y comprender. Me ocurrió hace unos meses con Zodiac, de David Fincher, de guión clásico, brillantemente dirigida y fabulosamente ambientada en el San Francisco de los setenta. En Bourne además está la dimensión de la memoria como medio privilegiado para la reconstrucción de la identidad perdida. La omnipotencia del personaje encarnado por un impecable Matt Damon la entiendo, por ejemplo, como fruto de esa pulsión imparable…No sé si en lenguaje psicoanalítico se podrá hablar de pulsión de saber en estos casos, pero a mi me gusta llamarlo así. Freud habla de la pulsión de saber en el niño en esa época crucial de su desarrollo cognitivo y emocional en que movido por el enigma sobre el origen e identidad del ser humano no para de preguntar e investigar, y alrededor de la pregunta subyacente, de dónde vienen los niños, florecen esas 10.000 otras, que le permitirán la constitución de sus primeras teorías sexuales.
Este verano conocí a dos niños que me impresionaron, Tullio y Zeno. Tullio es un precioso niño de rizos dorados de algo más de tres años que vive en un palacete destartalado y luminoso a las orillas del Lago Maggiore, y no para de preguntar el por qué de todas las cosas. La carrera de preguntas y preguntas era tal que en un momento dado su padre le pregunta si tiene hambre y él le contesta que no, y precipitadamente añade, ¿y por qué no tengo hambre? Está abierto a todo, y cualquier acontecimiento exterior desencadena un juego que como la energía, no desaparece nunca, sino que se transforma. Zeno, en cambio, tiene ya catorce años, y vive en una pequeña casa en el campo a unos pocos kilómetros al norte de Venecia, rodeado de gatos, perros, dos higueras y toda clase de bichos campestres, desde hace unos años sentado en una silla de ruedas. Su madre es una bella y valerosa veterinaria rural que cuida sola de él y su hermana Zoe, su padre murió trágicamente cuando Zeno tenía dos años. Dos años más tarde Zeno fue diagnosticado de una enfermedad incurable de origen genético, a la que seguramente se le sumaron la tristeza y la incapacidad para entender la brutalidad de su pérdida. Zeno sueña con trabajar algún día cuidando animales, y lo que más desea en estos momentos es poder tener pájaros en casa, de los que ocuparse y a los que poder observar durante horas.
Mi verano ha estado marcado por la sensación extrañísima de encontrarme frente a un enigma. El tarot de Marsella vino conmigo en la maleta, igual que el año pasado, en que mientras viajaba por China, me servía de brújula o ejercicio interior que debía practicar, cual gimnasia matutina, en trenes, hoteles y aeropuertos. Contrariamente a lo que pudiera parecer, el enigma no está en lo que las cartas responden, sino en la naturaleza verdadera de la pregunta, como ocurría con la Esfinge de Tebas.
Me acordé de lo que decía Lacan: toda la interrogación freudiana, no sólo en su doctrina, sino en la experiencia del propio sujeto Freud que podemos seguir a través de las confidencias que nos hizo, a través de sus sueños y el progreso de su pensamiento, toda ella se resume a esto ¿qué es ser un padre? O de la pregunta que se encuentra detrás de todo avatar histérico, ¿qué es una mujer? Y yo frente a mi enigma, soñando con que la carta XVII me facilitara alguna pista. Al regresar a Barcelona me encontré con la agradable sorpresa de los amigos, con el Pendu de Cacho de Pan, y las lecturas de Bel(lezza), que como siempre me abrían nuevos horizontes interiores (su cita de Maeve Brenan, Home is a place in the mind...) para darme cuenta de que la pregunta no es nunca una y es cambiante, y lo esencial es poder contar con esos interlocutores que uno elige, ya que como dice el maestro zen, es del Otro de quien recibiremos de forma invertida nuestro propio mensaje.

15 comentarios:

toni.b dijo...

Bon dia V.

Yo también en estos dias de verano me encontré con Bourne, fué a partir de las críticas que leí en la prensa de la tercera película. Pero al reves que tu, lo que hice no fue ver la tercera sino dirigirme a la primera y la segunda (no las habia visto) para después conectar con el fin de la trilogia. Seguramente hoy veré la tercera.

Estoy de acuerdo contigo en lo de la pulsión de saber. Todo vacio, y la amnesia -más manifiesta o menos manifiesta, ya que todos la sufrimos- no deja de ser un vacio, nos lleva a la búsqueda. Otra cosa es llegar a percibir ese hueco, ese vacio...

Pero yo queria llamarte la atención sobre otra dimensión del personaje: Bourne es un sujeto que corre, que no puede dejar de correr. Es alguien que no puede parar, que va de un lugar a otro. Este signo aparentemente simple, es el que -a mi modo de ver- le confiere parte de su dimensión épica y de su valor como objeto de identificación: Esta dimensión también está sujeta -pienso yo- al hecho de poder reconocerla -o no-, como decia al respecto de la amnesia.

Saludos.

Belnu dijo...

Qué interesante post y qué interesante comentario sobre el sujeto que corre. Y el niño que pregunta, antes de pensar en las razones dramáticas de su interrogación y en la vía de los pájaros, capaces de volar, me he acordado de la niñez de G., cuando me lo preguntaba todo, constantemente, sin fin, una pregunta llevaba a otra y me exigía auténticos esfuerzos de respuesta. Me preguntaba también en pequeños rituales para averiguar de dónde había salido cada objeto: A quina botiga? A quin carrer? Quería saber los nombres de esos lugares, aunque no pudiera identificarlos. Él contestaba sin dudar a mis preguntas retóricas: D'on has tret aquests ulls de marbre? le pregunté una vez en el coche, mirando las aguas grises de sus iris mientras él se echaba en mi regazo. De la ulleria que hi havia dins la teva panxa, dijo él. Y luego, justo antes de dormirse me preguntó: Mare, les formigues tenen telèfon?

Dante Bertini dijo...

algo operístico, entre lágrimas, -nunca sabemos que movimiento exterior tocará sensiblemente nuestras agallas- comento su post.
el niño de los pájaros en ese lugar que describes como un paraíso en la tierra, podría haber sido yo, lo sé...tuve más suerte, pude correr como bourne intentando encontrar ese "mí mismo" que siempre va un paso más adelante.
gracias por la foto gigante de matt damon, ese muñeco con nariz de madera, ese pinocho que no miente y corre.

el objeto a dijo...

Hola Toni, gracias por tu visita y tu acertada aportación: me gusta mucho eso que dices sobre la amnesia que todos sufrimoms y ese vacío que nos lleva a la búsqueda. Y tienes mucha razón en la dimensión épica de este personaje y en el valor de ese aspecto especular que vale la pena reconocer: Bourne corre porque no puede hacer otra cosa, cuando veas la tercera parte, fíjate en una de las últimas secuencias, su determinación cuando llega a su último destino en la película, y sabe finalmente lo que debe hacer.
Ya me dirás qué te ha parecido el Ultimatum.
Un abrazo,
va.

el objeto a dijo...

qué bonitos recuerdos del sabio Gui!, gracias Bel por esa bonita imagen del coche y esas preguntas como pájaros...

Conocer a Zeno me conmovió mucho más de lo que yo podía imaginar, me alegro de que resonara en algo para ti, querido D., en esa pregunta demasiado grande que nos permite volar. Y qué bien que nuestro "mi mismo" vaya siempre un paso por delante! cuánta razón tenés...

. dijo...

El ultimátum de Bourne me recuerda mas a Memento que a Zodiac.
Interesantes vacaciones.

Un saludo.

Belnu dijo...

Preguntas como pájaros!

el objeto a dijo...

recuerdo el impacto de Memento y cómo maravilló a tanta gente, pero la reconstrucción era más artificiosa, más mecánica, no la recuerdo demasiado bien. Debería revisionarla. Lo que tenía Zodiac era la simplicidad, la narrativa tan clásica, casi teatral, todo eran diálogos. Me conmovió esa determinación interna, casi íntima de cada personaje con respecto al saber

Anónimo dijo...

contesto aquí lo de los acentos: cuando llegué a cataluña me llamaba la atención que mi acento llamara la atención, que sonara extranjero.
en buenos aires todos hablábamos distinto y a mí me parecía de lo más normal. ni padre era italiano, mi madre de corrientes, cercana a brasil.
tampoco las voces eran iguales.

el objeto a dijo...

yo te contesté al anterior en el de zelnu y ahora te contestaré en el tuyo ;-) cachito e'guarani que recorrió la pampa

Belnu dijo...

Y cómo es Corrientes? Me encanta ese nombre de lugar

Dante Bertini dijo...

corrientes es tropical, muy caliente, de tierras rojas y verde intenso, todo ello en mi memoria de niño. hace añares que no ando por allí.
gossip touch: Matt está casado con una argentina de apellido Bozán; no paran de estar embarazados!

el objeto a dijo...

hola chicos! como veís he tenido problemas de nuevo con el módem de Ono y he estado algo ausente. NOhe seguido lo de Corrientes, pero sí el gossip de Matt: bravo por Bourne y fémina latina! bueno, voy a ponerme un poco al día

Anónimo dijo...

Escribo "pulsión" en el Google y apareces tú, con tus viajes a Italia este verano, tus niños interrogantes y tu tarot y mi divorcio cuya onda expansiva empieza a debiltarse ahora aunque siempre quedará como radiación de fondo. Muchas coincidencias y yo no creeo en las casualidades. Tendré qeu sacar tiempo para frecuentarte

el objeto a dijo...

gracias Beau Geste por tu visita y tus palabras afines,
aquí tu gesto será bienvenido!