21.12.08

(des)occidentada

photo by Hatoya
Así como quien no quiere la cosa, he estado unos días en Dubai. Es una ciudad artificial, donde a excepción de un par de barrios de callejuelas sin demasiado interés ni historia, no se camina por la calle sino que se recorre en coche, lo que para mi es un horror. Quien piense que Pekín es una ciudad atravesada por autopistas se equivoca. Que vaya a Dubai. Trabajé, recorrí hoteles y centros comerciales y aluciné bastante. Encontré, sin embargo, varias cosas que me gustaron. Una de ellas sigue siendo la llamada al rezo, también presente en el resto de países árabes. Siempre me parece que esa voz, que es un canto, viene de otro lugar, con otra consistencia más poética e interior. Como ocurre en las películas o en los musicales cuando los pensamientos más íntimos de los personajes se hacen audibles, las voces que ellos escuchan pero los otros no, desde otra dimensión en la que el tiempo objetivo se detiene. Como si esas rupturas temporales pudieran hacer más vivible el resto del día. También me gustó el rastro,- únicamente visible aún por lo real de la geografía y algún detalle folklórico-, de esos pueblos del desierto, beduinos y nómadas, anteriores al descubrimiento del oro negro. Pescadores, recolectores de perlas, comerciantes y artesanos, criadores de halcones y músicos. Civilizaciones creadas con la conciencia de que cualquier cosa que construyeran podía quedar enterrada bajo la arena y desaparecer con el paso de los años. No es de extrañar entonces la espiritualidad latente, ¿qué otra cosa puede hacer uno cuando sólo cuenta consigo mismo, sino mirar al cielo estrellado que cubre mar y desierto? La otra cosa que me gustó fue la cortesía, que además de oriental, tal y como comprobé también sabe ser árabe, como la hospitalidad. Curiosamente me había llevado en la maleta algunos textos lakhaniano-japoneses, recogidos en aquel número del Campo Freudiano Lacan y la Cosa Japonesa que me pasó Mercè. Discusiones y ponencias que hacían referencia a dos textos de Lacan principalmente: Aviso al lector japonés, y el artículo Lituratierra. Ahí encuentro mucho de lo que me interesa: ese tipo de lengua sostiene un tipo de lazo social, en el sentido lacaniano de discurso, más refinado. Mientras todo el formalismo japonés (lenguajero y social) es leído desde aquí como algo engañoso y artificioso del que tendemos a desconfiar, Lacan nos recuerda en cambio que es esta ficción la que mejor sustenta la verdad: el que no todo se pueda decir siempre, el que muchas cosas sólo puedan decirse a medias, el que siempre aflore la pregunta de si ese gesto es sincero o una mentira, si la palabra que yo pronuncio puede dar cuenta de la representación que yo me hago en la realidad, todo ello es constitutivo de la más natural de las interlocuciones. La cortesía permite además que el sujeto se identifique con unas reglas escritas, unas formas establecidas, y no con unos rasgos específicos de su consistencia e identidad. Que pueda descansar un poco de tanto sí-mismo. El sujeto japonés, que para decir yo dispone numerosas formas y términos, dependiendo de a quién se dirija (el yo gramatical no es una entidad única, sino que depende del otro o tú al que se dirige) permanece más libre de ataduras, sin tener que estar dando cuenta constantemente de su supuesta robusta e indestructible consistencia existencial. Lacan habla de la variabilidad esencial de la verdad en la cortesía, que en vez de remitir a un único trazo unario (un trazo de personalidad, por ejemplo) que la defina, remite a un cielo constelado. Como en esos pueblos del desierto...
Y para aquellos que alegan que tanta formalidad (en la cortesía por ejemplo) impide la emergencia de la subjetividad, que no le permite a uno ser o saber quién es, un analista japonés explica que ellos entienden el formalismo ante todo como una manera de adaptación al mundo exterior en cualquiera de sus formas, comprender y formalizar las cosas extranjeras, en esto consiste el espíritu tradicional formalista de su cultura.
Esa referencia a las cosas extranjeras, me hizo pensar en algo que escuché el otro día: la verdad es extranjera para el ser humano, inmerso como se encuentra en el mundo del lenguaje, las identificaciones y los semblantes. En el análisis ocurre algo paralelo. Al analista no le interesan demasiado los contenidos y significados profundos de todo lo que decimos. Al menos su escucha flotante no es eso a lo que apunta, sino a leer algo de esa forma, a la que en psicoanálisis llamamos letra, que se deja leer sin por ello tener que estar reivindicando todo el tiempo, la consistencia de nuestro ser.
Hoy estuve algo densa, lo siento, fue parte de ese des(a)occidente inesperado

12 comentarios:

frikosal dijo...

Dubai, que interesante y misterioso viaje!
Pero esa ciudad de coches que describes ya no es tan atractiva. Las llamadas a los rezos son preciosas, estando de viaje. Si yo viviera allí creo que no me gustarían.

Vicent Llémena i Jambet dijo...

Quizá no sea tan importante expresarse como tolerarse, de vez en cuando nos expresamos, es cierto, de un modo absoluto o muy rayano con lo total, aunque nunca es total claro, en el amor, en el acto del amor o simplemente al abrazar a una mujer a la que amamos, pero lo cierto es que no todo descansa en la comunicación, no todo descansa en lo perfecto y lo absoluto, también hemos de comprendernos, entendernos, y eso pasa por los símbolos como son la cortesía o el llamar al canto del corán a los feligreses, un poco unir lo interno con lo externo, el eterno dilema del ser o no ser, nuestro ser interior en términos generales con nuestro yo exterior, el supuesto e inexistente otro.
Mi psicoanalista que está presta a jubilarse me comenta que quiere estudiar la lengua china, y sus símbolos, no es sólo cosa tuya, sino que muchos de los que estamos ligados al psicoanálisis tenemos esa afición o mejor ese amor, y como amor no puede ocupar el todo, no se puede amar todo el tiempo.
Bien no has estado espesa, has hecho un buen artículo y además con la experiencia de un viaje de trabajo, yo aunque tengo algunos prejuicios con respecto a la religión musulmana no dejo de admirarme por su forma de vivir, por su humanidad, bien me despido con otro viaje en la cartera, los países árabes o asiático-árabes. Espero ir algún día y mezclarme entre sus vidas, aunque la vida es tan corta.

Vicent Llémena i Jambet dijo...

Disculpa se me había olvidado hablar de la identificación en los países donde hay más de un yo, no creo que tengan ningún problema y quizá no tengan un sentido de la unidad de "ser" sino que estén en un perspectivismo más rico y sano.

el objeto a dijo...

hola!
Frikosal, pensaba que estarías de escapada familiar. Sí, tienes razón, esa llamada al rezo es interesante por la extrañeza que provoca y seguramente porque no entiendo lo que dicen. Si lo entendiese, si viviese yo ahí, es posible que también me molestara. Pero eso es lo bueno de viajar, el sentimiento de extrañeza, esas otras perspectivas de las que habla Vicent!

Vicent, perdona! acabo de ver tu correo con lo del apellido, ya está rectificado. Pensé que lo había puesto hace tiempo y el otro día me di cuenta de que no era así, y lo hice con prisas...
Me gusta tu inicio "quizá no es tan importante expresarse como tolerarse", Quizá simplemente para tolerarse sea necesario expresarse y para comunicar la tolerancia también sea necesaria. En todo caso una cierta renuncia y un cierto compromiso son las que al final nos permiten cierta ganancia,como encontrar un lugar frente al otro, por ejemplo.
Interesante el deseo de tu psiconalista, el interés por el chino, ya sabes que yo creo que tiene su lógica, esa pasión por la letra, la escritura, por una determinada ética.
yo también tenía algunos prejuicios con los países musulmanes, desconfío de la religiosidad exaltada, del machismo, de la violencia. Por eso me ha gustado descubrir otras cosas más amables e interesantes. Viajar a pequeñas dosis, con tranquilidad y con tiempo, tiene su interés. Aunque hay veces que sin salir de casa uno puede también llegar muy lejos. El autor de Tintin, por ejemplo, que parece ser nunca salió de Bélgica!

felices fiestas!
abrazos

Petrusdom dijo...

Muy interesante tu exposición del viaje a Dubai. Lo único es que habría que relativizar el uso del término oriental.
Saludos cordiales.

el objeto a dijo...

hola Petrusdom,

estoy de acuerdo en que, en general, es mejor relativizar conceptos como oriental u occidental, y tantos otros de esos "grandes" conceptos, pero la verdad es que en mi blog, en el que no hablo de otra cosa, no tendría demasiado sentido

Anónimo dijo...

La verdad es que el discurso personal nunca debe ser a medias, aunque no todo pueda decirse o deba, no exime de lo otro. Por norma arbitraria, podría ser, la gente que cierra su discurso suele ser mejor entendida, o se las comprende mejor, más completamente, y esto no es fácil. No sé si el analista tiene esto en cuenta a la hora de evaluar, en esa abstracción de la escucha que dices, pero es significativo. En fin, casi todo esto parte de una imaginación fructífera, o de una forma de estar en el mundo. O pudiera ser de un deseo. Y es cierto, que cómo el paisaje cambia el pensamiento, lo modifica, e influye en el, como todo lo que nos rodea, en circunstancia.
Bienvenida de nuevo.
Iluminaciones.

JH dijo...

No sé si densa pero es un placer leerte... Es muy interesante lo que dices. un abrazo

Ser-ahi dijo...

Hola objeto a! Interesante tu experiencia en Dubai, que bueno poder viajar y conocer distintas culturas y ciudades!

Me gusta mucho algo que escribiste y que habias nombrado en otro de tus posts, "que no todo pueda decirse siempre", y no conocia que el sujeto japones tiene distintas maneras del yo y que eso depende de a quien se dirija, es interesantísimo, y como bien tu cuentas, permite alejarse del sí mismo, del yo único.

Y coincido totalmente con que la verdad es extranjera para el hombre, aunque todavía me cueste tanto creer en ello.

Como cada vez que paso por tu casa me llevo algo para pensar..

Felices fiestas!!!

Un abrazo!!

el objeto a dijo...

hola Iluminaciones, ya he pasado por tu "casa" y te lo he escrito, he encontrado el libro de C. Mailard y me ha gustado mucho lo que he leído, es precisamente lo que andaba buscando...sin saberlo!
Yo no me refería tanto a un querer decir a medias, a no cerrar un discurso por voluntad propia, como a la incapacidad que uno siente después de haber hablado o comunicado, de que no lo ha podido decir todo, de la aceptación de esa imposibilidad,

el analista lo que espera es que el analizante hable y hable, de lo que sea, cuanto menos "pensado y meditado" sea mejor, cuanto más libremente uno hable mejor, es en ese fluir de lenguaje en el que aflora el inconsciente, lo no sabido, lo olvidado, las asociaciones...

hola Jose, gracias por la visita! Sí que me pongo algo densa, pero es la única manera que tengo para ir desenredando algo con palabras, ordenarme y avanzar...

querida elPasaelTiempo, me ha hecho mucha gracia lo que has dicho de que todavía te cueste creer que la verdad nos se extraña"
Precisamente el libro que me recomendó Iluminaciones y que había citado en su blog, los Diarios Indios de Chantal Maillard hablan de ese mundo de semblantes e ilusiones, el maya, en el que espero poder zambullirme estos días

felices navidades veraniegas para tí,

abrazos a todos

Belnu dijo...

Ahora veo más claro tu hilo del desierto, el tiempo, el vacío que se llena. A mí la llamada del muecín siempre me fascina, la recuerdo en Sarajevo, en Estambul... Creo que te gustaría mi historia de Isabelle Eberhardt...

Unknown dijo...

bonito post!