



Shitao (1642-1707) from the book Returning Home
Seguí pensando en la contemplación del paisaje que permanece silencioso, en el que uno encuentra entonces algo de sí mismo, y aunque en ese reconocimiento se produzca una especie de diálogo, el diálogo es mudo. También seguí pensando en ello fascinada por el trabajo de Andy Goldsworthy (¿conocen el documental sobre su trabajo con la naturaleza y el tiempo, la pérdida y también la mirada Rivers and Tides? Yo sólo conozco extractos… Las rocas, las nubes, los ríos y montes no hablan, tampoco las estrellas.
Pienso entonces en la angustia que produce el silencio del otro: una determinada falta de respuesta . En que si se hace insoportable en ocasiones es porque desvela algo de la falta propia, y mucho peor que eso, la falta en el Otro. Aquel que debía ser garante de tantas cosas, está igual de agujereado que yo. Lacan nos recuerda en su seminario que la esfinge de Edipo era una figura de pesadilla al tiempo que una figura cuestionadora, y que en esa pregunta suya encontramos la forma más primordial de la dimensión de la demanda. Recuerden, la demanda se opone a la necesidad, y siempre es en el fondo demanda de amor y de reconocimiento, (de un cierto vacío o imposibilidad) y no de cosas u objetos concretos que al ser entregados a modo de respuesta puedan taponar y obturar nuestro deseo.
“Todas las trampas en que ha caído la dialéctica analítica se deben al hecho de que se ha desconocido la profunda parte de falsedad que hay en la demanda del neurótico. La existencia de la angustia está ligada a la circunstancia de que toda demanda siempre tiene algo de engañoso con relación a lo que preserva el lugar del deseo”
Es por eso que uno no deja de desplegar una larga serie de demandas al analista, al amigo que escucha, a la pareja, y al mundo entero… y en el fondo está mintiendo. Puesto que siempre es otra cosa, y otra…Y entonces lo que apremia es que aprenda a reconocerlo. Sin este aprendizaje un análisis siempre quedará inconcluso, y un analista no será tal.
Y en el mundo de los saberes, los intercambios y los datos, el reconocimiento de ese vacío intercambiado es más que subversivo. Ha de mantenerse secreto y en el marco de una cierta intimidad. El espíritu del pintor chino sigue enseñándome sobre todo esto. Me trajeron de NY un librito espléndido de Shitao, Returning Home, TaoChi's Album of landscapes and flowers, en el que aparecen –como en la imagen- unas pinturas y poemas caligrafiados que las acompañan A través de su búsqueda, avanzo en la mía.
"Media vida viajando por el norte y el sur, el polvo del viajero me ha envejecido.
Habiendo renunciado al mundo, aún me quedan amigos en este mundo.
He vagado durante demasiado tiempo como para poder sentir auto-compasión
Entre los monjes, rara vez encuentro a nadie con mi manera de pensar. "
Le escribía en una caligrafía a un amigo en Pekín en 1961.
Y en otro poema sobre su vida errática,
"Viajamos por rutas que se tendían en la distancia hacia la tierra de los inmortales.
Nuestros pies pisaron las nubes de los picos hasta que las nubes desaparecieron
Nuestra barca navegó sobre los tempestuosos dragones que logramos someter
Cuando los cinco colores del océano recibieron finalmente nuestras risas
Frente a la montaña, incesablemente cambiante, finalmente nos detuvimos."
En el arte de la pintura, de la caligrafía y la representación, la imagen muestra y disimula al mismo tiempo. Apunta a una presencia, pero disimula una ausencia (la cosa que representamos porque ya no está) La materia desaparece y aparece un trazo, la huella de una demanda-pregunta dirigida al mundo. La pintura viene a no colmar la pregunta con su respuesta silenciosa. Nunca vemos las cosas como son, sino que vemos las etiquetas que les ponemos a las cosas- escribía H. Bergson en Rire. Por fin conseguí ver aquel encuentro entre R. Enthoven y Klaus Speidel. Y estas son las notas que tomé.
La imagen ocupa un lugar intermedio entre lo que eso es y lo que queremos ver. Y en esa "mentira" se esconde nuestra media verdad.