japanese raddish by masaaki miyara
Este fin de semana hemos visto tres películas y esta semana nos esperan unas cuantas más. Vivir en el Baff es más fácil que vivir en Barcelona, de eso no hay duda. Este año, además, Albértigo es miembro del jurado en la sección de cine digital y cae bien puesto son varias las digitales que había anotado en mi carnet de baile. Creo que la programación del Baff anime esta edición es excelente. En Parade encontré personajes, rincones y preguntas sobre el Japón y sus trastornos actuales que me interesan. Me salté la brutal The Coast Guard de Kim Ki-duk, construída también alrededor de la locura. Curiosamente son los cineastas asiáticos los que ya llevan tiempo identificando e interrogando diferentes tipos locura que irrumpen con fuerza en lo real de una modernidad tan imparable como paradójica todavía para algunos. Y eso en un momento en que China sufre una oleada de ataques a escuelas con serias preguntas sobre la atención a la salud mental. De Face, rodada en Francia por veterano Tsai Ming Liang, logré salvar poco más que unas imágenes y ciertas reflexiones interesantes acerca del cansancio, la belleza como máscara insoportable y –esto ya eran mis conclusiones- lo absurdo e inerte del ensimismamiento.
Me gustó Eatrip,(aquí el trailer, la vuelven a pasar el miércoles) de Yuri Nomura, documental alrededor de la comida japonesa, con entrevistas y secuencias de personajes diversos: desde un comerciante de pescado de quinta generación en el Tsukiji Market, a una ama de casa que vivía y comía de manera orgánica autoabasteciéndose con sus hijos en una granja en Okinawa, a una cantante que producía su propio arroz, un monje zen de 90 años que abogaba antes por un mundo real que por un paraíso prometido, o un maestro de la ceremonia del té, Sen Sooku, que con su humor y sencillez me recordaba a mis sabios chinos Me gustó cómo hablaban de las estaciones, el respeto en el pasado por los tiempos y los diferentes ingredientes. Cuando se abre la flor de cerezo el sabor del bonito es más suave. O esa mujer que siempre había querido vivir cerca de un curso de agua natural y lo había conseguido. La alegría de ese monje zen que creía en la importancia de una vida vigorosa, no alocada, ni llena de realizaciones, sino de vigor. También me gustó una respuesta que dio otro personaje cuando le preguntaban sobre lo importante de la comida: para ella era que el acto de comer fuera acompañado de algunas palabras, de alguna comunicación, aunque fueran para uno mismo. Comer y sólo comer, como cuando uno come delante de la televisión, estaba incompleto si no se daba cuenta de ello de alguna manera. El que más me gustó fue el maestro de la ceremonia del té y su encuentro con un joven actor. Todo estaba lleno de rituales y símbolos, un poema caligrafiado en la pared, los gestos cuidados, la luz de la habitación, la pulcritud de los kimonos y los tabi blancos, unos dulces de arroz glutinoso y soja para poder apreciar mejor el amargor del té verde, pero éstos sólo tenían sentido en la espontaneidad del disfrute del momento y la taza de té.
june swoon
Hace 10 años
8 comentarios:
Qué suerte de oleada oriental refrescante que otro años me ha arrastrado! En fin, este año me toca perdérmelo...
resulta apetitosa esa película sobre el comer...entiendo muy bien lo de comer con palabras, por eso a veces es tan triste comer con alguien con quien ya no se puede-quiere dialogar y tan alegre hacerlo con (buenos) amigos
Me he dado cuenta últimamente y lo digo por lo que dices de que algunos todavía ven lo paradójico de la cultura moderna, que goce y deseo son la misma cosa, que van de la mano y separados, en un medio camino en el que se complementan.
Decía Antonio Machado que había una segunda inocencia y era no creer en nada.
Un beso de Vicent.
Hola Vanessa! Qué bonito post! Me imagino esos rituales y símbolos de los que hablas, creo que la cultura oriental está llena de eso.
La lectura me provocó una especie de alto, de parada, dentro del tiempo que corre y yo corro con él.
Gracias por ese corte! y por tus palabras en mi blog..
besos!
Carla.
Sí, a Trías costaba entenderle en sus conferencias cuando se insertaba en la estética, en el arte, pero era interesante verlo desde otro lugar, no como algunos artistas que asumen la posición del filósofo, sin corresponderles. Me refería a Freud en lo de abarcar, claro. Y la postura que dices, reconocer fracasos y avanzar..esa rareza.
Gracias por ese recordatorio..
iluminaciones.
bueno Bel, el Baff este año lo sustituyes por un viaje mejor, un viaje aún más real y refrescante!
querido Dante, después de tu festival de Lleida imagino que no tendrás el cuerpo para más maratones de cine, pero hay cosas muy buenas, diferentes e interesantes!
Sí, son tristes esas comidas en silencio
Vicent, como siempre llegas tú con tus lecturas acertadas, sí, es eso, esa inocencia que es segunda y que uno adquiere después de la experiencia, no antes. Gracias!
hola Carla, me alegro ese contrapunto de las películas asiáticas en barcelona a tu ritmo frenético vital de estos días, sí, esos rituales están ahí, pero sólo para sostener algo espontáneo y verdadero, y eso nos cuesta entenderlo a veces a los de aquí! Siempre es un placer leerte, en tu blog o aquí.
Gracias Iluminaciones por las aclaraciones, sí, es verdad, a mí también me molestaba eso de Freud a veces, y por el contrario envidio su persistencia a pesar de los fracasos, de los que él era consciente, y los obstáculos, y sí que es una rareza.
El artista no es un filósofo, tienes razón, son ellos (los artistas) no obstante los que abren caminos, los que se avanzan, aunque sea a ciegas
Tal y como describes Eatrip, dan ganas de verla...
Qué rico...vivir en el Baff. Te envidio :)
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