vista de la rue de Lyon, París, 1910.
Este sábado estuvo en Barcelona invitado por Apertura Claude Dumézil, uno de los analistas del círculo de Lacan, miembro de su Ecole Freudienne, y fundador años más tarde de la interesante Analyse Freudienne . De aspecto casi búdico, por su expresión parecía veinte años más joven. Esa juventud era una mezcla de desapego y pensamiento crítico unido al deseo, pensaba yo, y una falta de ensimismamiento que valoro especialmente . Como dijo Jorge Belinsky, que se encontraba entre el público, hay que estar muy de vuelta de todo para venir a hablarnos de lo que nos habló. Aunque el título de su ponencia era discreto, Identificaciones y Transferencias en la Cura, Dumezil no dio grandes rodeos y fue directo al grano: “en el análisis, las resistencias más importantes son las del analista”, citando a Lacan. A partir de la idea que comparto de que el analista tiene un lugar en la estructura del otro, comentó que para él ser analista es un síntoma, y -distinguiendo a este analista de aquéllos que empiezan un análisis no por verdadero deseo sino por coyunturas de su situación profesional en el campo de salud mental u otros,- dijo que ser analista no es algo que se adquiere o se aprende sino que forma parte de la estructura propia del sujeto. El deseo de analista (diferente del deseo de ejercer de analista) pertenece según él a un elemento arcaico del sujeto, algo que se encuentra ya ahí y que la formación viene sólo a “afinar”. La formación “domestica” algo de un conflicto interno que ya existe con anterioridad. Puede parecer una verdad de Perogrullo pero lo cierto es que tales consideraciones deberían tener sus consecuencias y a veces no las tienen, con esa inercia normalizadota tan en boga hoy en día. Aunque se supone que el analista ha acabado con sus identificaciones, lo cierto es que su total neutralidad no es posible. Dumezil acabó hablando, con elegancia y humor y de forma nada pretenciosa, de algunos casos que se hacen intolerables o insoportables para el analista, im-posibles de escuchar y se interrogó sobre ello. Antes intentó dar cuenta del camino de dos direcciones en el que tiene lugar el encuentro entre analista y analizante y que él articuló alrededor de tres zonas de intersticios. Me interesaron esos tres lugares evocados, en los que a veces se hace difícil saber qué es lo que pertenece a quién, recordándome a los encuentros entre el maestro zen y su discípulo que describía Lin Tsi. Estructura e historia personal, imagen y palabra, verdad del deseo y realidad psíquica. También hizo resonar en mí algo de las investigaciones Davoinianas, y otra cuestión que me rondaba por la cabeza desde hacía días, y que Lacan supo aclarar muy bien en lo referente al análisis y la transferencia, con la fórmula de una nueva relación del sujeto al saber: el éxito de la transferencia no depende del saber del analista, sino del saber que le supone el analizante, y del lugar de saber que el analista renuncia a ocupar. Para Lacan, como para Jacques Rancière, el saber no es una cuestión de contenidos sino de posiciones, también la cuestión de verdad como adecuación a la realidad, y lo mismo pasa con la memoria. En el fondo no puede ser más chino: todo depende del lugar que uno ocupe, en relación al resto de elementos. En el transcurso del análisis he descubierto lugares que he ocupado y ocupo para llevármelas con el mundo. Son lugares muchas veces imaginarios que no se corresponden con lo que me rodea ni con mi verdadera situación. El trabajo de análisis consiste en hacer caer esas identificaciones imaginarias, forzándonos a salir de esos lugares, que un buen día dejaron de funcionar como coartada y se transformaron en pesadas cadenas, molestas para uno mismo y para los demás. En la clínica actual vemos que ese lugar imaginario puede ser también una falta de lugar. El saber del propio análisis apunta precisamente a identificar todo eso. Las toneladas de páginas que leemos, las miles de horas en seminarios y las discusiones de casos no nos desvelan ningún saber secreto, restringido al resto de los mortales, pero sí un saber sobre el corte, sobre la agrimensura de los terrenos pantanosos en los que nos movemos los seres-hablantes.
Cuando Lacan aportaba una interpretación a un sueño, por ejemplo, recordaba Dumezil, casi nunca daba la clave, sino que ésta debía venir del paciente. Algo similar pasa con el cierre de las sesiones. ¿es realmente el analista el que decide, o la decisión proviene a modo de respuesta por parte del paciente. Como dijo Dumezil, a menudo “es el inconsciente el que se cierra”. En la lectura del inconsciente yo me decanto por Wittgenstein y Lin Tsi para los que en el momento crucial de la transferencia se hace difícil saber quién se encuentra en qué lugar.
june swoon
Hace 10 años
20 comentarios:
ya fuimos preapocalípticos?
lo digo por la foto, parisinamente veneciana.
Del lugar que ocupo poco sé, así que mejor me callo.
Sí, y aunque no estoy muy avezado en estos terrenos o por lo menos tanto como tú, que te has decantado por el deseo de analizar o así lo creo, y tu análisis no ha empezado por tu carrera de psicología sino al revés, el deseo de analizar es un síntoma, uno de los que conforma el sujeto y que es tanto de sujetos como de colectividades, yo que me centro más que ne mi síntoma en el síntoma de toda una colectividad, a la que pertenezco por mi vocación ética, a pesar que mi corte está en encontrar una ética que me disponga con el otro, pertenezco a la filosofía estoy de acuerdo con esa forma china de ver la realidad y cada vez me llegan más comentarios de personas, y está muy de moda lo chino aquí en València, que me hablan del zen o del budismo, japonés o chino, lo oriental sube y con ellos Lacan, no llegaremos nunca a gobernar un mundo que se desmorona pero sí llegaremos a parir al último hombre, ese que dé un paso más en la última ética, la ética del amor como condescendencia con el otro. Pero no olvidemos a los filósofos, Marx por ejemplo no vio el inconsciente como un lugar en el que colocarse ante el deseo pero no hemos de obviarlo, los deseos individuales de las personas de una colectividad van en direcciones al azar o por grupos grandes o pequeños y queramos verlo o no, pues depende sólo de nosotros, hay deseos que chocan con los de otros, no sé si en grupos, clases o no, pero chocan aunque a veces lo mágico nos hace que vayamos de la mano.
Y sí en un cierre de sesión es una conjunción entre el cierre del inconsciente del analista y de analizado lo que hace que el primero dé por cerrada la sesión, no lo he llegado a vivir conceptualmente pero me doy cuenta de cuando Teresa, mi psicoanalista va a decirme con un gesto amable que ya he llegado al final.
Bien te dejo por hoy diciéndote que lo oriental no es el cielo pero tiene mucho que decirnos a nosotros los "matematizados" occidentales. Un beso muy fuerte y hasta otro artículo ¿sabes que aprendo un montón contigo para mi terapia? desde que te conozco he hecho un camino inmenso, y todo o en parte gracias a ti, bien cariño, un abrazo y gracias otra vez.
Sí, algo de esto tiene que ver con lo que hablábamos el otro día. Pero de verdad podemos salir de esos lugares? Y cómo darnos cuenta de cuando hemos vuelto a ellos? Todo esto me recuerda a aquella introducción de Gombrowizc, no sé si era en Ferdidurke? sobre la máscara que llevamos
Magnífica entrada que abre siempre tantas puertas y tantos posibles caminos, desvíos, que una se ve obligada a limitarse, elegir qué lugar ocupar aquí.
Es cierto lo que decías en las Amapolas, algo hay allí intuitivo, sí, sobre ese lugar que explicas tan bien... me encanta el cuadro de Matisse que has elegido, es tan precisamente ilustrativo.
Y qué cierto eso del saber, claro, el saber del psicoanalista es el que le adjudica el analizado. Cuando éste empieza a desconfiar, lo desposee de ese saber imaginario, ya no hay lugar en el que encontrarse.
Y tantas cosas más... pero ya he ocupado demasiado lugar.
Un abrazo y gracias otra vez.
Inspirada estaba yo con Matisse (¿qué clase de lapsus sería éste, Vanessa?), me refería a Magritte.
Otro abrazo.
Todo esto me ha recordado a eso de que se encuentra cuando no se busca y no se encuentra cuando se intenta buscar. Y que el saber del analista ya venía de una predisposición innata. Pero que luego hay que fijarla de algún modo, como las palabras, afianzarlas, aunque sea a causa de su repetición.
Ese difícil saber quién se encuentra dónde, es una clave pienso, para cualquier tipo de transmisión, o de lectura simplemente. y gracias por las palabras del otro post.
iluminaciones.
querido Dante, sí, ¿viste? son unas fotos preciosas, hay una exposición en París con más de esa inundación. Son menos apocalípticas y tienen más humor, te enviaré unas que guardé. Por cierto, callar también es ocupar un lugar ;-) y gracias por eso que dijiste hoy al final de lo de P&S, de que yo iba buscando mi historia, creativa, que relacionaste con la danza... me gustó! bessos,
Vicent, me ha gustado eso de los matematizados occidentales, ¿sabes que los chinos son buenísimos en matemáticas? me gustaría saber explicarte el por qué pero no lo acabo de coger... me enteraré para contarte. Y sobre eso tan bonito que me dices luego, sólo decirte que yo gracias a ti me he autorizado a decir y desarrollar algunas cosas, y que yo también he aprendido mucho avanzando de la mano contigo, la gratitud es mutua, créeme!
Bel, creo sin la creencia de poder modificar algo de esos lugares no tendría ningún sentido hablar de ética en psicoanálisis. Tal vez sea esa seguridad en poder modificarlos lo que empuje a ciertos sujetos a ocupar el lugar de analistas, pero sin duda, sin ella, hacerlo sería una impostura.
Bel M., yo he leído Matisse en tu comentario y he tenido tu mismo lapsus, no sé si querrá decir algo;-)! Matisse quizá complete a Magritte en sensualidad y color....
Me alegra que algo de esto resuene y te guste,
En tu estupenda entrada -luego lo pensaba- tú no hablabas de identificaciones imaginarias como las que yo señalo, tú hablabas de identificaciones más importantes y reales, de lugares que uno ocupa en la realidad, pero que es cierto que al abandonar, también se cambia la perspectiva, y acontece una caída... Me gustaba cómo lo planteabas en términos de visión, de puertas y ventanas, de algo desplazado. Abrazos y gracias.
Bueno, Iluminaciones, es que es precisamente una de las cosas mágicas de tu maravilloso blog: había una imagen perteneciente a un artista, había una intención tuya al postearla, una cierta enunciación, había además la casi ausencia de texto, una especie de silencio tuyo de palabras... se superponían la mirada del autor, tu mirada y la mirada del que visitaba tu blog. Para mí es un lugar excepcional para encontrar sin bucar, y para como tú muy bien dices aquí, para fijar algo de ese saber de la mirada, que sino simplemente se escurriría. Contigo re-aprendía a mirar, repitiendo algunos gestos, y otros descubriéndolos absolutamente nuevos.
Me parece muy importante eso que has dicho pues de una necesidad de inscribir o fijar luego.
Gracias a ti, como siempre.
En el día de tu cumpleaños o cumplevidas, como lo has llamado tú, por si no has leído mi respuesta en las Amapolas:
"No, no dejáis indiferente. Sóis personas extraordinarias, en todos los sentidos, en el de maravillosas, y en el de diferentes... a veces hay que acercarse de puntillas, pero todo lo que devolvéis sólo con la presencia es tanto..."
Muchas felicidades, querida Vanessa. Te deseo de corazón lo mejor para tus días, ahora y siempre.
Un gran abrazo.
Vanessa, yo me sumo a las feclicitaciones, especialmente a la del cumpleaños.
Y, en vez de un regalo, te hago una pregunta: estoy viendo, por segunda vez, In treatment. Aunque no es éste el lugar para que lo hagas, me gustaría saber tu opinión sobre esa serie que, a mí, personalmente, me ha deslumbrado. Ya te diré porqué.
Fantastica la foto de las inundaciones de Paris de hace un siglo, me han dicho que xisten en esa ciudad varias exposiciones sobre el hecho.
Curioso que de un desastre pasado se realicen exposiciones de tipo artistico en la actualidad.
Querida Bel M., sí que te había leído en tu blog, muchas gracais! me gustó lo que dijiste de los aéreos acuario, gracias y abrazos.
Querido Álvaro, muchas gracias por felicitaciones. No vi demasiado capítulos de In Treatment, pero los que vi me gustaron bastante. Especialmente aquellos de los viernes, en los que él iba a ver a su analista, y el lugar que él se atrevía a ocupar en muchas sesiones, lo lejos que iba con sus propias preguntas... David Byrne, creo que se llama, estaba estupendo en ese papel, y estaba bien dirigido. Me apetecía ver algún otro capítulo.. no tuve tiempo este fin de semana, lo haré estos días. ya me contarás tú... qué es lo que te deslumbró, me intrigaste...
Hola Civisliberum, sí, esas fotos son fantásticas, tal vez también porque el arte de la fotografía era algo nuevo, aún muy impregnado del lenguaje pictórico, el blanco y negro, qué se yo... yo las encontré en la página de Liberation y Le Monde,
abrazos
Yo me he leído ese comentario de Vicent, que me gusta, no sólo por la parte de la gratitud, que es un buen regalo de cumpleaños, sino por lo que explica del deseo del analista y del deseo de cada uno, de los deseos que chocan y de lo que hace que a veces se pueda andar de la mano mágicamente, y de ese momento de cierre de sus sesiones.
Y ahora veo que a ti también, Objeto a, te gustaba de In treatment la sesión del viernes, la de la supervisión con su analista; a mí también, aunque fuese por otras razones. A mí de esa serie me gustaba la parte que me recordaba a mi propio análisis, la escucha y las interrogaciones del propio analista después, era para mí un alivio esa representación (aunque tan distinta de mi experiencia, por ser una serie, muy americana, con algunas cosas imposibles, y con grandes acaontecimientos en cada sesión, por exigencias de guión) de la escucha psicoanalítica que nos queda para siempre a los que hemos estado en eso
Me perdí el encuentro con Dumezil, gracias por hablar de él aquí. Justamente hoy escuchaba en radio rai 3 a Massimo Recalcati quien presentaba su último libro, L'uomo senza incoscio, en el que señala con alarma como el deseo del sujeto corre el riesgo de diluirse dejando paso a un goce tíranico y disociado. No habló del deseo del analista, factor decisivo, como lo es de otra manera, el de todas aquellos que ocupan auque sea transitoriamente un lugar de escucha y reconducción. Me iluminan tus reflexiones acerca del argumento y suscita en mi cierta interrogación esa idea según la cual el deseo de analista es arcáico. Sin duda me identifico produndamente cuando dices que "En el transcurso del análisis he descubierto lugares que he ocupado y ocupo para llevármelas con el mundo. Son lugares muchas veces imaginarios que no se corresponden con lo que me rodea ni con mi verdadera situación. El trabajo de análisis consiste en hacer caer esas identificaciones imaginarias, forzándonos a salir de esos lugares, que un buen día dejaron de funcionar como coartada y se transformaron en pesadas cadenas, molestas para uno mismo y para los demás"... Un abrazo
Enlazando blogs y comentarios, leo que cumpliste años el 4...
Per molts més, i una abraçada.
Des del silenci, però llegint-vos a tots, M.
(últimamente, veo spam en todos los blogs. Qué fastidio.)
hola Antídoto! Gracias! sí, cumplí hace unos días ;-)
a ver si mañana logro poner uno de esos filtros... es que hay algo que me falla y no lo consigo,
abrazos
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