Estos días he seguido con la sección digital del festival principalmente, aunque he visto menos de las que quería y me he perdido algunas por falta de tiempo. Me gustó mucho To Walk Beside You y también disfruté de Our Brief Eternity de Takuya Fukishima. Me he acercado al cine filipino, malayo y hasta la obra de un artista de Singapur. Children Metal divers fue una sorpresa, por su poética, y por el dominio narrativo y visual a pesar de la simplicidad de la historia, también admiré el trabajo de Gerry Balasta en The mountain thief y el corto de Lav Diaz dentro del Jenjou Digital Project 2009. En muchas de estas cintas el director es también el guionista y el montador, y los actores participan en el equipo técnico o producción: se transmite una cierta pulsión cinematográfica por contar algo, y contarlo directamente.
Las películas están llenas de seres atravesados por la duda, la culpa, el deseo o la locura, por un malestar social, pero también individual o subjetivo, que me ha hecho pensar mucho en el discurso freudiano en Asia, y en lo que –a raíz de esa controversia alrededor del libro de M. Onfray,- apuntan intelectuales y psicoanalistas: que aquí, en occidente estamos empeñados en que sólo exista una noción del psiquismo cada vez más normativa. Aquí ya sólo importan los hechos y los comportamientos, borrar los defectos, lo visible, aunque sólo sea con fotoshop. A la psiquiatría comportamentalista y biologista ya no le interesa el sufrimiento, ni los efectos secundarios de sus bombas químicas sino sólo sus evaluaciones y su índice de eficiencia. Estos cineastas asiáticos, muchos emergentes, indagan sin tapujos, como lo hizo la psiquiatría pasada o hace el psicoanálisis, por todo aquello que no entra en lo razonable.
Aunque en otra línea de búsqueda, también está la cineasta japonesa Naomi Kawase, su trabajo se centra más en lo ínfimo, y también en lo que no está, en lo que se ha perdido. Ella sigue queriendo captar lo que apenas se llega a captar, trabajando con la memoria y con su escritura sin nombrarla. Con el vacío y el silencio. Y aunque ella parta siempre de lo más sensual (de una luz a través de los árboles, del movimiento del viento en las hojas en un bosque, de la sombra en un patio o una habitación o un pliegue en la piel) tampoco deja de hablar de lo inefable y de ese atravesamiento de lo que no se puede explicar pero que puja por salir. En Koma (Visitors, corto de una media hora), Kawase se ha atrevido a asomarse a lo amoroso y lo ha hecho con valentía y luminosidad. Además de la fascinación de la mirada, del sonido de la naturaleza, en esta película irrumpe la voz a través de un cántico popular. Ha sido para mí lo mejor de todo el festival, aún estoy impresionada…y lo que escribo aquí está deshilachado y es fragmentario. La historia es sencilla: un joven coreano viaja a Japón tras la muerte de su abuelo para visitar en un pequeño pueblo a unos ancianos y devolverles un rollo de seda pintado que le fue regalado al abuelo durante su estancia en ese pueblo cuando trabajaba en el campo. En esa casa vive también la hija de ese matrimonio, un ser silencioso, dolorido y enigmático con el que compartirá algunos paseos y una visita a un templo, donde ella le hablará de una leyenda. Hay pocas palabras, pero lo poco que se dice o los espacios que se dejan para ello no están destinados a tapar o a ocultar, sino a dejar salir algo de lo más íntimo, de lo menos razonable, y siempre con humildad y respeto, dejándolo todo en suspensión, evitando que el otro se sienta excluido u ofendido. Ésta me ha parecido una de sus cintas más cinematográficas, la intensidad y la textura del encuentro entre los jóvenes, su manera de no cerrar los sentidos y dejarlo todo en suspensión me parecían estar hablando también de lo Kawase espera del cine mismo como lenguaje, de su razón de ser. Aún la tengo que digerir, pero su valentía para dar cuenta de algo de lo amoroso de esa manera sesgada, parcial pero intensa, me ha transformado a la manera de ella: primero en lo sensual, y luego más tarde en el interior.
5 comentarios:
Las ramas del mundo psi que corresponden a la psiquiatría moderna y a las "técnicas" más conductuales dejan de lado lo que intenta salir con el lenguaje y es con ello con lo que podemos vacunarnos una vez hemos dejado salir lo inefable o al menos ignoto que hay dentro de nosotros y con ello el sufrimiento.
Todavía en el final de la historia ha de aprender mucho de los filósofos y psicoanalistas la soberbia psiquiatría y el behaviorismo.
Sobre las películas, es tu síntoma, el oriental, veo que has encontrado o estás a punto de hacer tu nudo borromeo con ello, me alegro y espero que le des un lugar, aunque como el mío, o uno de ellos el catalán-valenciano como lengua intento no dejarme llevar por el espejo de las agresiones del otro, un saludo de Vicent y un beso cariñoso.
Me sorprende la mirada de estas películas. Ahora , que ya parece no tener cabida el tiempo, el tempo. Despertar los ojos es siempre necesario, aún cuando cueste, como ahora, mejor todavía. Para los analistas supongo que todo ello es una mina de gratificación, de estudio que poco o raramente se da en otro tipo de cines.
gracias por el relato.
iluminaciones.
Hola Vicent, sí, ese síntoma mío oriental (lo has dicho muy bien, gracias) me permite ir anudando algo, como a ti los grandes filósofos. Es con el lenguaje, finalmente, con la experiencia-del-lenguaje, diría yo, con la que conseguimos seguir existiendo más allá de lo reduccionista de orden normativo.
Hola Iluminaciones,
Sí que ha sido una sorpresa gratificante esa diversidad de miradas asiáticas. También es porque este festival tiene algo personal, pequeño, humano, uno acaba conociendo a los realizadores, discutiendo con ellos, viendo películas sin saber con anterioridad.
Por cierto, ¿conoces el trabajo de Naomi Kawase? creo que te interesaría bastante
pues la conozco a través de ti. Pero intentaré ver algo suyo.
gracias por la recomendación.
iluminaciones.
No sabía nada del baff digital! y qué ilusión tener noticias de Kawase! A ver si pudiera verla yo...
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