alone in a pond, photo by Basilio Noris
Hace unos días que el viaje me mantiene lejos de este lugar que me acoje, al acoger mis palabras. Hoy recibo el mail de un amigo escritor que me dice que mi página es inaccesible desde china desde hace tres días. Que estoy proscrita. Esta semana (también sin tiempo) la he dedicado, a parte de mis deberes de huesped a una amiga que venía de lejos (inevitables las palabras de Confucio sobre el placer de recibir a los amigos que vienen de lejos), a buscar dos cosas: algún relato de viajes en china del poeta francés Victor Segalen, cuyas notas escuché en le feuilleton de FranceCulture hace unas semanas, y algunos poemas chinos para empezar a caligrafiar en casa, y marcarme esa más que sana rutina… Segalen publicó en 1929 un cuaderno de viajes, en el que se refiere a China como el País de lo Real, al que va contrastando con el Imagnario. Y me reconozco en esa sensación suya, en que al encontrase frente a esa inmensidad china, sabe que algo le concierne. En otro programa de esa radio francesa, escuché por casualidad una emisión brevísima sobre la psicopatología del trabajo, otro de mis temas favoritos. Los comentaristas hablaban apuntaron varias ideas: el hombre es más grande que su tarea, lo que hace que se produzca un desbordamiento de los aspectos subjetivos del individuo sobre las tareas objetivas en su trabajo. Lo esencial es que el hombre pueda reconocerse en lo que hace, pouvoir se sentir comptable (qué expresiones ricas tienen los franceses) Exigimos el reconocimiento de los demás cuando nos nos reconocemos nosotros mismos en lo que hacemos, y esto es lo que crea la enfermedad. También decían algo exquisito acerca del discurso que impera en estos ámbitos laborales: que existe la ilusión de una cierta transparencia en el lenguaje, de que hay que intentar utilizar un discurso lo más objetivo y lo más neutro posible, “normalizarlo” para adecuarse a la realidad. Error!, -nos avisan desde la radio, la metáfora y el lenguaje poético pueden adecuarse mejor a la realidad o la vivencia del trabajo ordinario.
Este poema de Meng Haoran, poeta de la dinastía Tang, traducido por Guillermo Dañino, me ha hecho pensar en este lugar donde me siento acogida, y también ese lugar que se busca a través del trabajo, donde uno pueda reconocerse a sí mismo.
Me Albergo en el Río Jiande
Avanzo con mi barca y me detengo en el islote de niebla.
Anochece. Se renueva la nostalgia del viajero.
En la amplitud silvestre, el cielo presiona los árboles.
Por el río cristalino se me acerca la luna.
june swoon
Hace 10 años
6 comentarios:
Qué interesante lo de Victor Segalen. Aún sigo prendida de mi vago recuerdo de su René Leys, libro que perdí y no recompré y cuya búsqueda generó una anécdota genial en La Hune de París. Y cómo un traductor se llama "Guillermo Dañino"? Seguro que se esforzó por no dañar el texto que traducía... Ah, voyages, voyages...
Y el poema me encanta, esa niebla, la nostalgia del viajero solitario, me siento ahí en este mismo momento de bochorno de ciudad sucia, en el silencio del fin de semana... Bel
Y también, ¿cómo se decide que estás prohibida? ¿Cuál es el sistema, el filtro? Todos los blogs? Todos los extranjeros que hablen de China? Todos los que mencionen a Lacan? Todos los que citen a Li Bai? Esa idea me intriga... Bel
el físico de cacho, pobre miga pasajera, pasa por un mal momento...tal vez deba dejar la mesa y concentrarse en la misa...si bien deseo que no sea así.
señor cacho de cielo, espero que no sea más que el efecto de cómo se resiente el cuerpo al paso al verano un tanto asfixiante en la ciudad, tal como les pasa a esos magníficos instrumentos musicales de maderas exquisitas...
el cuaderno de viajes de segalen no es demasiado consistente pero tiene cosas bonitas y valientes, cómo critica e ironiza sobre aquellos majaderos misioneros europeos, cómo se entrega al paisaje
misioneros majaderos! Ahora veo a Cacho pocho, le llamaré...
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