10.2.07

la felicidad


Una de mis escenas favoritas de Ozu. Uilizamos varios fragmentos en mi espectáculo La felicidad nunca ha hecho feliz a nadie. La escena se proyectaba hacia el final, sobre una pared desconchada y desnuda. En medio de la sala vacía se distinguía mi cuerpo que se fundía con la imagen, la música que se oía no era la original de la película sino la del espectáculo, las suites para violoncello solo de J.S. Bach. Y en ese momento mi personaje quedaba inmediatamente identificado con la bailarina de Noh y con la protagonista de la película, mientras el público se reconocía en espejo en los espectadores del teatro japonés. El objeto real de la fascinación que produce ver estas películas antiguas, la distancia de la nostalgia en el cine, según Zizek, no está en la escena exhibida. Lo que nosotros vemos realmente es la mirada del otro, y lo que nos fascina es la mirada del espectador ingenuo y mítico que reconocemos.

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