26.10.08

la dificultad de habitar un cuerpo

fotografía del terremoto de Sichuan del International Herald Tribune, Bo Bor/Reuters
Este otoño Alain Platel, uno de mis coreógrafos preferidos estrena un nuevo espectáculo, Pitié, a partir de la Pasión según San mateo de J.S. Bach. En el texto que sirve de presentación dice que la palabra compasión, intoxicada con demasiados matices, se acaba asociando generalmente con cierta idea de condescendencia. Sin embargo, cuando la vida y la muerte se nos vuelven insoportables, anhelamos el cobijo de los otros, que nos compadezcan. A Alain Platel la crítica le reprocha una mirada complaciente sobre la locura, y que sus espectáculos no parezcan poder dar cuenta de otra cosa que el universo de los locos. Sin embargo el otro día escuché una cosa preciosa de la realizadora Sophie Fiennes respecto del trabajo de Platel: lo que éste trata no es tanto la locura como la dificultad que radica en ser un ser humano, así como de la dificultad de la experiencia de habitar un cuerpo.
En seguida me acordé de Platel este viernes en la espléndida conferencia organizada por el Espai Freud de Miguel Morey sobre Foucault, cuyo pensamiento me ha resultado a menudo igual de liberador. "Cuando tratamos con seres humanos, la abstracción no es sólo un error intelectual". Foucault, igual que Platel, se vio profundamente marcado por su trabajo en instituciones psiquiátricas. Para ambos el hombre como abstracción intelectual renacentista o cientifista está obsoleto, o mejor dicho muerto. El hombre que les interesa es el que abandonando cualquier pretensión epistemológica y ontológica se pregunta directamente, y esto ¿cómo funciona? ¿Y ahora qué hago. Esa, ya lo hemos dicho varias veces, es la pregunta más china, y la que nos permite reconstruirnos por encima de cualquier quiebra. Morey también insistió, citando a Foucault: no hay razones para obedecer, somos más libres de lo que solemos creer. Libres para pensar de otra manera al menos, pensaba yo. Pero es que pensar es siempre pensar de otra manera.
Esta semana dos amigos me enviaron un artículo aparecido en el International Herald Tribune que hablaba del interés cada día más grande en China por las psicoterapia y el psicoanálisis occidental. Ese camino podrá ayudarles sin duda a la mejora de libertades que se reclama desde dentro y fuera de la sociedad. Yo siempre he pensado que la dificultad que poseen para pensar la realidad en términos absolutos les facilitaría todo este proceso. Porque, de nuevo Morey, citando a Foucault, la verdad también es un constructo histórico.

19.10.08

echo de menos

Nan Luo Gu Xiang hutong by Toothwalker
Pekín, y su caos tranquilo, y los paseos larguísimos, y a Pedro, y las cenas picantes con tofu y verduras con encuentros improvisados y cerveza china, el pan árabe, el té, las bicis, el acento de la lengua. Simultaneo las mil lecturas psicoanalíticas con una versión bilingüe de las mejores citas de Mao Tse Dong; apenas me veo obligada a mirar la versión francesa, ya que el lenguaje es directo y simple, muy claro. También me traje de París un número de la revista trimestral Diogène dedicada a la filosofía política en China, muy popular e importante entre pensadores e intelectuales de la República Popular. Nuestro supuesto mundo sigue siendo un no-mundo, escribe Zhao Tingyang, profesor de filosofía de la Universidad Normal de Pekin, nuestro problema fundamental hoy no es el de los estados en quiebra, sino el mundo en quiebra, todo lo que hay bajo el cielo, el tian xia...

16.10.08

letter on the blind for those who see*

foto del vídeo de Tellez by libbyrosof
es el título (* carta sobre los ciegos para los que ven) de una obra del artista venezolano residente en NY Javier Tellez, un vídeo de 35 min que pude ver en París hace unos días durante la Nuit Blanche que organiza la ciudad cada otoño. Además del título me gustó la imagen, bellísima en blanco y negro sobre una pantalla enorme en el interior de la iglesia Saint Eustache, apenas iluminado. En la pieza vemos como seis ciudadanos ciegos del Bronx se acercan a un elefante colocado en medio de una cancha de basket vacía y van describiendo lo que sienten y descubren a través del tacto. Tellez reflexiona en sus obras alrededor de la noción de marginalidad, cuestionando formas de estigmatización, concretamente aquello que separa normalidad y patología. Yo no pude evitar recordar lo que decía Lacan acerca de que sólo necesitaba nombrar un elefante para que éste ocupara la sala, haciendo referencia al poder de la palabra. Leo estos días el nuevísimo libro de Robert Lévy acerca de lo infantil en el psicoanálisis, donde también evoca ese momento mágico de simbolización en el niño, en el que descubre que el lenguaje le permite la representación mental de los objetos ausentes, liberándolo de alguna manera de la tiranía de los sentidos, y del objeto o los objetos (la mamá, el amor…) que desaparece y se pierde, aunque sólo sea temporalmente. El uso del lenguaje se convierte para el niño en una de las principales herramientas que utilizará para hacer frente a esas angustias que lo asaltan en los primeros años de vida. Me gusta mucho una cosa que dice sobre los analistas de niños: al analista de niños no le tienen por qué gustar los niños para entenderlos; en todo caso lo que le atrae es el sujeto del inconsciente y su especificidad infantil, al que acoge con su escucha. El deseo del analista es una función y no un deseo particular dirigido al niño. Y en el caso del sujeto infantil más precisamente, esta función sólo puede entenderse por algo que Lévy llama “estar ahí sin razón para estar”, ya que cualquier razón del analista los situaría inevitablemente en una relación pedagógica, o incluso terapéutica, pero en ningún analítica. Para Lévy, y hay mucho de eso en mi propia visión del asunto, lo que permite y garantiza las condiciones necesarias para el análisis (juegos de asociaciones verbales, crear un espacio para la letra y la lógica del significante) es ante todo que el analista pueda hacer función como lugar de deseo vacío para este niño, que ya a su vez se encuentra tan acechado por los deseos de padres, educadores e instituciones alrededor de su persona. El analista del niño no es el que desea su bien, (para eso ya están los otros), puesto que su ética es otra, la del “bien decir” en todo caso. Por eso, y en este punto vuelvo a estar muy de acuerdo con Lévy, el trabajo analítico infantil nos acerca, contrariamente a lo que se podría pensar, a esas angustias primeras relacionadas con la pérdida, la castración, incluso la muerte.
Del lado chino leía estos días sobre un pensador de la época de los Reinos Combatientes, discípulo de Mencio, que no dudó en contradecirlo cuando lo creyó necesario. Xunzi no creía en el destino celeste del hombre, ni en el pensamiento cosmológico de la época articulado a través de resonancias. Él intentaba disociar cielo y tierra, separando el cielo del hombre. Éste no tiene por qué descubrir el universo tal y como es en un esfuerzo de conocimiento puro, luego vago i inútil, sino que deber ser capaz de ordenarlo (Li )un poco como ese trabajo del niño en compañía del analista. Esas primeras corrientes racionalistas inmersas en guerras y cambios de poder, se preocuparon especialmente en el poder ordenador de las palabras y el lenguaje.

10.10.08

me fui

foto by petite-a, mercado iglesia Saint Eustache

unos días a París,
pero ya estoy volviendo....