Gandem monks by Tlchim
No tuve tiempo de poner en orden mis notas sobre el encuentro entre R. Bernat e Iván Ruiz en el Lliure, ya que al día siguiente empezaba el taller de Trayectos y Afectos con 20 adolescentes chinos, que aún no tengo claro cómo resolver. Es un grupo demasiado grande, con importantes diferencias de edad, de nivel de idioma, y tampoco estaba nada claro el enfoque que podía darle a ese espacio; el colegio esperaba que les ofreciéramos un refuerzo escolar, la asociación que me ha llamado deseaba que fuera un apoyo a sus problemas sociales y afectivos, y por mi lado yo esperaba poner en práctica y añadir a eso una parte de escucha más psicoanalítica para la que llevo años formándome, invirtiendo y sacrificando sueldo, tiempo y libertad.
La necesidad de pasar de prisa a otras cosas, de dedicar tanto tiempo a un trabajo pecuniario que apenas resuelve mis necesidades más básicas, no deja que acabe de cerrarse nada… Parece entonces que las cosas no avanzan, y sin embargo….
Bernat planteó durante el encuentro muchas preguntas, algunas de ellas esenciales que quedaron sin contestar. Quizá encontremos una manera de continuar ese diálogo con él, dentro de otra modalidad o formato más pequeño. El otro día empezó ofreciéndonos un recorrido histórico muy bonito y cuidado sobre la figura del espectador. Me gustó especialmente cuando explicó el gran cambio que tuvo lugar en el s XIX para conseguir que el público se mantuviese quieto y se olvidara de su cuerpo. Fue entonces cuando se apagaron las luces de platea, y aparecieron toda una serie de instrumentos y aparatos muy relacionados con el uso de la luz, a fin de que apareciese un único punto donde centrar la atención y el espectador dejara de interactuar con los otros espectadores y consigo mismo, como ocurría antes. El objetivo de la sala a oscuras, y de ciertos elementos estructuradores del espacio público como la vitrina, el museo, la pantalla de cine más tarde, era el de imponer una disciplina necesaria para el acto de mirar, escuchar o presenciar. Pero como dijo Bernat el espectador ahora es superdisciplinado, no sólo porque se haya olvidado de su cuerpo, -me gusta cuando habla de la sujeción de los cuerpos en la sala de espectáculos o incluso exposición- sino también en su atención, en su limitado modo de respuesta, en su personificación de la llamada audiencia, (sino, ¿cómo explicarnos que la gente se trague tanta basura en tv, etc?) También habló de una hipertrofia de la figura del espectador, y de esa obsesión del creador y productor por tener público, por gustarle, por contar y alardear de audiencias. El artista y el psicoanalista, dijo, tienen un objetivo muy parecido, que no es transmitir ningún mensaje ni saber, sino poner al espectador frente a sí mismo.
Iván Ruiz nos recordó que el deseo, no obstante, era indisciplinado, aunque yo estuve de acuerdo con una observación de un analista, Juan Bauzá, preguntándose si, como analistas, nosotros no idealizamos demasiado el deseo, como algo esencial, y nos olvidamos de la dimensión más ética (que por suerte dejó bastante clara Lacan) de saber qué hacemos con el otro. También me gustó mucho lo que dijo I.Ruiz de que Freud nos enseñó que en el acto de mirar el sujeto se encuentra implicado de una forma rotunda, y cómo Lacan lo lleva al extremo cuando dice sentirse concernido (observado a su vez) por el objeto que mira.
Yo tuve muy presente a Slavoj Zizek. En su Pervert’s Guide to de Cinema, lo dice muy claramente. Lo “perverso” del cine (y del arte, digo yo) no es que nos diga lo que tenemos que desear, sino cómo hemos de desear. Y su idea que tan brillantemente recogió Roger, a partir de la escena de Gene Hackmann en el lavabo de un hotel en The Conversation de F.F. Coppola: cuando uno acude a un espectáculo, lo que espera no es precisamente que todo aquello que durante el día ha intentado olvidar y reprimir, tirando de la cadena del water para que desaparezca, vuelva a aparecer frente a sus ojos?
En esa manera de sentirse implicado, desde dentro y desde fuera al mismo tiempo, esté gran parte del quid del análisis. Me entraron ganas de leer a Walter Benjamin y a Paul Virilio, otros dos grandes disidentes. Me acordé de una frase de Bonhoeffer que leí en uno de sus ensayos, La inmediatez es una impostura. Pero todo esto y el intercambio extraño con los adolescentes chino me ha hecho pensar en la disensión que implica el amor, pero eso será para otro día…
june swoon
Hace 10 años