by
masaaki miyaraHablemos de sexo. Empecemos distinguiendo que una cosa es sexo, el órgano o lo biológico, / otra es el género o los significantes sociales que elegimos para que nos definan como hombre o mujer en sociedad, / y la tercera es la sexualidad, que no es, ni de lejos, lo mismo. La sexualidad, desde una perspectiva psicoanalítica, es la organización del sujeto con su goce, y va por otro lado, independiente. La especificidad de este enfoque sobre la
diferencia de los sexos (su legitimidad para participar en el debate) es que de lo que nosotros nos ocupamos no es el yo ataviado de suntuosas y atractivas vestiduras, sino del sujeto del inconsciente. Y es la sexualidad (la manera de gozar de cada uno) la que da realmente cuenta, la que articula el funcionamiento de todo inconsciente.
Esta semana me invitaron a presentar un libro que leí y me dejó fascinada:
La Discordancia de los Sexos, de la psicoanalista y socióloga
Rithée Cevasco. La preciosa y cuidada edición de S&P, cuya
portada ha diseñado
Dante (Cachodepan) Bertini, corre a cargo de la editorial de
P&S, con
Jorge Chapuis como impulsor y capitán de abordo.
El libro me parece imprescindible y necesario para cualquiera que se pregunte hoy en día por la diferencia sexual, y no le sea ajena la perspectiva de lo que uno no siempre dice, no siempre sabe al respecto, de lo que queda velado. El libro es una joya llena de
grâce, como dije: la autora transita sin aparente esfuerzo, con talento y gran libertad, por diversas cuestiones espinosas y nada fáciles, ayudándonos a distinguir unas de otras, a verlas cómo han sido utilizadas, y leídas, cómo han ido transformándose en relación con otras disciplinas como son feminismo, los debates actuales, el
transexualismo, etc.
La cuestión o posición femenina (que no es lo mismo que decir la mujer, ya que ésta ocupa también posiciones masculinas), -señala Rithée-, funciona en psicoanálisis como
un síntoma, como aquello que resiste a la significación, como lo que pone un límite a cualquier posición de saber absoluto. De cómo gozan las mujeres, de lo que quieren tampoco es fácil hablar, pero el psicoanálisis dispone de los recursos para cernir algo de eso. A través de la clínica del goce, tanto en hombres como en mujeres, los analistas escuchan que hay algo que no se capta por las palabras y los significados. Si el falo (que nada tiene que ver con el órgano) no es más que la posibilidad de sentido, sabemos que esto no basta para dar cuenta de todo lo que ocurre en el campo pulsional. El psicoanálisis, como muchas veces el arte o la escritura, permite abordar lo que queda fuera de esa lógica, y – lo más importante- que el sujeto haga algo con ello. Si para Freud la posición femenina resultó y acabó siendo cierta clase de enigma, para Lacan no fue así. Con él conseguimos
superar la lógica binaria hombre-mujer, fálico-no fálico, para poder dar cuenta de otras relaciones del sujeto (hombre o mujer) con el sentido y con sus fallas, y con otros modos de goce: ahí se despliega la clínica del amor, de los goces, la de la
relación de cada sujeto con un vacío, por ejemplo. Y es que la falla de lo simbólico no se limita a la psicosis. La posibilidad, no de una isla, pero sí de una
locura, de un quedar fuera del mundo tal y como lo nombramos, que muchos necesitamos poder pensar.
La sexualidad no es siempre
“sensual”, sólo lo es fragmentariamente. Está, en cambio, determinada por un obstáculo o imposible, la sexualidad no es garantía de nada, o quizá sí, sea la garantía de la nada de cada uno. Un encuentro con la alteridad radical, por eso conlleva una pérdida. Una especie de salto, y como tal, una caída, que a su vez se hace vuelo.
Hice caso a Iluminaciones y
Stalker y corrí a por F
ilosofía en los días Críticos, de
C. Maillard cada una de sus líneas me concierne. Naca más empezar a leer encuentro:
“
Lo imposible es lo que mantiene el pasado, lo hace repetirse en la ausencia, en la espera, en lo que siempre quedó inacabado una y otra vez”Ó esto otro
“
Volar : sólo se puede volar con el cuerpo. El cuerpo no es el lastre, sino la condición del vuelo. Sin cuerpo no se puede volar. Es necesario el esfuerzo para levantarlo del suelo. El vuelo supone el esfuerzo, el aprendizaje. El gozo es la elevación y luego, la flecha.”