spring by Hsuperb0i
Cuando a principios del siglo XVIII el célebre pintor Shitao escribió su Tratado de Pintura del Monje Calabaza Amarga se vio obligado a referirse a la escritura y caligrafía, y su tratado acabó dando como resultado un texto mucho más filosófico que artístico o técnico. A mí me ha pasado algo parecido, aunque inverso, y en ese intento de avanzar en mi entendimiento del sujeto del inconsciente, la locura y de algunos de los gestos teóricos de Lacan, me he encontrado, a partir de cuestiones más bien clínicas, preguntándome por la relación del ser hablante con la letra. El lugar que ocupa en China la relación con la escritura sigue sirviéndome para pensar. Hace unas semanas leí el artículo de un amigo analista chino, Yan Helai 严和来 , que reside desde hace un tiempo en París, mientras realiza su doctorado. En él Helai retoma dos caracteres chinos, yi 義 e yi 儀 para reflexionar acerca de dos conceptos freudianos que nos sirven para explicar desde el psicoanálisis la construcción y las identificaciones del yo. Es muy interesante porque el carácter que en chino designa desde la antigüedad el bien, la rectitud, el sentido o significado, las relaciones humanas, así como el tener un porte digno e imponente, está compuesto por el carácter del yo 我 + 羊 el de belleza, bondad, o benéfico, significando algo como el yo que es bello o benéfico, o lo bueno que hay en mí…. Más tarde surgió otra palabra a la que se le añadía el radical de persona, 人ren, . Este nuevo yi 儀 que empezó designando lo mismo que el primero, pero acabó guardando únicamente el segundo sentido (el yo que tiene un porte digno) y con el tiempo acabó designando no sólo la apariencia digna sino también la regla, el rito o ceremonia, el instrumento. Desde la teoría freudiana, el yi 義 vendría a designar los ideales éticos, morales y abstractos (Idela del yo), y el yi 儀 se correspondería con el Yo ideal, que apunta a la imagen (que nos formamos), ambos necesarios el la constitución del yo, diferenciados en la escritura china únicamente por la función del cuerpo, lugar de lo real y de las pulsiones, y de las identificaciones imaginarias con el otro.
Mercè Altimir publicó hace unos días un artículo acerca de la función de la palabra en la experiencia analítica. Aunque también es muy teórico, me ha gustado mucho. Como ella dice, el sujeto que participa en la experiencia analítica no es el ser de la naturaleza, ni nuestro ser biológico, no se corresponde con la persona, no tiene que ver con el ser, no es algo dado de entrada con lo que nacemos, sino algo que se construye, con memoria simbólica e historia. Su lugar es el lenguaje, y sólo ahí lo podremos encontrar. El cuerpo aquí es un cuerpo atravesado y marcado por el lenguaje, un lienzo en blanco sobre el cual se inscribe el síntoma y desde donde se articulan las pulsiones. La función del analista, dice, consiste en ser el motor de un proceso de reescritura… partimos de los restos textuales del naufragio de un libro y trabajamos en pro de su restauración. Sin embargo, al final, el libro claro, aún siendo necesario resulta no tener el valor que le suponíamos, pues aquello que verdaderamente importa es la transformación de la posición del sujeto que la reescritura actual del análisis ha operado. Y más tarde; la función primera de la palabra no es la representación [de las cosas], es materia prima en sí misma. Shitao en su tratado dedica un capítulo a la relación de la pintura y la caligrafía-poesía. Mientras en la pintura la técnica gira ante todo alrededor del vacío 虚, -esas playas blancas dejadas a la imaginación- en palabras del traductor del tratado Pierre Ryckmans, en la escritura o poesía el concepto clave es el de shi 實, que designa la realidad pero también la densidad, en oposición al vacío. La letra está vacía, o al menos el objeto representado ha sido tachado o desdibujado por el trazo, por eso la función del poeta (sujeto) es la de re-actualizar su función y otorgarle un significado, como sucede en el análisis y para Lacan, con la letter o carta robada del cuento de E.A. Poe, que cumple con su función, aunque su contenido permanezca desconocido. En mis primeras experiencias clínicas me encuentro con sujetos invadidos por esa letra, cuyo sentido a veces cuanto más real más enigmático resulta. A veces parece que nada pueda tener sentido. Yo sin embargo intento pensar en la carta robada, con la que hemos de hacer sin saber de entrada su contenido. El análisis nos enseña que no se ha de ser un loco para experimentar algo de ese Otro sitio, otro escenario desde donde nos llegan mensajes que nos sorprenden.
june swoon
Hace 10 años