una mañana de verano me encontraba escalando en la montaña. De repente escuché una tremenda explosión. Miré hacia arriba y vi un montón de piedras que se desprendían a algunos metros, ladera abajo. Fue entonces cuando vi en el cielo, suspendida sobre mi cabeza, una roca enorme. La roca no me tocó pero desde entonces la busco siempre en el cielo, a punto de caerme sobre la cabeza, aún cuando no exista. No es que la imagine, es que está siempre allí, en este momento incluso más que de costumbre (locura wittgestein, de françoise davoine)
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